Es habitual que las luces artificiales que emanan de la mayoría de los pueblos y ciudades sean tan brillantes que dificulten o imposibiliten ver un cielo estrellado.
Dicho fenómeno, conocido como contaminación lumínica, ha sido vinculado con distintos problemas para la salud y consecuencias para los seres vivos, según han advertido distintas investigaciones.
Un estudio publicado en la revista Science Advances en 2016 advirtió que más del 80% del mundo y más del 99% de las poblaciones de Estados Unidos y Europa viven bajo cielos contaminados por la luz.
“La Vía Láctea está oculta para más de un tercio de la humanidad, incluidos el 60% de los europeos y casi el 80% de los norteamericanos”, afirmaron los investigadores.
Los científicos alertan que la contaminación lumínica está aumentando en todo el globo.
Según cifras rescatadas por CNN, en promedio, los cielos se vuelven un 10% más brillantes cada año a nivel mundial.
Cuáles son las consecuencias de la contaminación lumínica
La contaminación lumínica está generando consecuencias en múltiples especies, según alertan investigadores.
Se afirma que, cada año, hasta mil millones de aves en Estados Unidos mueren al chocar con edificios, un problema global que se ha visto intensificado por las luces brillantes que las desvían de sus rutas migratorias durante la noche.
Las luces artificiales también pueden desorientar a los insectos y afectar al desarrollo de las horas de los árboles, explicaron especialistas al citado medio.
Otra investigación publicada en Science Advances, en 2017, descubrió que la contaminación lumínica representa una amenaza para el 30% de los vertebrados y más del 60% de los invertebrados que son nocturnos.
Ciertas tortugas marinas dependen del reflejo de las luces de las estrellas en el agua para volver al mar, pero la predominancia de luces artificiales puede desorientarlas.
Entre los potenciales efectos de esta situación están la deshidratación fatal y la depredación.
La directora de proyectos de iluminación de la organización sin fines de lucro Sea Turtle Conservancy, Rachel Tighe, dijo a CNN: “Hemos encontrado tortugas marinas en los huecos de los ascensores”.
Bajo esta línea, subrayó que la contaminación lumínica, para los animales, es “confusión y caos”.
A pesar de que las implicaciones directas para la salud de los humanos todavía se están investigando, distintas investigaciones han vinculado la contaminación lumínica con la obesidad, la depresión, los trastornos del sueño, la diabetes y el cáncer en las personas.
El experto en contaminación lumínica y académico de la Universidad de Exeter en Reino Unido, Kevin Gaston, explicó al citado medio: “Sabemos que si se empiezan a cambiar las temperaturas, se producen impactos muy profundos en los organismos de todos los ecosistemas, por lo que se podría imaginar que si empezamos a alterar los ciclos de luz, podríamos tener impactos igualmente profundos”.
“En última instancia, todos dependemos de esto para nuestra propia existencia”, agregó.
Cómo se pueden enfrentar las consecuencias de la contaminación lumínica
Los especialistas aseguran que, como es de esperar, apagar las luces puede frenar la contaminación lumínica.
La ciudad de Crestone en Colorado, Estados Unidos, apagó sus farolas nocturnas en 2020.
Aquello se debió a que no tenían suficientes fondos para pagar las cuentas de la electricidad.
Sin embargo, inmediatamente notaron que, aunque las calles estaban oscuras, podían ver el cielo brillante con la luz natural de las estrellas.
La alcaldesa de Crestone en ese entonces, Kairina Danforth, contó a CNN que en la siguiente reunión de la junta alguien afirmó: “Nos gusta que esté oscuro”.
Fue así como decidieron dejar las farolas apagadas.
Más adelante, la ciudad fue reconocida como una comunidad de cielo oscuro por DarkSky International.
Se trata de una organización que promueve la lucha contra la contaminación lumínica.
“Ahora existe un fuerte apoyo comunitario a nuestro cielo oscuro”, agregó Danforth.
Pero a pesar de que un apagón total puede frenar la contaminación lumínica, también hay otras opciones.
El director ejecutivo de DarkSky International, Ruskin Hartley, afirmó al citado medio que “las soluciones son simples” y “no implican renunciar a nada, salvo a una iluminación de mala calidad”.
En este sentido, dijo que se pueden adoptar mecanismos en los que la iluminación esté baja y enfocada en evitar fugas de luz en todas las direcciones.
Si es posible, agregó, también es clave que tenga una longitud de onda larga, que usualmente se ve como de color ámbar.
Otro punto fundamental es apagar las luces cuando no sean necesarias, enfatizó Hartley.
La organización que dirige ha trabajado con comunidades y reservas naturales de 22 países, para entregar apoyo y la acreditación oficial a las áreas que han realizado cambios positivos.
Actualmente, son casi 300 las que están acreditadas.
Un informe de políticas europeas afirma que las luces eléctricas para interiores y exteriores consumen entre el 17% y el 20% de la producción mundial de electricidad.
Una reducción en su uso puede disminuir los costos asociados.
Entre los distintos beneficios que han conseguido las zonas que han optado por estas medidas, también está el posicionamiento del astroturismo.
Hartley manifestó que bajo las estrellas “están los lugares en los que contamos nuestras primeras historias”.
“Para muchas comunidades, estas se han borrado y perdido, debido al flagelo de la contaminación lumínica”.
“Pero cada vez son más las que empiezan a recuperarse y redescubrirla”.
Desde Sea Turtle Conservancy aseguran que han cambiado más de 30.000 luces, lo que ha permitido oscurecer más de 72 kilómetros de playa de anidación en Florida desde 2010.
Calculan que lo anterior ha salvado a decenas de miles de crías.
En palabras de Tighe: “Es realmente genial poder ver un cambio así tan rápido”.