La horrible historia del millonario escritor de cómics que mutiló y asesinó a su novia: se inspiró en una de sus obras

Esta nota incluye partes de violencia explícita.

Cuando el canadiense Blake Leibel publicó su cómic de terror más conocido en 2010, sus cercanos jamás pensaron que los sangrientos escenarios que retrataba serían un reflejo de sus verdaderas intenciones, más allá de la ficción.

Aquella controvertida novela gráfica con su firma, titulada Syndrome, relata la historia de un neuropatólogo que busca probar una teoría para aislar el mal del cerebro humano.

De esa manera, el protagonista se sumerge en brutales experimentos con un asesino serial como conejillo de indias, para así encontrar una cura para las enfermedades que llevan a estos criminales a cometer tales actos.

En el momento en que el cómic se estrenó, a los conocidos de Leibel tampoco les llamó la atención que el personaje principal tuviera su propio apellido materno: Chitel.

Sin embargo, años más tarde descubrieron que el ficticio Dr. Wolfe Chitel y el hombre que lo creó tenían un aspecto común.

Las escenas en las que se ven torturas, cadáveres, una chorrera de sangre y una mujer mutilada traspasaron las páginas de la novela y se convirtieron en una realidad, a manos del mismísimo Leibel.

“Si te encanta lastimar cosas, ¿qué harías?”, es una de las frases que escribió en el prólogo de Syndrome para interpelar a los lectores.

Una vez que los policías lo encontraron con los restos del cuerpo de la novia que tenía cuando efectuó el crimen, recurrieron a su obra para analizar el modus operandi.

“Al final, todos nos convertiremos en monstruos”, redactó en otra viñeta del cómic, en la que se ve la ilustración de una mano ensangrentada.

El dinero siempre estuvo presente en la vida de Blake Leibel. De hecho, nació en el seno de una de las familias más pudientes de Toronto, Canadá.

Su padre, Lorne Leibel, tenía múltiples activos en el área de la construcción y en el pasado había sido un elogiado regatista olímpico. Sin embargo, destruyó su carrera deportiva tras dar positivo en un test antidoping en unos Juegos Olímpicos.

Por otro lado, su madre Eleanor Chitel también poseía una herencia millonaria, ya que sus progenitores poseían una exitosa empresa de plásticos que hoy se llama Polytarp Products, según rescató Infobae.

A pesar de que ninguno de los dos enfrentaba problemas financieros, sí tenían algunas dificultades en la convivencia. Él destacaba por su carácter agresivo, mientras que ella combatía con un diagnóstico severo de trastorno bipolar.

Tanto Blake como su hermano Cody crecieron en medio de la élite canadiense, rodeados de lujos y sin carencias económicas en el exclusivo barrio de Forest Hill.

Para las miradas externas, ambos se veían felices. No obstante, todo cambió cuando Lorne y Eleanor se separaron.

Ahí, Cody optó por irse a vivir con su padre, mientras que Blake prefirió quedarse con su mamá.

Después de aquel acontecimiento, las mitades de la familia nunca volvieron a reconciliarse ni a compartir como antes. Aún así, el dinero nunca les faltó.

Incluso, cuando cumplió la mayoría de edad se le asignó una mensualidad de 18 mil dólares. Dicha cifra se traduce en más de 16 millones de pesos chilenos, bajo el cambio actual.

Pese a que Blake no tenía la necesidad ni la obligación de trabajar, sí tenía un sueño que despertaba su emoción: ser un multifacético creador de cómics, guionista cinematográfico y director de animación.

Con ese propósito en mente, a sus 23 años optó por mudarse temporalmente en 2004 a Los Ángeles, California, para así evaluar sus posibilidades en un punto neurálgico del entretenimiento a nivel mundial.

Con él, se fueron otros dos hijos de millonarios canadienses, llamados Jack Latner y Lawrence Longo.

Así, los socios fundaron una empresa llamada Fantasy Prone, a través de la cual buscaron destacar en el ámbito artístico de la ciudad estadounidense.

Si bien, Blake tenía una amplia cantidad de dinero a su disposición, el proceso no fue tan rápido como esperaba.

Cuatro años más tarde, en 2008, ejerció como director y consultor creativo de Spaceballs, una serie de dibujos animados que se basó en el filme homónimo que Mel Brooks estrenó en 1987.

En 2009 dirigió una comedia propia llamada Bald y en 2010 publicó su controvertido cómic titulado Syndrome, entre otros proyectos gráficos como United Free Worlds y un libro para niños llamado Gold Medal Rabbit.

Blake Leibel estaba empezando a abrirse un espacio en la escena artística y se describía a sí mismo como un “creador de nuevos mundos”.

Ese mismo año, ya bordeando los 30 de edad, inició una relación con una ex modelo llamada Amanda Braun. Y en 2011, su madre murió a raíz de un cáncer cerebral.

Aquello derivó en que Blake recibiera una millonaria herencia de Eleanor Chitel, además de propiedades como la mansión de Forest en Canadá y una vivienda de lujo en Los Ángeles, entre otras.

Aún así, optó por vender la exclusiva casa en la que vivió con su madre. De hecho, ni siquiera asistió a su funeral.

Asimismo, decidió establecerse en la ciudad californiana y proponerle matrimonio a su pareja. Ella aceptó. Y un mes después de la ceremonia, nació su primer hijo.

Con el objetivo de vivir como una familia feliz, se mudaron a una casa que Blake tenía en Beverly Hills.

También, en 2013, demandó a su padre bajo el argumento de que este no lo mantuvo económicamente durante su adolescencia. Sin embargo, perdió el juicio, ya que este último presentó pruebas concretas de que en siete años —tanto él como Chitel— le habían dado una suma cercana a los dos millones de dólares.

Tras la derrota frente a Lorne Leibel en el tribunal, Blake se esmeró en mantener las apariencias con sus cercanos y su esposa Amanda.

Se mostró amable y tranquilo por dos años, hasta que a inicios de 2015 cambió repentinamente de actitud: se puso irritable y comenzó a alejarse de sus cercanos.

Apenas bastaron unos meses para que, cuando su esposa estaba a punto de dar a luz a segundo hijo, decidiera pedirle el divorcio y abandonar la casa familiar.

Unas semanas después, conoció a una abogada ucraniana llamada Iana Kasian, quien tenía 30 años, había nacido en Kiev y tuvo la oportunidad de trabajar como fiscal en su país de origen. Había llegado en 2014 con el objetivo de aprender inglés y estaba abierta a formar una familia.

Encantada con la personalidad y las citas románticas que le propuso Blake, pensó que él —un artista adinerado— podía ser el compañero perfecto para este último propósito, por lo que aceptó que vivieran juntos en un departamento que tenía en el sector de West Hollywood.

Cuando le confirmó que estaba de acuerdo, el canadiense le regaló un Mercedes-Benz descapotable.

En agosto nació el segundo hijo que tuvo con Amanda Braun —su pareja anterior— , mientras que Iana quedó embarazada al poco tiempo después.

Ambos emanaban efervescencia al estar en pareja, pero Blake, en su interior, no estaba conforme.

Mientras estaba formalmente con Iana, inició sus andanzas a escondidas con una amante llamada Constance Buccafurri, a quien conoció por motivos de trabajo.

El millonario canadiense quería estar tan cerca de las dos, que incluso le ofreció a esta última que se quedara en otra de sus propiedades, ubicada a solo unos kilómetros del departamento en el que vivía con la abogada ucraniana.

Ya en marzo de 2016, la madre de Iana, Olga, tomó un avión desde Kiev en dirección a Los Ángeles, debido a que su hija la había invitado a que la acompañara en la última fase del embarazo y en los primeros meses de la bebé.

Al inicio, la actitud de Blake le pareció agradable, pero sus impresiones del padre de su nieta dieron un giro cuando nació la pequeña Diana Leibel, el 3 de mayo de 2016.

De un instante a otro después del parto, el hombre se mostró enfurecido por la atención que recibía su hija recién nacida.

Fue ahí cuando Olga tuvo sus primeras sospechas de que Blake podía ser un peligro.

Durante el transcurso de los primeros días de vida de la bebé, Buccafurri denunció a Blake por un presunto abuso sexual.

A raíz de aquello, agentes de la policía fueron a arrestarlo al departamento de West Hollywood en el que él vivía con Iana y su pequeña hija.

Lo ocurrido ese 20 de mayo de 2016 desconcertó a la ucraniana. Si durante los inicios de su relación se mostraba tan amable, ¿por qué ahora había cambiado de actitud y, más encima, estaba siendo acusado de una agresión de ese calibre?

Tras pasar unas horas en el calabozo de la comisaría, Blake desembolsó una suma de 100 mil dólares (más de 91 millones de pesos chilenos) como fianza para salir en libertad.

Por su parte, Iana se encontraba con la bebé en el lugar en el que se hospedaba su madre, el cual le fue facilitado por el padre de su nieta.

Él fue hasta allá, insistió en que tenían que hablar y fingió estar arrepentido, por lo que finalmente le dio una oportunidad. Eso sí, solo para conversar. Dicha decisión facilitó los infames planes de Blake.

El 24 de mayo de ese año, la mujer fue al departamento de West Hollywood en el que habían convivido.

Leibel la recibió y rápidamente se abalanzó sobre ella para golpearla, morderla y torturarla con un cuchillo.

Junto con ello, mutiló distintas partes de su cuerpo y la arrastró hasta una bañera para drenar su sangre.

Según revelaron los peritos posteriormente, tales ataques tuvieron una duración aproximada de ocho horas, en las que ella permaneció viva antes de morir.

A medida que avanzaban las manecillas del reloj, la preocupación de Olga aumentaba.

Llamó seis veces a Iana por teléfono y le mandó decenas de mensajes de texto, pero no había respuesta.

No conforme y con el presentimiento de que su hija corría peligro, fue hacia el departamento de West Hollywood y golpeó la puerta. Nadie le abrió ni le dijo nada.

Cerca de las 1:00 de la madrugada, la hermana de Iana que vivía en su país de origen, Evegenia, recibió una llamada de la mujer, pero no alcanzó a responder en ese instante. Le devolvió el llamado, pero Iana no contestó.

Frente a este escenario y ya entrada la mañana, Olga fue a un cuartel de policía para manifestar que desconocía el paradero de su hija, que no atendía los llamados y que temía que Blake pudiese ser el responsable de su incomunicación.

Una patrulla la acompañó hasta el departamento para evaluar la situación, pero tras tocar la puerta varias veces y no obtener respuesta, los agentes optaron por retirarse.

Ella les pidió encarecida que la rompieran para que pudiesen entrar a inspeccionar. No obstante, ellos le dijeron que no tenían la facultad para hacerlo con tan pocos antecedentes.

La madre siguió sin tener noticias de su hija, por lo que a la mañana siguiente volvió a la comisaría e insistió que Iana estaba en riesgo.

A diferencia de en la primera oportunidad, ahí sí se mostraron dispuestos a derribar la puerta del departamento. Y efectivamente, tras golpearla y otra vez no obtener respuesta, lo hicieron.

Los agentes entraron por la cocina y se encontraron con extensas muestras de sangre que llegaban hasta la habitación principal, que estaba bloqueada con colchones y muebles.

Sorprendidos y ahora más que conscientes de que había ocurrido un violento crimen, pidieron refuerzos para entrar a ese sector.

Una vez que ingresaron, se encontraron con el grueso del cadáver de Iana y distintas partes de su cuerpo repartidas por el suelo.

Al lado estaba Blake, empapado con la sangre de la víctima y con signos de que su cara había sido arañada.

Los uniformados revisaron la basura y hallaron bolsas de plástico con más partes de su cuerpo, un cuchillo, y toallas y sábanas teñidas de rojo.

De la misma manera, según manifestaron desde la policía local a CBS News, notaron que a Blake le faltaba parte de su meñique derecho y que una de estas últimas tenía la marca de una mano a la que le faltaba ese dedo.

El escenario era demoledor.

Cuando los conocidos y cercanos de Blake fueron interrogados por los detectives, la gran mayoría de ellos declaró que aunque su personalidad era excéntrica, nunca sospecharon que pudiese cometer un crimen de esa magnitud.

Solo una persona aseguró bajo anonimato que estaba obsesionado con la violencia, lo que le parecía inusual.

Durante el juicio que inició el 8 de junio de 2018, el canadiense insistió en su inocencia a pesar de la abrumadora cantidad de pruebas y de que había sido encontrado junto al cadáver de Iana Kasian.

Ante sus argumentos insostenibles, uno de los fiscales a cargo del caso, Tannaz Mokayef, dijo que el crimen “no solo fue un asesinato”, sino que también “un prolongado ataque donde ella estuvo viva la mayor parte del tiempo que duró su mutilación y calvario”.

Beth Silverman, otra de las fiscales, describió que fue “una lenta y dolorosa muerte”, en la que “Blake tiró trozos del cuerpo de su novia como si se tratase de basura”.

“¿Cómo alguien puede hacerle algo así a otro ser humano que supuestamente ama?”, expresó ante el estrado, para más tarde añadir que “estaba celoso porque había aparecido en sus vidas la bebé que le robaba toda su atención”.

En el tribunal, también se mostraron las ilustraciones que Leibel hizo en Syndrome, para así descifrar la mente del entonces acusado.

Olga, en su turno para hablar, relató los comportamientos de Blake y recalcó que era “el monstruo que arruinó nuestras vidas”.

Finalmente, el millonario canadiense fue declarado culpable de asesinato en primer grado, mutilación agravada y tortura en contra de la abogada ucraniana.

Aquello se tradujo en una sentencia de cadena perpetua sin libertad condicional, por lo que esta vez, su dinero no le permitiría evitar los barrotes de la prisión.

Un año más tarde, también se determinó que debería pagar más de 41 millones de dólares a la familia Kasian, para así financiar los gastos de la pequeña Diana, quien quedó a cargo de su abuela materna.

Cuando se cerró el juicio de manera absoluta, ambas tomaron un avión con destino a Kiev.

Como es de esperar, la percepción de Olga en torno a Los Ángeles no era la misma que cuando llegó en 2016.