Movistar Game Club y el tarreo de la mediana edad

Movistar Game Club y el tarreo de la mediana edad
Movistar Game Club y el tarreo de la mediana edad

Un grupo de treinteañeros a un paso de los 40 fue de excursión al Game Center más grande del país, una experiencia que dejó en claro los avances de la tecnología, pero también el valor de la cercanía en el mundo postpandemia.


Durante el tiempo más oscuro de la pandemia, en plenos tiempos de encierro en el año 2020, muchos tuvimos que buscar refugio en actividades para no volverse loco. Algunos aprendieron a hacer pan, otros conocieron los juegos de mesa, los carretes por Zoom se pusieron de moda y otros, como uno, se refugiaron en los videojuegos.

Particularmente hablamos de videojuegos en línea, los cuales, si bien han existido desde los 90, con juegos como Starcraft, Counter Strike o Unreal Tournament, durante el tiempo del Covid-19 aumentaron su popularidad por varias razones: teníamos más tiempo para pasar en casa, muchos de ellos son gratuitos y, además, al permitir la comunicación por el micrófono, de alguna manera se seguía manteniendo una comunicación humana.

En mi caso, ese juego fue Fortnite, un título de disparos y construcción lanzado originalmente en el año 2017 y que rápidamente se convirtió en uno de los juegos más populares del mundo, en especial para el público infantil. Sin embargo y sobre todo gracias a la pandemia, Fortnite también comenzó a crecer entre los adultos: se trata de un juego con una curva de aprendizaje mucho más sencilla que otros como Warzone, es gratuito y además multiplataforma, lo que significa que cuatro jugadores que utilizan una consola distinta pueden jugar en el mismo equipo sin problemas.

Con el tiempo, Epic Games abrazó a esta nueva camada de jugadores introduciendo colaboraciones con personajes para la generación de los 90, e incluso creando un nuevo modo de juego enfocado solo en los disparos, sin construcción, como una forma de separar las aguas entre los jugadores más jóvenes, que sí aman crear estructuras y los más viejos que estamos allí solo por las balas.

Y así como el juego se ha mantenido relevante durante todo este tiempo mediante constantes cambios y revisiones, lo que nunca cambió fue el grupo de juego. El squad, el nombre que se le da al grupo de cuatro jugadores que se lanza desde un autobús volador a una isla para ser los últimos sobrevivientes, se ha mantenido vigente y ha sido, de un tiempo a esta parte, el principal método de comunicación entre este grupo de amigos.

Entre balas, granadas y explosiones el squad ha crecido a través de chistes internos, dramas amorosos, discusiones laborales, crítica de cine y comentarios de contingencia. Básicamente lo mismo que se habla en un Happy Hour pero a través de una consola y un set de micrófonos y auriculares.

Aún así, en estos cuatro años de amistad y fraternidad, creo que nos hemos juntado 3, o quizás 4 veces fuera del mundo virtual. El Oasis como también le llamamos en referencia al espacio digital de Ready Player One, pero también por funcionar efectivamente como eso: una laguna en medio del desierto que no necesita de la interacción tradicional para mantenerse florecida.

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Así luce el sector PS5 del Movistar Game Club de Mallplaza Vespucio en La Florida

Pero cuando nos llegó una invitación por parte del Movistar Game Club para ir a probar sus instalaciones, rápidamente se convirtió en una excusa perfecta para combinar en un solo lugar una reunión de camaradas con abrazos fraternos y además, poder disfrutar de unas partidas de Fortnite bajo el mismo techo. Algo que hasta ahora era impensado, considerando que para llevar a cabo esa idea en un espacio, necesitaríamos cuatro televisores, cuatro consolas, un Internet que soporte todo eso y por mucho que uno sea fanático de los juegos, tampoco es para tanto.

Cómo es un tarreo en un Game Club

La sede del Mallplaza Vespucio es la tienda insigne de un formato que ya cuenta con cuatro locales: dos en Santiago, uno en Concepción y otro en Antofagasta y con un próximo Club en planes de inaugurarse en Huechuraba. El Club del Mallplaza Vespucio es un espacio de mil metros cuadrados que cuenta con 60 computadores gamer, 2 salones privados, otro salón para hacer Streaming, una Arena donde generalmente hacen eventos competitivos y lanzamientos del mundo gamer y lo que más nos interesaba, 8 estaciones para los que jugamos juegos de consola, equipadas con PlayStation 5, televisores OLED y sillones cómodos para jugar sin dolor.

El sistema funciona a través de pases de juego con los que puedes utilizar las instalaciones del club durante un tiempo determinado. Una hora vale $4.500, 2 horas $7.000 y 3 horas $9.000. Todo esto a través de un sistema de reservas que asegura que estarán las máquinas necesarias para jugar con tus acompañantes. En nuestro caso, necesitábamos cuatro consolas, las que desde las 11 de la mañana en punto nos estaban esperando.

El día anterior a nuestra visita había sido el cambio de temporada de Fortnite, por lo que algunas consolas aún estaban actualizándose. La lista de juegos preinstalados se puede conocer de antemano, y allí decidimos rellenar un poco más de tiempo jugando Mortal Kombat o Street Fighter. Curiosamente, ese fue quizás el único momento en el que la reunión del grupo se sintió realmente en vivo, además de cuando paramos un rato para comer una hamburguesa.

Y es que como podrán imaginar, cuatro personas jugando cada una en su televisor, con sus propios audífonos para poder conversar mejor en grupo y además aislar el ruido de lo que está pasando afuera es algo muy similar a jugar en casa. De hecho, salvo por el hecho de que estaba jugando en una PS5 y no en la Xbox que tengo en casa y por lo bien iluminado que estaba el lugar, la experiencia de juego no la sentí algo muy distinto.

Movistar Game Club y el tarreo de la mediana edad
Las butacas y pantallas para jugar en el Movistar Game Club del Mallplaza Vespucio

Por supuesto, yo soy alguien que ha invertido en su estación de juegos. Un soltero que puede dedicar su living a tener un sillón, una pantalla OLED y una consola de última generación. Pero para quienes están acostumbrados a jugar en Switch, en PS4 o en un PC más antiguo, claro, el valor de la experiencia es mayor. Quienes quizás cuentan con una consola ubicada en una oficina o en espacio más pequeño y una silla en lugar de un mueble especializado también lo agradecen.

Pero por, sobre todo, lidiar con la convivencia que también existe cuando se comparte la casa y, como suele suceder, se juega hasta tarde. De nuevo, como el privilegiado del grupo al llevar una vida de veinteañero cuando en realidad estoy bordeando los 40, puedo gritar y garabatear al televisor todo lo que estime conveniente, pero para amigos con familias, el poder estar en un lugar dedicado exclusivamente a jugar te quita un peso de encima.

Y debo decir que en esas condiciones al equipo le fue bien. Ganamos más que el promedio porque hubo más concentración, más risas y también la motivación de saber que estábamos todos juntos, aun cuando siguiéramos conversando por un micrófono y todo lo que pasaba transcurría en una pantalla. Y es curioso como un juego que se ha convertido en una rutina, solo por cambiar el espacio donde se practica puede sentirse como salir de la rutina. Mi espíritu competitivo estaba contento de que por fin tenía a mi squad sin preocupaciones, sin tener que silenciarse por recibir una llamada o tener que escuchar un audio de 5 minutos, ni mucho menos el tener que desconectarse por quedarse dormidos tras una larga jornada laboral.

Pero entiendo también que, a pesar de haber sido una experiencia distinta, tampoco es un lugar para uno. Quienes más pueden sacarle jugo son finalmente jugadores competitivos que necesitan un lugar para juntarse y practicar, tal como ocurría en la época de los Cybercafés, pero con un espacio bonito y equipamiento de última tecnología. Es un lugar para hacer eventos. Ese día por ejemplo, en una de las salas del frente había un cumpleaños que me imagino debe haber sido la solución perfecta para una familia que quiere celebrar con videojuegos pero sin tener que acomodar nada en casa. Y por supuesto, un espacio para ver eventos (ese día había uno de League of Legends del cual logramos escapar antes de que empezara).

De todas maneras, si se quiere usar como escape para un grupo de jugadores, la otra alternativa es ir a un bar temático y allí sabemos que lo que se juega no es tanto como lo que se come o se toma. Y en ese caso, es algo que, para los que mi historia suena conocida, recomiendo hacer al menos una vez, porque jugar por tres horas seguidas sin ninguna preocupación más que la de eliminar a los rivales del frente y celebrar con tus amigos como si fueras un adolescente es algo que silenciosamente todos los que estamos ya en la recta final antes de llegar a los 40 ansiamos volver a vivir.

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