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Crédito: CEP

Lorenzo Rosenzweig: “La gran batalla es depender menos de los combustibles fósiles”

El ingeniero bioquímico y ex director del Fondo Mexicano de Conservación Natural, el mayor en su tipo en Latinoamérica, estuvo de visita en Chile para participar en un seminario del CEP. El experto abordó distintos modelos para preservar la naturaleza y así hacerle frente al cambio climático, que él califica como “el mayor problema que tiene hoy la humanidad”.


Lorenzo Rosenzweig se interesó en la naturaleza desde niño. Esa fascinación infantil por los animales sobre los que leía en los libros que le regalaba su padre se convirtió luego en su vocación. Estudió ingeniería bioquímica en Monterrey y luego obtuvo una maestría en biología marina y tecnología de alimentos en Estados Unidos. Se convirtió en consultor ambiental, y entre 1993 y 1994 ayudó a diseñar el Fondo Mexicano de Conservación Natural (FMCN), el primero en su tipo en el país del norte y que Rosenzweig dirigió hasta el 1 de enero pasado.

El FMCN posee el mayor patrimonio de todas las iniciativas de este tipo que operan en América Latina: de hecho en 25 años, ha invertido más de US$ 160 millones y participado en más de 2.000 proyectos de conservación, además de establecer 52 áreas protegidas que cubren casi 400 mil hectáreas de territorio mexicano. Fondos de este tipo existen en varios otros países del mundo, pero no en Chile y eso motivó su reciente visita a Santiago, donde participó en un seminario sobre "Modelos de financiamiento y conservación de la naturaleza", que tuvo lugar en el CEP. En ese encuentro, se abordó desde el cambio climático que afecta al planeta hasta posibles medidas paliativas.

-Los movimientos para la conservación de la naturaleza son anteriores a la preocupación por el cambio climático. ¿A qué razones responden?

- El Fondo Mexicano cumplió 25 años y decidimos conmemorarlo con el primer libro que narrase la historia del movimiento conservacionista en el país. Se llama Historia de nuestro futuro y analiza por qué se empieza a conservar en México. Todo parte, como sucedió en otros lugares del mundo, como un interés académico, de historia natural, de aristocráticas colecciones de insectos y jardines botánicos. Pero con la invasión del territorio por parte de bovinos y ovinos, además de la agricultura, el territorio se deteriora y se van perdiendo especies y ecosistemas. La sociedad comienza a darse cuenta que nuestro entorno no es un recurso infinito y que lo estamos perdiendo. El movimiento conservacionista en México se da a finales de los 80, pero la conciencia surge, como en muchos países latinoamericanos, al constatar la destrucción: está a la vista cómo se está perdiendo todo.

-El cambio climático le ha dado un sentido de urgencia…

-Ese es un fenómeno global y la pérdida de biodiversidad es un asunto local. Hay especies migratorias como la ballena gris o la mariposa monarca, pero casi todos los problemas de biodiversidad son nacionales. Para el cambio climático no se puede tener una solución nacional: se requieren medidas globales, y lo que hagan los otros países puede afectar mucho a los demás. En todo caso, el cambio climático es probablemente el mayor problema que tiene hoy la humanidad, inclusive más que la pérdida de biodiversidad.

Rosenzweig conoce de cerca el efecto de ese deterioro, porque es un enamorado de las mariposas monarcas, famosas por su color naranja y negro y por la migración de 4.000 kilómetros que realizan cada año desde Canadá hasta el centro de México, donde pasan el invierno. Cuando era niño solía pintar aves y mariposas en sus cuadernos, aunque el primer ejemplar que vio fue en 1978 cuando llegó a Monterrey, ciudad que está en la ruta migratoria. En la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, en Michoacán, la población durante la época de hibernación llegaba a unos 180 millones de ejemplares a mediados de los 90, cifra que producto de la degradación del hábitat cayó a 6,7 millones en 2013.

-¿Estamos a tiempo de evitar una catástrofe?

-No lo sé, porque hay factores que hacen sinergias entre sí y una vez que se echa a andar un proceso natural de cierta magnitud es muy difícil detenerlo. Si a uno le encargan detener una gran piedra que está cerca de la cima de una colina y en un ligero ángulo, por cuestiones de vectores gravitacionales es posible que no sea tan difícil contenerla. Pero si esa piedra se echa a rodar, el efecto de la velocidad puede tomar una fuerza descendente multiplicada por diez y al caer va arrastrando otras piedras. El temor de muchos científicos del cambio climático es que hay factores que pueden desencadenar reacciones muy complicadas e irreversibles, que pueden hacer la vida en el planeta sea imposible. Pero eso no lo sabe nadie. Hay quienes lo intuyen, lo suponen o lo temen, pero no lo saben. El problema de no saberlo es que si estas cosas ocurren, ya es tarde.

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Lorenzo
Lorenzo

Las mariposas monarca que fascinan a Rosenzweig. Crédito: Creative Commons[/caption]

-James Lovelock, el creador del concepto "Gaia", la Tierra como un ser vivo, es tremendamente pesimista al respecto.

-Y no le falta razón, pero déjeme ponerme ahora del lado optimista: peor aún es no hacer nada. Es peor decir ya no hay nada que hacer, disfrutemos de la vida antes del fin. Ante esta situación de incertidumbre, creo que es mejor seguir pensando que tenemos algún espacio de maniobra.

-Para países vulnerables a las variaciones climáticas, como Chile y México, ¿hay medidas de adaptación?

-Pensar en medidas de adaptación, en la escala en que podemos hacerlo, no deja de ser importante porque, repito, peor es hacer nada. Pero ante un impacto mayor van a servir de poco. Pero las hay. Por ejemplo, desarrollar cultivos más resistentes a altas temperaturas y ponerlos a disposición de las comunidades rurales: ahora podemos adaptar algunas variedades; es una pena que estemos llegando a eso, pero uno tiene que comer. Quizá la gran medida es conservar la infraestructura natural que aún puede ayudar a reducir el impacto negativo del cambio climático, pero parte de ella es a su vez víctima del cambio. Por ejemplo, si hay más huracanes, se pueden mitigar con barreras de coral y sistemas de manglares, pero éstos son altamente inestables frente al cambio climático porque reaccionan muy rápido al calor.

-Entonces, más que adaptación local importaría la mitigación global, enfocada a la reducción y fijación de emisiones.

- Hay muchas cosas que hacer, pero la gran batalla es cambiar el modelo de desarrollo y depender menos de los combustibles fósiles, porque finalmente todo lo demás va a ser muy costoso. La mitigación está en decidirse definitivamente por las energías renovables. Habrá usos de la energía tradicional que va a ser muy difícil cambiar, por ejemplo, en la aviación comercial, pero otros problemas como la iluminación o el acondicionamiento en los hogares sí se pueden resolver con energías alternativas.

Obligatorio versus voluntario

Durante su carrera, Lorenzo Rosenzweig ha publicado más de 30 libros sobre temas ambientales, además de haber sido colaborador activo en diversas expediciones de National Geographic. A través de ese rol, el experto ha sacado varias conclusiones: en una entrevista publicada a fines de 2019 por la agencia EFE, el experto señaló que la inacción ante el cambio climático en México podría generar hacia fines de siglo pérdidas acumuladas comparables a más de dos veces el producto interno bruto (PIB) actual, que asciende a 1,15 billones de dólares.

-La reducción de emisiones a nivel de países sigue siendo una acción voluntaria. ¿Será operativo algún esquema obligatorio?

-El problema de un esquema obligatorio es que es muy difusa la línea entre quienes han creado el problema y ya se desarrollaron depositando el carbono en la atmósfera, y aquellos que dicen que no tienen la culpa y se ven ante un desarrollo encarecido. Las opciones obligatorias van a ser mucho más difíciles mientras se discuta de quién es la culpa. Pero es también un tema de los consumidores. Creo que la gran palanca que puede haber contra todo esto es que la ciudadanía haga un alto y diga basta, que ejerza un consumo diferente y que eso afecte a los mercados, de manera que los lleve a un esquema más sustentable. Las empresas, mientras sigan ganando dinero, no creo que vayan a cambiar.

-La protección del medioambiente es una empresa costosa, ¿cuáles son las formas posibles de financiamiento?

-Hay muchas, pero no creo que el dinero alcance. Pensar que vamos a resolver los problemas ambientales del mundo con recursos filantrópicos es iluso. Lo que tiene que suceder es un cambio del modelo de desarrollo: el actual está roto, no funciona y no puede seguir. No hay dinero que pueda resolver los problemas de la minería o de la agricultura y la ganadería intensivas o de la pesca industrial. Cuando me hablan de financiamiento medioambiental pienso más bien en un cambio de paradigma que haga innecesario tanto financiamiento. Para hacer un símil con la salud del cuerpo, que es también un sistema complejo: yo puedo tratar muy mal a mi organismo y tener una atención médica de lujo con los mejores medicamentos y atenciones. Voy a sobrevivir a un costo elevadísimo. Lo que debería hacer en realidad es pensar: qué tal si dejo de hacer estupideces, como bien, hago algo de ejercicio, duermo lo que corresponde, etc., entonces mi cuerpo se va a cuidar solo. Con la Tierra debiera de hacerse algo parecido, en vez de estar poniendo parches. Si dejo reposar el sistema, se cuidará solo. Esa nueva economía que tenemos que abrazar sería lo que podríamos llamar una economía regenerativa.

-Pero mientras tanto…

-Es que no hay mientras tanto. El mientras tanto ya se nos gastó. Hay que transitar hacia ese modelo: tenemos con el Fondo Mexicano 25 años financiando la conservación, hemos invertido casi 200 millones de dólares y yo no veo 200 millones de dólares de cambio en mi país. De aquí en adelante, toda la inversión ambientalista tiene que estar orientada a ese cambio de paradigma y a un involucramiento serio de los sectores primarios de la economía para que sumen y no resten.

Lorenzo Rosenzweig cuenta que el dinero del FMCN se reparte en cuatro programas: "Uno es el de áreas naturales protegidas, que es el más grande y en el que cofinanciamos el costo de operación de 52 áreas protegidas de México. También están el de mares y costas, sobre conservación marina, el de bosques y cuencas -en el que trabajamos temas de prevención de incendios y conservación de cuencas hidrológicas- y el de innovación, donde desarrollamos nuevos modelos de intervención para la conservación". Hoy lo que la institución busca es abrir una nueva generación de proyectos que indican en empresas primarias de sectores como el ganadero o el pesquero.

-¿Hay ya ejemplos de esto?

-Está la ganadería en el norte de México. Allí operan unos 300 ganaderos. A cada uno de ellos se le permite tener 10 mil hectáreas, es decir, en total son 3 millones. Si se pueden cambiar 3 millones de hectáreas de pastos de ciclos anuales, raíces cortas y hostiles a la biodiversidad por 3 millones de hectáreas de pastos perennes nativos, de raíz larga, con diversidad de semillas y muy atractivos para la biodiversidad hay mejoras en el ciclo hidrológico, en el ciclo de carbono y en las condiciones de biodiversidad. Además, si convences a los dueños de ese territorio para que implementen un manejo ganadero que les dé a sus ranchos una mejor condición natural, van a tener más rentabilidad en el aprovechamiento de sus pastos.

-Y si es tan bueno, ¿por qué no se hace de inmediato?

- Porque no saben hacerlo. Nadie se los ha explicado. El ganadero de 40 años le enseño su papá de 66 al que le enseñó el abuelito de 99 y todos hacían lo mismo. Además, algunas veces también se requiere inversión de capital: no todos tienen el dinero para hacer adecuaciones que les permitan hacer el modelo de ganadería "regenerativa".

-¿En qué consiste lo regenerativo?

-Pensemos en Norteamérica. Allí vivían 70 millones de bisontes, cada uno de 800 kilos. Durante cientos de miles de años se movían en invierno hacia el sur y en verano hacia el norte, porque habían co-evolucionado con las praderas. Las praderas para vivir necesitaban bisontes como éstos requerían de las praderas. Los bisontes limpiaban toda la vegetación que se comían, removían la tierra con las pesuñas, la fertilizaban y seguían adelante. Con las lluvias florecía allí una pradera natural de raíz larga y muchas especies de pasto. Al llegar los europeos deciden eliminar a las tribus nativas y como éstas dependían de los bisontes erradican a los bisontes, parcelan la tierra y traen vacas.

¿El resultado, según Rosenzweig? El ganado no rota, por lo que luego de varias generaciones "ha deteriorado el terreno, los pastos rompen su ciclo y acabas con una tierra perturbada". La ganadería regenerativa hace que cada predio se convierta un pequeño continente: "Con cercos eléctricos vas moviendo tus animales como si estuvieran en una versión a escala de Norteamérica, lo que tiene un efecto parecido al de los bisontes y sus movimientos estacionales. Lo que hacemos es tratar de copiar a la naturaleza para así poder restablecer el ecosistema.

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