María Paz Batalla: "Tengo una tienda de alta costura y también levanto pesas"
"El powerlifting te da una gran autosuficiencia, y para las mujeres es bacán relacionarse con el deporte desde la fuerza y no desde la estética. A mí me ayudó a reconciliarme con mi cuerpo".
Tengo 34 años y soy representante en Chile de una marca inglesa de alta costura femenina, Karen Millen. Es una tienda elegante y más bien formal. Allí, varias clientas me han dicho "oye, los brazos que tienes", y cuando les cuento que practico powerlifting me responden "¿qué es eso?". Les explico que se trata de levantar mucho peso. Hoy, con un metro y cincuenta centímetros de altura y 48 kilos de peso, soy récord nacional en mi categoría, en la modalidad press banca, porque obtuve una marca de 60 kilos.
Estos dos mundos se fueron uniendo desde niña. Por un lado, mi familia está ligada a la industria textil. Mi abuela era sastre y siempre me inculcó lo importante que es vestirse bien, que algo esté bien hecho. Me enseñó de cortes, de telas, y yo me fui enamorando de la moda. En paralelo, mi mamá era casi adicta al gimnasio y siempre nos inculcó ser extraprogramáticos. Por eso hice desde gimnasia olímpica hasta ballet y atletismo.
Crecí en esa onda de "voy al gimnasio para verme bien" y en la adolescencia eso me trajo desórdenes alimenticios y otros problemas con mi cuerpo. Odiaba mis piernas, que son grandes por un asunto óseo. Lloraba cuando me probaba algo en una tienda. En verano no me sacaba el pantalón largo y en el colegio de mujeres Opus Dei donde estaba me hacían bullying por mi físico.
Ya más grande estudié literatura y lingüística en la UC, además de un diplomado en vino chileno. Hice clases un año en Chile, en un segundo medio de Las Condes con 40 hombres. Luego partí a hacer un magíster en cultura y lenguas europeas en la Universidad de Glasgow y me quedé tres años en Escocia. Para vivir, compraba y vendía por eBay gangas de diseñadores. Así conocí a Karen Millen y me encantó porque soy muy bajita. En Chile a veces la talla 12 de niña me quedaba bien, pero casi siempre tenía que arreglar mi ropa. En cambio, la talla pequeña de Millen estaba hecha para alguien como yo.
En Escocia me di cuenta de que la gente era mucho más desinhibida y relajada. No les importa cómo te ves; sólo les interesa lo que haces o sabes. Fue entonces que empecé a leer sobre el entrenamiento de fuerza, la manera en que te mejora la calidad de vida, la densidad ósea, el sistema hormonal. Le di una oportunidad y ya de vuelta en Chile llegué al powerlifting, porque en esa disciplina las mujeres llevan el entrenamiento de fuerza a su máxima expresión.
El powerlifting es un derivado de la halterofilia y tiene tres movimientos de competencia. Uno que se llama de sentadilla, en el que te agachas y luego subes en un movimiento mientras sostienes una barra en tus hombros, por detrás de tu cabeza. Otro es el peso muerto, en que levantas la barra del suelo a tus caderas. Y el tercero es el press banca, en el que hay que recostarse y usar tus pectorales y tríceps para alzar la barra. Ese es mi movimiento estrella y, aunque no está registrado en los récords oficiales, en el gimnasio levanto 70 kilos. La meta es pasar los 80 para ir al Arnold, un torneo internacional que fue inventado por Schwarzenegger y donde entra la elite de la elite.
Hoy entreno dos a tres horas diarias, cinco días a la semana. Todo este proceso me hizo cambiar el switch y me di cuenta de que ya no practicaba para verme estéticamente bien, sino que para estar más saludable y cuidarme para mi futuro. Me dije a mí misma: "Mi cuerpo puede hacer esto, tengo esta morfología, estas piernas y estos huesos para levantar peso". No necesito a nadie que me ayude con las bolsas del supermercado ni a levantar cajas.
El powerlifting te da una gran autosuficiencia, y para las mujeres es bacán relacionarse con el deporte desde la fuerza y no desde la estética. A mí me ayudó a reconciliarme con mi cuerpo. Hace un año me hice mi primer examen Dexa, que es una máquina que estudia todo tu organismo. Me di cuenta de que mis huesos son un 30 por ciento más fuertes que los de una mujer promedio y que mi porcentaje de grasa es del 20 por ciento, cercano al rango atlético.
Al empezar a competir, mis papás estaban atacados. Pensaban que me podía lesionar la columna o que me iba a poner gigante. Pero no me volví hipermusculosa y este año mi mamá se atrevió por primera vez a verme competir. "No pensé que fuera así", me dijo al darse cuenta que todo es muy seguro y que hay otras chiquititas que compiten.
En general, el powerlifting no es riesgoso y hay varios chilenos compitiendo afuera con muy buenos números. Incluso tenemos una campeona que es récord mundial de peso muerto senior. Es una señora de 50 años que levanta 160 kilos.
Pretendo seguir compitiendo hasta que me dé el cuerpo y en lo inmediato quiero representar a Chile en el próximo mundial de Brasil. En cuanto al futuro, no tengo niños, pero sí una mascota. Cuando decida tener un hijo, no voy a dejar de entrenar. Todos creen que hay que abandonar las pesas durante el embarazo, pero no es así. Sólo debes bajar la intensidad.
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