La presentación del Nuevo Mapa del Poder y Género en Chile, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), parte de una premisa de la intelectual inglesa Mary Beard: La distribución y el ejercicio de los cargos de poder ha sido una esfera caracterizada por el dominio de hombres y la exclusión de mujeres. El estudio actualiza los datos de una primera versión de 2010, Mapa de Género y Elite, que mostraba cómo había variado el número de mujeres en los cargos de las instituciones más importantes desde 1995, divididas en cuatro categorías: políticas, económicas, sociales y simbólicas. “Este informe se enmarca en nuestro trabajo de apoyo a los objetivos de desarrollo sostenible y a la meta por lograr igualdad para las mujeres en los niveles de decisión política, económica y cultural”, explica Claudia Mojica, representante residente del PNUD en Chile.

La información se recogió entre marzo y noviembre de 2018, logrando una base de datos final con aproximadamente 32.000 cargos. De estos, un 30% corresponde a la elite económica, 52% en posiciones del poder político, un 11% del poder simbólico y 7% del poder social (distribución que se mantiene aproximadamente en las cuatro mediciones). Un punto relevante es que los puestos de poder seleccionados se han incrementado a lo largo de los años en cada uno de los campos de poder analizados. Para 1995 se contemplaron 5.690 puestos; este último informe revisa este número que alcanza casi el doble en el 2018, con 10.058.

Las conclusiones de este estudio pueden ser vistas con optimismo, pero hay menos razones para celebrar si se entra en el detalle. “En Chile se demanda una mayor participación efectiva de las mujeres en los puestos de poder. Este mapa evidencia que en todos los ámbitos estudiados ha aumentado la proporción de mujeres en puestos de decisión”, explica Mojica. “Sin embargo, y pese al aumento general, las mujeres ocupan apenas un cuarto de los puestos de poder, lo que da cuenta de la necesidad de redoblar los esfuerzos para cerrar las brechas existentes”.

Algunos datos relevantes que consigna el estudio:

En todos los ámbitos estudiados ha aumentado la proporción de mujeres en puestos de poder entre 1995 y 2018. Sumando todos los cargos, se ha pasado de un 10% a un 20% de mujeres en posiciones de poder. El aumento más sistemático en estos casi 25 años ha sido en el espacio político; mientras que en el llamado poder simbólico –que abarca cargos altos en lugares como los principales centros de investigación- se observa que en los últimos diez años casi no ha habido variación.

Pese al aumento general, las mujeres ocupan, en el mejor de los casos, un cuarto de los puestos de poder. Si en el 2009 el techo era un 23%, nueve años después el techo sólo se ha levantado hasta un 27% en términos de los grandes espacios de poder. En efecto, dos de cada ocho posiciones son ocupadas por mujeres en los ámbitos político, simbólico y social, y en el ámbito económico casi uno de cada diez cargos corresponde a mujeres. Este último ámbito muestra el mayor retraso (9%). El número de mujeres también desciende en algunos casos, y en otras ocasiones el aumento no se da en los cargos de mayor poder en cada área.

“Observamos que en el ámbito económico se mantienen fuertes sesgos de género en los procesos de contratación. Esto implica que se tiende a encasillar a mujeres y hombres según percepciones respecto de sus competencias que no se condicen necesariamente con sus calificaciones objetivas”, sentencia Claudia Mojica. “Existe una fuerte segregación del mercado de trabajo. Se requieren políticas explícitas al interior de las empresas para enfrentar esta segregación que restringe severamente las posibilidades de ascender para las mujeres”, concluye la representante residente del PNUD en Chile.

Otro punto relevante es que, en los últimos diez años, es en el ámbito del poder social donde más ha aumentado la presencia de mujeres en las más altas posiciones, pasando de un 20% a un 27%. Este aumento de siete puntos porcentuales responde a un contexto donde la igualdad de género se ha instalado como una demanda central en muchas organizaciones de la sociedad civil, especialmente en el ámbito universitario. En este mismo sector, las mujeres alcanzan hasta un 42% en las dirigencias de las organizaciones estudiantiles. En cuanto a organizaciones de trabajadores, llegan hasta el 20%.

El informe constata que sus conclusiones están en línea con informes internacionales como la segunda versión de The Global Gender Gap Report, del Foro Económico Mundial, donde Chile destaca como una de las naciones donde más brechas de género se han cerrado en los últimos diez años (pasó del lugar 78 al 54 en un conjunto de 149 países).

Al mismo tiempo, advierte que aunque las posiciones de mujeres en puestos de poder se han duplicado en las últimas décadas, “es notorio que el avance está lejos de ser satisfactorio, tomando como horizonte una sociedad más equitativa con posiciones de poder paritarios”.

“En ninguno de los grandes ámbitos estudiados −económico, político, simbólico, social− las mujeres superan el 27%. Dentro de ellos, sólo 8 de 36 sectores superan el 33% de mujeres (poder ejecutivo central, instituciones públicas autónomas legales, poder judicial, organizaciones culturales, empresas de estudio de mercado, organizaciones estudiantiles y ONG y fundaciones) y sólo dos superan el 50% (empresas de comunicación estratégica y altos cargos en revistas de circulación masiva). Es decir, la gran mayoría de los cargos de poder continúan en manos de los hombres, o de otra forma, la elite que conduce los destinos del país continúa siendo masculina”.

Específicamente en el sector económico, si bien hay un aumento de la presencia de mujeres en directorios de grandes empresas, su representación es aún baja (aumentó de un 3% a un 8%). Algo similar pasa en las gerencias, donde hay un aumento de un 4% a un 10%. Sin embargo, en cuanto a las gerencias más relacionadas con el poder central de las empresas, la cifra es aún más baja: un 3% en gerencias generales y un 7% en finanzas.

En este sentido, el Nuevo Mapa del Poder y Género en Chile advierte que se ha producido un “encapsulamiento de mujeres en ciertas gerencias (de recursos humanos o de responsabilidad social)”. De hecho, las mujeres llegan a superar el 50% en áreas como comunicación y responsabilidad social empresarial (58%).

Esto último, consigna el informe, puede tener una lectura positiva, como mecanismo habilitante de acceso al poder, “pero también resulta limitante a la hora de ocupar los puestos de mayor injerencia y toma de decisiones”.

“Las transformaciones en sectores más reacios al cambio tienen que ir de la mano de acciones afirmativas y medidas explícitas tanto en el ámbito formal como en el informal”, concluye el texto. “Esto último es relevante, ya que muchas prácticas informales pueden impedir las transformaciones”.

En sus conclusiones, el estudio del PNUD destaca el efecto directo sobre la brecha de género que han tenido las medidas de acción afirmativa, como las leyes de cuotas. “Los cambios e inercias que se producen no son casuales, ni aumentan ni disminuyen aleatoriamente. En los ámbitos donde ha habido mayores cambios, estos se han producido por políticas o iniciativas concretas, medidas de acción afirmativa que han contribuido a disminuir la brecha en el acceso a cargos de poder entre mujeres y hombres”. Más adelante, agrega: “Medidas explícitas como las propuestas de gabinetes o nombramientos paritarios, la regulación sobre las cuotas en las elecciones parlamentarias, una voluntad explícita para tener directorios de empresas públicas más paritarios, y procedimientos de contratación que aseguran mayor imparcialidad en el nivel de los servicios públicos del Estado permite este crecimiento”.

En este punto, el informe constata el efecto de la evolución de las preferencias ciudadanas en favor de una mayor igualdad de género sobre las medidas que toman las autoridades políticas al respecto. “Ha sido importante para impulsar posiciones más abiertas de parte de las autoridades que buscan ajustar en un régimen democrático sus propuestas a las transformaciones culturales de las ciudadanas y los ciudadanos”.