Europa, una de las 79 lunas de Júpiter que se cree, posee un gran océano de agua líquida bajo de su corteza, ha sido uno de los objetivos principales en la búsqueda de vida fuera de la Tierra. El problema es que su superficie es constantemente bombardeada por la intensa radiación del planeta que orbita, por lo que es posible que con el tiempo este factor haya llevado a la destrucción de cualquier organismo que habite su superficie, o incluso cualquier rastro biológico de la vida antigua.
Debido a esto, los científicos han asumido que cualquier sonda que aterrice allí debería perforar varios metros en la dura corteza para obtener muestras orgánicas útiles, algo que no es posible con las tecnologías actuales. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que quizás no sea necesario cavar tan lejos.
Según una investigación publicada en Nature Astronomy, los rastros de vida en Europa -de existir- podrían encontrarse a pocos centímetros por debajo de su superficie helada, lo cual podría ayudar a identificar los sitios de aterrizaje para las misiones en el futuro próximo.
En la investigación, Tom Nordheim, químico planetario y astrobiólogo del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, modeló los efectos de las partículas radiactivas que golpean la superficie de Europa, comparando los resultados con datos que muestran qué tan rápido estas partículas radiactivas descomponen los aminoácidos, componentes básicos de la vida.
Así, los resultados revelaron que las tasas de radiación que golpeaban la superficie variaban drásticamente según la ubicación. Esto los llevó a concluir que en latitudes medias a altas, los aminoácidos podrían existir a niveles detectables entre 1 y 3 centímetros por debajo de la superficie, lo que aumentaba a varias decenas de centímetros en las regiones ecuatoriales.
Es por ello que de acuerdo al estudio, los lugares más prometedores para analizar serían las regiones de latitudes medias a altas de la luna de Júpiter.
La próxima misión de la NASA a Europa será Clipper, que se lanzará a principios de la década de 2020 para realizar observaciones de la superficie de la luna. Además de identificar posibles sitios de aterrizaje para futuras sondas, también confirmará la evidencia reportada en otro estudio que mostró grandes columnas de líquido originadas bajo la superficie y expulsadas al espacio. Estas columnas también serían lugares prometedores para la búsqueda de vida.