portada-dentro_edit

Los otros clubes de Toby

Sin cervezas, fútbol ni chistes de doble sentido. Desde hace dos meses, como respuesta a la ola feminista que se ha hecho sentir en el país, interpelados por esa contingencia, distintos grupos de hombres se reúnen a pensar en conjunto sobre su masculinidad. Muchas veces son sesiones crudas. Hay desde universitarios que se organizan solos hasta colectivos que existen desde hace unos años y que ahora viven su mejor momento.


Son 15 estudiantes de Ingeniería, todos hombres, reunidos en una sala de una universidad de Concepción. De pronto, uno de ellos rompe la calma.

-¡Concha de su madre! -exclama.

El guía del grupo lo emplaza:

-Me gustaría que explicaras por qué dijiste eso.

De fondo se oyen risas nerviosas. Luego un breve silencio.

-Pucha, es que estoy medio nervioso… Es muy violento esto. Me tengo que poner desde el punto de vista del hombre que busca una mujer "violable".

-Cuando salieron a carretear, ¿qué fuiste a buscar? Fuiste a buscar una mina para comerte y, si da la pasada, pasar la noche. Lamentablemente, todos hacemos eso -agrega otro compañero.

El que lidera la actividad vuelve a tomar la palabra. Es normal, dice, que los hombres se sorprendan de sus propios actos cuando reflexionan sobre su actuar y tocan ciertos conceptos. En la pizarra hay escritos algunos: machismo, masculinidad, acoso, abuso, violencia.

Todos estos estudiantes participan de un taller para descubrir qué actitudes machistas tienen arraigadas en sus vidas. Ya han salido algunas: la falta de respeto hacia la mujer al compartir pornografía en sus grupos de WhatsApp o cómo sólo por ser hombres tienen mejores sueldos. La conversación se pasea también por lo que consideran "una educación sexista" o el acoso que se da en universidades y en espacios de trabajo.

En esta charla abundan temáticas y conceptos feministas, pero faltan mujeres. Claro: es un evento organizado por y para hombres.

Este es un fenómeno incipiente que ha experimentado un crecimiento explosivo en los últimos 60 días, desde que la llamada "ola feminista" cobró fuerza con la movilización de universidades en todo el país. Fue ahí que algunos hombres -principalmente estudiantes y profesionales recién egresados- se vieron interpelados frente a las denuncias de abuso y acoso de alumnas hacia profesores y compañeros. A eso se sumaron las tomas separatistas, que los dejaron al margen. Entonces optaron por sentarse a pensar y armar espacios propios de reflexión.

"Es algo que se ha dado en hombres con más escolaridad y conectados con movimientos sociales. Marcados por la interpelación y un cambio cultural, donde ha habido un avance en los derechos de la mujer a nivel internacional", explica el sicólogo y director de la Fundación EME, Francisco Aguayo, reconocido por su investigación en torno a la masculinidad.

Detrás de estos clubes de Toby feministas hay universitarios que se han organizado y en algunos casos participan colectivos y organizaciones que existen hace años. Pero es hoy cuando estos grupos viven su apogeo. Algunos dan talleres con fines instructivos, otros generan instancias de reflexión más íntima llamadas "círculos para hombres". Se imparten en colegios y sedes de partidos políticos más ligados a la izquierda, pero donde han surgido con más fuerza es en las universidades. En todas esas instancias, grupos de varones se reúnen para analizar su propia masculinidad frente a sus pares.

Los universitarios que participan suelen reunirse en su propia facultad. A veces han sido instruidos por colectivos sólo de hombres u organizaciones mixtas feministas, aunque varios han partido desde la autogestión: jóvenes que forman sus propios círculos o talleres. Algunos se definen abiertamente feministas, otros son más cautos. Existen posturas tan diversas como las múltiples corrientes que existen del feminismo.

No les interesa cobrar notoriedad. No quieren, explican, que una vez más los hombres asuman el protagonismo de una lucha liderada por mujeres. También creen que es algo demasiado incipiente y que el nivel de conocimiento de ellos sobre feminismo aún no es tan alto. Además, tienen dudas de qué pasará ahora que las tomas se terminan y están volviendo a clases. Pero lo siguen haciendo: hombres reflexionando colectivamente y en distintos puntos del país en torno a lo que las mujeres les reclaman.

Ellas, las mujeres que han liderado las marchas estudiantiles feministas, lo ven con buenos ojos. "Es fantástico que se junten, cuestionen sus privilegios y masculinidad. Es el papel que tienen que tener en esta lucha", indica Daniela Valenzuela, vocera de la Facultad de Ciencias Sociales de la UDP.

Motivados

A principios de mayo, en una asamblea en la Facultad de Ciencias Sociales de la UDP, una alumna dijo:

-Creo que debieran ser los mismos hombres los que organicen sus charlas.

Vicente Scheleff (20) estaba ahí y le hizo sentido. Estaban en la semana feminista organizada por sus compañeras de Sociología y entre las actividades había un taller de conceptos básicos del feminismo para hombres. Él le encontró razón: si era para varones, tenía que estar organizado por ellos. Levantó la mano y desde ahí que empezó a hacerse cargo de los eventos masculinos junto a su amigo Bastián Tobar.

El primer encuentro fue un éxito. A cargo del académico Sergio Fiedler, experto en temas de género, el lugar se llenó de hombres. La sala reservada se hizo chica y tuvieron que pasarse al auditorio.

Ya llevan cuatro de esos eventos. En cada uno participan en promedio 30 hombres. Aunque están principalmente orientados a alumnos de su facultad, sus afiches han llegado incluso a otras universidades, a las que han brindado asesorías para crear este tipo de espacios. "Hemos repartido la semilla de autogestión, porque en otros lados partieron organizados por mujeres, pero somos nosotros los que tenemos que hacerlo", cuenta Scheleff.

Hay organizaciones más preparadas: colectivos que enfocan su trabajo en el feminismo y la desigualdad de género, y que llevan años en eso. El Kolectivo Poroto, por ejemplo, data de hace una década. El año pasado, estos grupos lograron realizar por primera vez en Chile el Encuentro Latinoamericano de Varones Antipatriarcales. Al evento, que hasta entonces se había realizado siempre en Argentina, llegaron unas 200 personas, en su mayoría chilenos. Fue un hito y dio trabajo. Pero desde estas organizaciones reconocen que nunca habían tenido tanta demanda como en estos últimos dos meses.

Así ha ocurrido, por ejemplo, con la Asamblea Antipatriarcal de Varones. Creada en octubre de 2016, partieron haciendo talleres en la Universidad Alberto Hurtado (UAH) y luego se ampliaron a otras casas de estudio en Santiago, como la Universidad de Chile o la Adolfo Ibáñez, y en Valparaíso. La conforman unos 13 miembros: universitarios y jóvenes profesionales entre 20 y 38 años, sin hijos y, salvo un ingeniero, todos de carreras humanistas o ligadas a la salud y el arte.

Durante 2017 tuvieron una convocatoria abierta, pero este año para ser aceptado se debe mandar una carta con las motivaciones. "Se necesita cierta intimidad y fiato político para tocar ciertos temas", dice el antropólogo Sebastián Bravo, uno de los gestores de este movimiento. Los miércoles son sus asambleas cerradas en la librería Proyección, del centro de Santiago. Ahí reflexionan y también organizan la agenda. Estos meses han hecho dos talleres por semana, todos gratis. Allí se han encontrado con personas que tienen el interés, pero que han leído poco o nada sobre feminismo.

Algo similar ha visto el sociólogo Jeremías Ortiz (28), miembro fundador del Colectivo Tue Tue: "Por eso cada vez que terminamos los talleres, recomiendo textos de feministas reconocidas como Angela Davis o Silvia Federici".

Tue Tue nació en Concepción en mayo de 2016, como iniciativa de 15 hombres. Le pusieron ese nombre en referencia al pájaro que anuncia malos augurios, porque ellos, dicen, quieren convertirse en un mal presagio para el patriarcado. Entre sus miembros hay trabajadores sociales, profesores y universitarios. Nadie les paga ni los financia. Si al comienzo se juntaban una vez por semana, ahora lo hacen cada domingo por videollamada. Entre mayo y junio han hecho unos 40 talleres, a los que llegan en promedio unas 35 personas. La vez que tuvieron más asistencia fue en la Universidad de Concepción, donde llegó casi un centenar de alumnos de Derecho.

[caption id="attachment_216892" align="aligncenter" width="403"]

encuentor-latinoambericano-de-fb2-700x450.jpg

Uno de estos encuentros.[/caption]

Cuando comenzó el paro feminista en la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Gustavo Morong (28), estudiante de Pedagogía en Lenguaje, decidió junto a unos amigos asumir un rol activo en el movimiento y convocar a una asamblea. Luego le cambiaron el nombre a "círculo de hombres", porque en vez de deliberar, reflexionan. Todos los varones de la universidad estaban invitados. Llegaron 40 a la primera reunión; 20 a la segunda. Para la tercera le pidieron ayuda al colectivo Tue Tue para una jornada más reflexiva y guiada. "Nadie sabe muy bien cómo se hace esto. El valor está en que los cuestionamientos los hacemos en colectivo. Es clave observarnos como grupo y ver en conjunto qué se puede hacer para cambiar el machismo", señala Morong.

La negación, el silencio

"Ayer pregunté cuál es el límite de cuando miras mucho a una mujer. ¿Cuándo pasas a vulnerarla?", cuenta Benjamín Henríquez, estudiante de Ingeniería Comercial de la Universidad de Talca, mientras marcha el 6 de junio junto a las feministas por la Alameda.

El día anterior, 30 hombres de su universidad se juntaron con un profesor para conversar y entender cuál era su rol en medio de las movilizaciones. Su compañero Ignacio Olivares, que marcha junto a él, señala: "No son temas que en general toquemos como hombres para ver la opinión de cada uno. El encuentro de ayer me sirvió para escucharnos", dice.

En este proceso de introspección masculina, un tema recurrente es cómo las prácticas machistas contribuyen a la violencia de género. Por eso, una de las charlas que dicta Jeremías Ortiz, del colectivo Tue Tue, trata sobre eso: las distintas formas de opresión, donde se trabajan conceptos como la violación y el abuso.

"Pasa mucho que cuentan su experiencia sin darle un nombre. Por ejemplo, que estuvieron con su pareja y aunque ella no quería, la presionaron hasta que accedió. Yo les digo que eso igual es una forma de abuso. Al principio intentan negarlo; la segunda parte es el silencio", cuenta Ortiz, quien en sus talleres comparte el discurso que en 1983 dio la estadounidense Andrea Dworkin, durante una conferencia de la Organización Nacional para Cambiar a los Hombres. Se titula: "Una tregua de 24 horas". Allí se interpela directamente a los varones a que reconozcan sus actos abusivos y les plantea un desafío: una tregua de un día en que ninguna mujer sea violada.

Deconstruirse

-¿En cuál de los talleres te quieres inscribir: "Poder, patriarcado y sexualidades" o "Violencia sexual, relación con la violencia contra las mujeres y niñas"?

La pregunta la hace uno de los dos jóvenes que reciben a los asistentes a la jornada de formación que la Escuela Popular Feminista organizó con seis talleres distintos en una casa de Recoleta. Es sábado 9 de junio.

La Escuela Popular Feminista es un espacio formado hace un año y medio por hombres y mujeres. Partió en Santiago y ahora está en cinco ciudades. Son diez miembros en Santiago, la mayoría mujeres profesionales y estudiantes ligadas a la organización política Convergencia 2 de abril. Hacen todo tipo de talleres feministas. En los últimos dos meses han realizado 26. De ellos, seis han estado enfocados sólo en hombres. Lo han hecho abierto para todo público, en liceos y universidades. El promedio de asistencia es de 20 hombres por taller.

El de este sábado 9 de junio superó todas las expectativas: en menos de un día, el curso "Sexualidad responsable para varones" registró 120 inscripciones. Finalmente, llegan poco más de 70 a esta casona de Recoleta. Excepto por dos mujeres, todos son hombres: veinteañeros, treintones y unos pocos escolares. La gran mayoría heterosexuales. Muchos ya habían participado en círculos de hombres, por eso en sus conversaciones ya usan terminología y conceptos propios del feminismo: heteronormatividad, patriarcado, sistema educativo sexista.

El sicólogo Salvador Bello, uno de los organizadores, da la partida al taller:

-Es significativo que hoy nos reunamos entre varones. La idea es empezar a responder a las demandas del movimiento feminista. Es un espacio de formación, pero también político para que como hombres podamos interpelarnos y hacer visibles nuestros problemas, cuestionar nuestras prácticas y crear instancias para cambiarlas.

Los asistentes se reparten en distintas salas. Los que quedan en el patio hacen un ejercicio para romper el hielo: se saludan, mueven cada parte de su cuerpo y hacen un nudo humano gigante para luego desenredarse. Después pasan a los círculos: se separan en grupos más pequeños a leer historias basadas en hechos reales y reflexionar sobre ellas. En un grupo hablan sobre consentimiento. "¿Y le importó que el otro estuviera curado y no quisiera hacerlo?, ¿es normal ir a bailar para buscar un mino o una mina sólo para la noche?", se preguntan.

En estos espacios, los hombres suelen tener más dudas que certezas. Sobre todo porque, como cuenta Gustavo Morong, de la UCSC, estos son temas que en general hablan sólo con mujeres, si es que los hablan. A ese proceso de analizarse y repensar sus actitudes machistas lo llaman "proceso de deconstrucción". Allí analizan conductas que a muchos les resultan obvias y quizás nunca se cuestionaron. Cómo se distribuyen las tareas en el hogar, por ejemplo. Revisan su historia, lo que aprendieron de niños, tal como pasó en una de las charlas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UDP. "Después de la comida, desde chicas son nuestras hermanas las que levantan la mesa. También muchos vivimos sin la figura del padre. Eso es consecuencia del patriarcado, de darle la libertad al hombre de hacer su vida", cuenta Vicente Scheleff.

Sin aplausos

Los estudiantes de Medicina de una universidad aplaudieron al terminar uno de los talleres organizados por el colectivo Tue Tue. Jeremías Ortiz los paró en seco: "¿De verdad creen que sentarse una hora a conversar es suficiente? Nos vamos sin aplausos. Esto es lo mínimo que hay que hacer".

Recuerda que le dio rabia: "Deberían estar organizándose, pero ni siquiera sabemos qué queremos interpelar. Como hombres caemos muy rápido en la autocomplacencia".

La mayoría de estos grupos aún no tienen claro cómo articularse e ir más allá de los talleres y la reflexión. Vicente Scheleff cuenta que lo discutieron en su círculo: cómo llevar estos temas hacia afuera, a sus círculos de amigos. "Estamos pensando la forma de interpelar, porque si un amigo tiene una conducta machista y le dices algo, te toma como el grave o el fome. La idea es ir abriendo el diálogo de a poco".

[caption id="attachment_216895" align="aligncenter" width="403"]

taller-escuela-de-feminismo-popular-700x450.jpg

El taller escuela.[/caption]

Una estrategia planteada en algunos círculos es la autofuna. Tomás Moreno (20), estudiante de Arquitectura en la Universidad del Bío-Bío, cuenta que han pensado en eso: en exponer prácticas que ellos mismos hicieron como hombres con sus parejas y que las o los han violentado.

En los colectivos más organizados consideran que los pequeños cambios en la vida cotidiana no modificarán las prácticas machistas de las grandes instituciones. En Tue Tue ya consideran bajar la cantidad de talleres que imparten y pensar estrategias concretas. En la Asamblea Antipatriarcal de Varones dicen que todavía les queda mucho por reflexionar antes de articularse con otros grupos.

La incertidumbre futura se acrecienta ahora que terminan los paros y las tomas: ¿Qué viene después?, ¿seguirán los círculos?, ¿se armarán más colectivos? En Tue Tue ya tienen agendado dos ciclos de talleres en distintas universidades de Concepción. Y tras su paso por varias universidades, seis nuevos jóvenes están interesados en sumarse a su trabajo y se crearon dos nuevos círculos de reflexión. Pero queda un camino largo. Lo reconoce Jeremías Ortiz: "Sí, quedó instalado un sentido común antipatriarcal. De ahí a que se transforme en acciones directas, lo dudo mucho. Los hombres no son buenos para organizarse".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.