Me crie en medio de puros ladrones en la población La Victoria. Fue una vida muy dejada, a la loca. Con esto no quiero culpar a mis taitas. Hacía lo que quería, por eso crecí en la calle. La primera vez que robé tenía 12 años; pasó cerca del Club Hípico: fue una cadena y un par de lentes. Salí a pelusear, no estaba buscando robar, pero me gustó. Me vi con 15 lucas en la mano y para mí era plata.

En la escuela conocí a la mamá de mi primer hijo, hoy tengo 5. En su casa tenían la colección de Camilo Sesto en cassette y me los robaba. Ahí me enganché con Camilo. La primera canción que escuché fue Algo más, me encendió algo en las venas. La ponía en todos lados. Me refugiaba en esa música, porque en mi casa había problemas. Sus letras y acordes eran tristes, pero a mí me levantaban. Hoy conozco toda su discografía y canto sus canciones en italiano y portugués.

En el 93 canté en la Fiesta de la Chaya en Putaendo. Era un niño cantando Camilo Sesto. Me anoté con Mendigo de amor, pero la orquesta no la conocía, así que canté a capela y todos aplaudieron. Salí tercero, el único problema es que éramos 3. Después salí en el programa Hágase famoso y me gané 100 lucas. También me anoté en la escuela de Miriam Hernández, pero dure como 3 meses porque ya estaba metido en malos pasos. Un día fui a hacer una pega y llegué con los cabros: ellos entraron con las mochilas llenas de pistolas y plata, y yo ahí cantando.

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Troncoso dentro de la cárcel de Los Andes.[/caption]

Empecé a ganar plata. Tomaba falopa, pastillas, hacía pegas en la mañana, me creía el dueño del mundo. Caí preso el 2001, quedé pegado a los 24 años por un robo con homicidio. Llegué a la cárcel de San Miguel pensando que me iban a dar 5 años, los iba a pasar tranquilo y me iba a ir a Europa. Pero me pusieron 20 y ahí se me bajaron los humos de una.

Como una forma de apartarme de la cárcel, que es cruel y mala, me metí en un taller de instrumentos andinos. Aprendí a tocar quena, zampoña, un poco de charango. Un funcionario me contó que en la cárcel de Colina había un grupo de música. Me anoté y me transfirieron a fines de 2005. Me uní a un grupo donde ensayábamos principalmente música andina. Un día les propuse una canción de Camilo Sesto, Sin remedio, la que más le gustaba a él. Cuando cantábamos era como estar libres dentro de una cárcel. La música era una salida a la libertad, porque la mente queda libre.

Adentro no era bien mirado hacer música. Por eso trataba de evitarlo, pero después, cuando vi que me apoyaban, fui con todo. Me apoyaron todos: asesinos, asaltantes, homicidas, traficantes, europeos. Era porque yo igual tenía mi ficha y me la respetaban a pesar de que andaba haciendo cosas que para la cárcel son "gilas", usando la palabra que se usa acá.

En Colina tocábamos cuando necesitaban un show. Después a la música folclórica le integramos temas de Los Nocheros y me empecé a dedicar a cantar. En 2010, conocí a la profesora que está a cargo de los talleres de música y canto en las cárceles de la Región Metropolitana. Ella me enseñó a cantar, técnica vocal, respiración. Gracias a ella grabé en un estudio, canté en La Moneda, en una película e hice un disco con temas de ella y uno mío, Oye Pamela, que le dediqué a mi mujer.

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Juan Pablo Troncoso cumple una condena de 20 años.[/caption]

En Colina gané muchos festivales cantando Camilo Sesto. El primero, en 2010, fue con Triste final. Camilo tiene muchas canciones que ayudan a la gente que pasa malos momentos, una es Puente sobre aguas turbulentas. Su música tiene un gran ingrediente: la vivencia de las personas. Te recuerda a tu mamá cuando eras chico y lo ponía en la casa. A todos nos pasaron cosas con la música de Camilo Sesto, está en la vida de todos.

En 2015 me presenté frente a él en una actividad de Gendarmería, pero no me dejaron darle la mano ni sacarme una foto. No le pude contar que gano festivales con canciones suyas en la cárcel. Ese día canté ¿Quieres ser mi amante?, porque la tenían preparada; yo habría cantado Algo más, ésa es la canción que quiero que pongan cuando me muera y esté bajando el cajón.

Yo puedo presentir cosas. Por eso antes de que muriera Camilo, algo me pasaba con él. Un día desperté y pensé que había muerto, pero fue unas semanas antes. El día que me contaron que se había muerto, dije "lo sabía".

Ahora estoy en la cárcel de Los Andes. Me quedan dos años para salir y no tengo nada. Sólo una familia que debo llegar a apoyar y no sé cómo. Cuando pienso eso quedo mal. Tengo 42 años y no es fácil a esta edad salir a cantar. La música que la lleva ahora es el trap. Los cabros chicos la escuchan, se cuentean y dejan la cagada. Pegan portonazos, hacen daño, matan gente y echan a perder el sistema para todo el resto. Cuando uno toda la vida ha estado metido en cosas, salir de ahí es complicado. Los políticos hablan mucho, pero no hacen nada. En vez de gastar en más cárceles, ¿por qué no gastan en personas que nos enseñen una profesión o nos apoyen?

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