Las escuelas que ayudan a sus estudiantes a transicionar su género, sin avisarle a sus familias
A pesar de que a las escuelas les gustaría involucrar a los padres en el proceso, prefieren guiarse por pautas que protegen a los estudiantes de la discriminación y violaciones de su privacidad, además que consideran que hay familias que no son “seguras” para sus propios hijos.
Jessica Bradshaw le contó al New York Times que encontró una tarea de su hijo de 15 años, con un nombre que no conocía en la parte superior. Así, con un garabato, fue que descubrió que su hijo se identificó como transgénero en su escuela, en el sur de California, Estados Unidos, donde lo habían dejado utilizar el baño de hombres durante seis meses y lo llamaban por sus pronombres masculinos.
“Nunca hubo una palabra de nadie que nos hiciera saber que en el papel y en el salón de clases, nuestra hija era un hijo”. Aunque la mujer estaba confundida y se preguntó si la escuela necesitaba su permiso o, al menos, contarle sobre la decisión de su hijo, un consejero estudiantil le explicó que él no quería que sus padres supieran y que, además, las políticas del distrito y del estado instruyeron a la escuela a respetar sus deseos.
El estudiante defendió a la escuela, pues contó al Times que ya había tratado de hablar con sus padres sobre el tema, sin embargo, dijo que no lo tomaron en serio, por lo que decidió pedirle ayuda a su centro educacional. “Las escuelas solo están tratando de hacer lo mejor para mantener a los estudiantes seguros y cómodos. Cuando eres trans, sientes que estás en peligro todo el tiempo. Aunque mis padres aceptaban, todavía tenía miedo y por eso la escuela no se lo dijo”.
El choque de los derechos
La escuela pública a la que asiste el hijo de Jessica Bradshaw es una de las muchas en Estados Unidos que permiten a los estudiantes hacer una transición social, es decir, cambiar su nombre, pronombres o expresión de género, sin el consentimiento de los padres.
A pesar de que reconocen que quieren involucrar a los padres en el procesos, las instituciones optan por seguir las pautas federales y estatales que protegen a los estudiantes de la discriminación y las violaciones de su privacidad.
No obstante, muchos padres cuyos hijos hicieron su transición de género en las escuelas, y sin permiso de ellos, reconocieron que se sienten “maltratados por los educadores” y se molestaron, pues creen que “las escuelas saben qué es mejor para sus hijos que ellos mismos”. De hecho, reclamaron que los educadores no deberían intervenir en notificar a los padres a menos de que existan evidencias de abuso físico en el hogar.
También, existen grupos de padres que están derechamente en contra de la transición de género y sienten que las escuelas pusieron a los niños transgénero en un camino que “no están calificados para supervisar”.
Aquí es cuando chocan los derechos de los niños contra los “derechos de los padres”, un término que ocupan los republicanos para defender las decisiones que los progenitores puedan tomar sobre la crianza de sus hijos. De hecho, grupos locales de conservadores presentaron demandas contra los distritos escolares por “no involucrar a los padres en la educación y el cuidado de la salud mental de sus hijos”.
Sin embargo, a pesar de que se cree que los grupos más conservadores están trabajando para deslegitimar la educación pública y erradicar los derechos de las personas transgénero, la preocupación de los padres de todas las tendencias políticas sobre cómo la escuela trata la información de sus hijos y prefiere no revelarla, es transversal.
La justificación de las escuelas
La cantidad de jóvenes que se identifican como transgénero en Estados Unidos todavía es acotada, sin embargo, casi se ha duplicado en los últimos años. Por esta razón, las escuelas han visto la necesidad de abordar las necesidades de los jóvenes transgénero, a pesar del entorno político polarizado.
En su defensa, estas instituciones han señalado investigaciones que muestran cómo las políticas inclusivas benefician a todos los estudiantes, razón por la que expertos en educación aconsejan que en las escuelas, los estudiantes puedan utilizar sus nombres y pronombres preferidos.
Además, los educadores reconocieron que se sienten “obligados por su propia moralidad” a afirmar las identidades de género de los estudiantes. “Mi trabajo, que es un servicio público, es proteger a los niños”, dijo Olivia Garrison, profesora de historia en California. La educadora ayudó a estudiantes a hacer su transición social y argumentó que a veces hay casos donde los niños necesitan protegerse de sus propia familia, pues no todos los niños tienen espacios seguros en casa.
Así, en un vaivén de demandas de los padres a las escuelas, algunos maestros han sido sancionados por notificar a los padres que sus hijos cambiaron de nombre y pronombre, y es que la Unión Estadounidense de Libertades Civiles declaró que es inconstitucional que las escuelas públicas revelen la identidad de género de un estudiante a otras personas. De hecho, uno de los miembros de esta institución dijo que “los padres enojados pueden poner a sus hijos en una escuela privada o educarlos en casa”.
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