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La espectacular historia de los carpinteros reales que cruzaron la cordillera y se asentaron en Chile

Una foto tomada en las alturas de la Región de O'Higgins detonó la intriga en el 2024: el ejemplar de una especie foránea estaba en el país, tras presuntamente cruzar desde Argentina. Pero ese era sólo el primer acto. Durante el 2025 se ha observado que son al menos cuatro individuos, ¿acaso sus hijos? ¿Qué está pasando? “Podríamos estar siendo testigos de una colonización natural”, plantea un destacado ornitólogo.

La espectacular historia de los carpinteros reales que cruzaron la cordillera y se asentaron en Chile. Foto: Marcelo Muñoz (@marcelomunoz_birdphoto).

“Fue una rara casualidad”, recuerda Sergio Díaz, ingeniero ambiental. El 25 de julio del 2024 unos amigos lo invitaron a un viaje todoterreno a las Termas del Flaco, Región de O’Higgins, plena Cordillera de Los Andes, cerca de la frontera con Argentina. Era invierno y, ya con el camino infranqueable, se adentraron en 4×4 hasta donde pudieron. La gruesa nieve impidió seguir y continuaron a pie unos 3 kilómetros hasta el caserío casi deshabitado por esos días.

De pronto, Díaz y otro compañero conocedor de la zona, arriba de un álamo, a unos cuatro metros, vieron un ave. Aparentemente la reconocieron:

—Ah, un pitío —dijeron.

El encuentro duró un par de minutos. Díaz logró tomarle dos fotos. “Era bien esquivo”, dice. Según ellos, se trataba de un Colaptes pitius, una de las dos especies de este género nativas de Chile, ampliamente distribuido desde las regiones de Coquimbo a Magallanes. El otro es el pitío del norte (Colaptes rupicola), que vive en el altiplano de Arica y Tarapacá. Así que, por el lugar, sólo podía tratarse de C. pitius… al menos en teoría.

Pero Díaz y su compañero notaron que tenía una cresta rojiza: “No es un pitío”, recularon. Surgió la duda. Quizá, sin haber muchas otras opciones, pensaron que podía ser un carpinterito (Dryobates lignarius), un pariente más lejano —también de la familia (Picidae) pero de otro género—, ya que que los machos tienen colorado en la cabeza. Pero les pareció “muy grande” para ser un carpinterito. Y lo perdieron de vista. Díaz andaba con unas guías de campo de aves de Chile, las revisó y ninguna opción le convencía: “No nos cabía que fuera un carpinterito ni un pitío”, relata.

La espectacular historia de los carpinteros reales que cruzaron la cordillera y se asentaron en Chile. Foto: Sergio Jaque.

En la tarde, Díaz volvió al sitio para por si se lo topaba otra vez.

No tuvo suerte.

Tras bajar de la cordillera, de vuelta a su casa en las afueras de San Fernando, indagó en internet. Entró a la página de la Unión de Ornitólogos de Chile (Unorch) en Facebook. Recibió varias respuestas, particularmente la de Álvaro Jaramillo, autor de Aves de Chile (2005): todo indicaba que se trataba del primer registro en Chile del carpintero real (Colaptes melanochloros), ampliamente distribuido en Argentina y otros países al este de la cordillera.

Un grupo de ornitólogos le pidió que pusiera su registro en el sitio E-Bird, con la respectiva ubicación y fecha, para que quedara documentado un avistamiento inédito.

Cada tanto, algún ave foránea se aparece por Chile, sobre todo en el océano o en el extremo Norte, que se conecta sin grandes barreras con el litoral peruano y la cuenca amazónica. Y en la zona central también, “donde tenemos especies que al parecer cruzan la Cordillera de Los Andes, por muy espectacular o improbable que parezca con pajaritos de pocos gramos”, evidencia Daniel Martínez-Piña, ornitólogo y autor de la guía de campo Aves de Chile (2021). “No siempre pero es habitual”.

Según residentes de las termas en cuestión, desde el 2023 se ha observado a esta ave en el lugar, “pero quizá, como no tenían tanto conocimiento, pensaron que era un carpintero nomás, o un pitío; pero por los colores en la cresta, uno logra diferenciar”, aclara Díaz.

Si bien las condiciones en invierno son severas, en el sector se forma una suerte de “oasis”, según describe el avistador, lo que a su juicio daría ciertas “condiciones de hábitat al carpintero real, que se adecuó y ahí quedó”.

“Fue entretenido ser el primero en registrarlo, me genera motivación: siempre uno trata de descubrir y va aprendiendo en el camino de avistamientos; pero encontrar algo así que nunca nadie había registrado en Chile, vuelve todo diferente”, expresa. “Fue bacán”.

Díaz después supo que había visto a una hembra que, a diferencia de los machos, tendría menos roja la coronilla y negras las plumas en la zona malar, que es la parte inferior de la mandíbula y debajo de sus ojos, mientras que ellos contarían con una “bigotera” rojiza. Así se diferencian al verlos. A Díaz le gustaría regresar a la cordillera y topársela otra vez .

La espectacular historia de los carpinteros reales que cruzaron la cordillera y se asentaron en Chile. Foto: Sergio Díaz.

¡Sorpresa multiplicada!

Nicole Castillo, chef pastelera y amante de la naturaleza de toda la vida viajó a recorrer la Región de O’Higgins a inicio del 2025. Partió por la costa, en busca de aves a Pichilemu y alrededores; luego emprendió rumbo de San Fernando a la cordillera, hacia la naciente del río Tinguiririca, a las Termas del Flaco, un camino difícil, víctima de derrumbes y aludes, en reconstrucción y con horarios limitados. “Fue un poco complicado, pero yo, atrevidamente, quise subir igual”, cuenta. “Todo después tuvo mucho sentido”.

¿Su misión? A Nicole le gustan los loros tricahue (Cyanoliseus patagonus) y había escuchado que por allá hay “una cantidad enorme”, más en el periodo reproductivo.

Era 20 de enero. Le llamó la atención el silencio y los árboles frutales plantados en medio de la apachurrada vegetación cordillerana. Tras dejar atrás el puñado de hostales, pensiones y casas, en la última, a los pies de la montaña, donde había manzanos y ciruelos, se encontró con un “carpintero” que picoteaba una ciruela. “Me quedé harto rato observándolo”, cuenta. “Sentí que no tenía temor a los humanos”.

Pero el ave no estaba sola, sino con dos más pequeñas. Nicole estuvo largo rato mirándolas: “Bastante amigables, un comportamiento entre ellas muy social, compartiendo las frutas que había”, describe.

“También anduvieron un rato a ras de suelo, caminando más que volando”, al punto que “pensé que podrían estar heridas, o con algún problema en un ala; pero no, después volaron normalmente”, aclara. “Fue un bonito encuentro”.

Nicole también pensó: “Ah, es un pitío”, y luego le entró la duda; sin señal, poco podía hacer. Al día siguiente —después de lograr ver a los loros tricahue—, cuando volvió a tener Internet, contactó a un amigo ornitólogo de su natal Villa Alemana, quien envió al registro a otros entendidos que los reconocieron: eran carpinteros reales, por segunda vez en Chile, y esta vez no sólo uno, sino tres, dos de ellos presuntamente juveniles, lo que agregaba una nueva arista: ¿se había reproducido?

La espectacular historia de los carpinteros reales que cruzaron la cordillera y se asentaron en Chile. Foto: Nicole Castillo.

“Era la hembra y los otros, a mi parecer, eran sus hijos; pero esta información la he compartido con otras personas y todos tienen sus propias hipótesis”, aclara ella. Lo qué sí tiene claro es que la hembra era de mayor tamaño. Ella tenía una “crestita” colorada, pero no de un rojo “tan intenso” como los otros dos, describe. “Quedé con la duda”, admite. Allá, a Castillo también le comentaron que esta especie se ha visto desde el 2023.

Sobre este arribo, “ocurre porque las aves tienen una gran capacidad de movimiento, y puede que debido a los fenómenos de cambio climático y de temperatura de los mares, incendios en regiones limítrofes o sequías, algunos ejemplares —no poblaciones— se desplazan más allá de un rango habitual o conocido”, supone Martínez-Piña, quien especula: “Quizás encontraron los recursos suficientes para sostenerse, que es el abrigo de las arboledas, y sin duda hay alimento disponible para ellos; se quedaron en el área, no siguieron avanzando”.

A su juicio, que estos Colaptes lleven ya dos temporadas en Chile no es “suficiente” para que hablar de una “población”, simplemente “se trata de una pareja o de un grupo de ejemplares que se reprodujo y que están formando un plantel de individuos que podrían, eventualmente, en el futuro serlo”; así, conceptos como “desplazamiento” o “expansión” de la especie le resultan precipitados.

Castillo publicó el avistamiento E-Bird y recibió correos para saber la ubicación y cómo llegar: “Genial que muchas personas se preocupen, y ahora hay que estudiarlo, para ver qué pasa con su ruta migratoria, de qué se alimentan ahí, y todo lo que conlleva la convivencia con las demás aves nativas de nuestro país”, sugiere.

La espectacular historia de los carpinteros reales que cruzaron la cordillera y se asentaron en Chile. Foto: Nicole Castillo.

Aunque las condiciones para sobrevivir parecieran ser, al menos, no tan hostiles para estos Colaptes, Martínez-Piña remarca que “no forman parte del ecosistema chileno”. El territorio ya es habitado por su pariente nativo C. pitius: “Si este carpintero prospera en forma natural y empieza a expandir su población, va a entrar en contacto con esta especie”, vislumbra. “No podemos considerarla una especie invasora porque no fue traída en forma artificial; pero tendrá que adaptarse a los ecosistemas”. Eventualmente podría darse “algún tipo de competencia” entre ambos parientes, que tienen una dieta y forma de alimentarse similar, añade.

De momento, una incógnita es qué pasa con estos individuos en los meses fríos: ¿permanecen en territorio chileno? ¿O cruzan hacia Argentina, Bolivia, Brasil y todo su rango de distribución a otro lado de Los Andes?

¿Nueva especie para Chile?

Siempre han habido aves errantes, ejemplares que, por alguna razón, aparecen en algún sitio fuera de la distribución conocida, según explica Mártinez-Piña. Pero, a su vez, también hay casos de individuos que colonizan nuevas tierras en las que perseveran. “Sólo los datos van dando certeza de una especie nueva, de una expansión de poblaciones, desaparición o lo que sea”, explica.

Martínez se declara “un poco distante” del “fenómeno” de las especies errantes, como lo sería hasta ahora el carpintero real. El autor de Aves de Chile asegura que en el país se registran 450 especies de las que se sabe dónde y cuándo encontrarlas, mientras que 143 no responden a estas preguntas (durante el 2024 se registraron seis, entre ellas C. melanochloros). “Todas estas especies errantes generan mucho entusiasmo en la comunidad ornitológica, y casi son consideradas como ‘nuevas especies para Chile”, pero “son casos esporádicos, que aparecen y no forman parte del plantel ornitológico”.

Por lo tanto, mientras no se acumulen datos, Martinez-Piña es cauto y no la considera un ave “residente” con todas las de la ley, a pesar de que “es un hecho que por lo menos dos ejemplares cruzaron la cordillera, se asentaron en las de Termas del Flaco y realizaron un evento de reproducción exitosa”.

Natacha González, ornitóloga de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC), coincide en que el “futuro es incierto”, ya que los juveniles debiesen permanecer a lo más un par de temporadas con los padres y luego separarse, lo que evitaría que “se reproduzcan entre familiares”, pero esta sería una “situación especial”, al encontrarse algo aislados.

La espectacular historia de los carpinteros reales que cruzaron la cordillera y se asentaron en Chile. Foto: Natacha González.

Había cierto escepticismo en “el mundo pajarero” sobre el primer registro del carpintero real, según admite Sergio Jaque, abogado de profesión pero ya desde hace un buen tiempo interesado en los animales silvestres. Parecía improbable, más en pleno invierno, con el caserío prácticamente sin observadores posibles. Así que se contactó con Sergio Díaz, el primer avistador, “y cuando hablé con él me dio la confianza suficiente”.

Jaque quería ver al carpintero con sus propios ojos.

Ya en enero, cuando Nicole Castillo compartió cuatro nítidas fotos en E-Bird, no había duda. Incluso, junto a las capturas, ella agregó una descripción: “En el sector hay árboles frutales, específicamente ciruelos, en los cuales había muchas hormigas grandes, que eran de todo su gusto”. Aquella conducta descrita hizo sentido a Jaque: “Efectivamente dentro de la dieta principal de este carpintero están las hormigas y otros insectos”, dice.

El género Colaptes es “bastante terrícola y se alimentan mucho en el suelo”, evidencia Martínez-Piña, de hecho, ejemplifica que el pitío del norte vive en el altiplano, donde no hay árboles, mientras que el de la zona central “incluso nidifica en galerías que cava a veces él mismo en la tierra”, explica.

El 25 de enero Jaque partió con unos amigos desde Santiago a las 5 AM hacia la cordillera de San Fernando. Estuvieron toda la mañana buscando a los C. melanochloros, sin éxito. “Decidimos soltar”, admite. “Estábamos súper preocupados porque no lo veíamos”. Almorzaron para despejarse y, en un segundo intento, se encontraron con otros adeptos, quienes les dijeron que recién habían visto un carpintero real. Eso sí, no le dieron más pistas.

La espectacular historia de los carpinteros reales que cruzaron la cordillera y se asentaron en Chile. Foto: Nicole Castillo.

Luego, mientras Jaque y sus colegas caminaban por una alta arboleda, arriba, a unos 20 metros, había uno. Le tomaron fotos e incluso lo escucharon vocalizar; el abogado grabó aquellos sonidos, lo que haría más fácil reconocerlos en el futuro. “Pese a que había viento, igual se alcanza a escuchar algo”, destaca. Entraron al Hotel Termas del Flaco, donde se ubicaban los árboles con las aves, caminaron y los vieron más de cerca.

Para su sorpresa, eran cuatro carpinteros.

“Generalmente las aves errantes o accidentales llegan de una, pero ahora eran cuatro y eso causó harta conmoción o revuelo, porque se pensó que, si estaba desde el invierno una, tal vez habían más, y se quedaron todo el invierno y nidificaron”, especula.

Eso sí, según observó Jaque, ninguno de los individuos tenía indicios de ser juvenil, al menos en sus plumas. “Pero muchas especies de pájaros alcanzan un plumaje que aparentan ser adultos bien rápido, en meses”, así que “perfectamente pudieron haber sido unos subadultos”, advierte. “Yo pondría harto énfasis en que no es un hecho que están nidificando, sino que es una posibilidad, y creo que hay que ponerle mucha atención”.

Una vez haya quedado atrás el invierno, seguramente otros “pajareros” volverán a ver qué sucede, “para ratificar esta hipótesis”, vislumbra Jaque. Hacia el final de la temporada, se ha reportado que la mini-bandada habría encontrado refugio en el solitario sanatorio de tuberculosis a medio construir desde 1948, donde, eventualmente, podrían sobrellevar el mal tiempo.

Marcelo Muñoz, guía de salidas fotográficas, decidió partir a la cordillera el 8 de marzo. “Por lo general me gusta ir después, cuando las aves están más tranquilas, porque siento que las acosan mucho”, comenta. Partió su búsqueda efectivamente desde el sanatorio abandonado; le habían dicho que por ahí andaban. Sin embargo, bajando, los encontró en un “campito” con muchos árboles. Uno pasó volando encima suyo, lo siguió y el carpintero, macho, se posicionó en la copa de un alto pino, donde se encontró con los demás individuos.

Eran cuatro, dos adultos, “y dos que parecen ser juveniles, que tienen menos colores, por eso lo asumo”, detalló.

El grupo curiosamente andaba acompañado: un pitío que “lo seguía a los otros cuatro, como que se unía al grupo, no era el líder”, describe. De ahí el quinteto se puso en el techo de una casa y bajó una y otra vez al suelo. En una de esas aterrizadas, Muñoz los fotografió. Luego volaron hacia el río y los perdió de vista.

Otros reportes de observadores coinciden con el de Muñoz: dicen haber visto a un pitío cerca o junto al clan familiar.

“La naturaleza está en movimiento, la evolución y la adaptación es un fenómeno permanente, y quizás, ahora que ya vemos tantos observadores de aves, somos testigos de estos cambios naturales y que están ocurriendo”, reflexiona Martínez sobre el caso. “En fin, somos testigos de una naturaleza viva, de cómo los ecosistemas cambian y cómo las especies se adaptan, y poblaciones de unas especies desaparecen, otras prosperan y colonizan sectores nuevos”.

Distintos fotógrafos y adeptos a las aves han compartido en Instagram e E-Bird registros de estos carpinteros. El último data del 13 de abril, que se observó a los cuatro individuos. La presunta familia. “Están muy habituados, se desplazan constantemente desde las arboledas hasta el hotel y vocalizan activamente”, comenta Natacha González. “Tampoco les molesta mucho la gente. Ojalá les vaya bien”.

“¿Qué ocurrirá con esta familia carpinteros reales?”, se pregunta Martínez-Piña. “Está por verse”. Y agrega: “Lo interesante es que la comunidad esté alerta y veamos a los pitíos y carpinteros con más atención, porque, de pronto, si se empieza a ver registros de la misma especie en otros partes de la Región de O’Higgins, o a menor altura, podríamos estar siendo testigos de una colonización natural de una especie sin registros anteriores para Chile”.

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