Las últimas horas de Narumi: el caso que puso en jaque a Nicolás Zepeda

Todo partió en 2014. Ese año, el chileno Nicolás Zepeda, hijo de una familia acomodada, conoció en Japón a una alumna de la Universidad de Tsukuba llamada Narumi Kurosaki.

En aquel entonces, él contaba con estudios en la Universidad de Chile y había llegado a dicho establecimiento del país asiático a raíz de un intercambio, el cual tenía una duración desde abril de dicho año hasta el mismo mes del siguiente.

Al poco tiempo de haberse conocido, ambos iniciaron una relación amorosa que incluso llevó a que la joven nipona posteriormente viniera a Chile, para así conocer a los familiares de Zepeda.

Sin embargo, lo que parecía a simple vista una prometedora historia de amor, finalmente no lo fue.

El vínculo de pareja entre Zepeda y Kurosaki tuvo su quiebre en agosto de 2016, después de que ella se mudara a Besanzón, una ciudad del este de Francia, para continuar con sus estudios y aprender el idioma local.

No obstante, los objetivos de la japonesa se vieron obstruidos apenas unos meses más tarde, luego de que se reportara su desaparición y —ante la ausencia de su cadáver— su muerte.

A partir de aquello se inició una investigación policial para determinar quién fue el criminal que estuvo detrás de tales acontecimientos.

El único acusado resultó ser Zepeda, quien se adentró en un proceso judicial en donde las pruebas de la fiscalía, las declaraciones de testigos y sus propias contradicciones lo llevaron a posicionarse en el centro del caso.

Narumi tenía 21 años cuando se le vio por última vez.

Según los peritajes de las autoridades, Zepeda no quedó conforme con el término de su relación amorosa con Kurosaki.

Fue por esto que en diciembre de 2016 viajó a Europa para reencontrarse con ella.

En ese momento, la nipona ya había adoptado un vínculo con otra pareja y no tenía interés de volver con él.

“Después de que se separaran, ella le tenía miedo”, aseguraron testigos entrevistados por la policía.

De hecho, entre las declaraciones posteriores se afirmó que el quiebre entre ambos “no transcurrió bien”.

Y a esto se le suma que durante una fiesta que se celebró en noviembre de 2016, Kurosaki relató a sus cercanos que “tenía un problema con su exnovio” y que había enfrentado un “hackeo” en una de sus redes sociales a partir de tales complicaciones.

Una amiga de la japonesa fue más allá y declaró más adelante que el chileno era “excesivamente atento” y profundizó en ese punto: “Narumi me dijo que Zepeda estaba accediendo a sus cuentas de Facebook. Le estaba diciendo que debería dejar de tener relaciones con sus amigos varones”.

Otra de las amistades de la joven de 21 años concordó con tales afirmaciones y dijo que efectivamente ingresó a dicha plataforma para eliminar a sus contactos masculinos.

A pesar de tales puntos, Zepeda logró salir con Kurosaki a comer cuando fue de visita a Francia.

Según rescató la Agencia France Presse, fueron a cenar a un restaurante llamado “La Table de Gustave”, el cual está ubicado 25 kilómetros al sur de Besanzón, la ciudad en donde Narumi estudiaba.

El calendario marcaba la fecha del 4 de diciembre de 2016 y la última vez que se vio a la nipona fue precisamente esa tarde, sentada junto a él en una mesa del local.

Pasaron las horas hasta que, en la madrugada, los compañeros de la residencia universitaria en la que vivía Kurosaki escucharon gritos y golpes desde el sector de su habitación.

Zepeda relató posteriormente que fue hasta allí para que tuvieran relaciones sexuales. Según él, fue bajo el consentimiento de ambos y se retiró del lugar apenas terminaron.

Desde ese momento, no se volvió a tener rastro de Narumi.

Y cuando finalmente se reportó su desaparición después de varios días, él ya había regresado a Chile.

Luego, progresivamente se fueron revelando nuevos detalles de un caso que duraría años y que causaría conmoción alrededor del mundo.