"El otro día hablaba con una sobrina y me decía: ¿Qué habrá pasado con nuestras abuelas en el campo? ¿Alguna vez se habrán entregado por amor a su esposo o simplemente fue sometimiento e hijos? ¿Qué pasaba con sus afectos, con su dignidad? Todos esos son temas de los que hoy se está hablando", cuenta la hermana Nelly León, quien lleva 13 años como capellana del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín. Dice que está muy bien que las mujeres se manifiesten en contra de los abusos y el acoso del que han sido víctimas por años.
-Y hoy, ¿qué piensa usted sobre sus afectos y su dignidad como mujer?
-Soy una mujer con harta personalidad y pachorra. Si bien fui criada en una Iglesia muy machista y autoritaria, quizás por mi carácter y por la pasión me he ganado un lugar dentro de la Iglesia. Estoy muy feliz de que se empiece a valorar más a la mujer. Cuando se anunció la visita del Papa, hubo sacerdotes que me dijeron "¿por qué va a la cárcel de mujeres, donde hay 600 mujeres, y no a la Penitenciaría, donde hay cinco mil presos?".
-¿Qué les respondió?
-Que el Papa debía ir donde las mujeres porque somos las más invisibilizadas.
-¿Se ha sentido mirada en menos en la Iglesia?
No directamente, pero muchas veces hemos dicho que es importante que las mujeres estemos en la toma de decisiones. Te invitan a participar, pero una es la "invitada" y no forma parte de las resoluciones.
-¿Qué Iglesia sueña usted?
-Sueño con la Iglesia del cardenal Silva Henríquez, la Iglesia comprometida, inclusiva, participativa, circular, donde seamos capaces de sentarnos y mirarnos a la cara, donde todos tengan opinión y ésta sea respetada.
-Si hoy usted fuera parte en la toma de decisiones de la Iglesia, ¿qué haría?
-Lo primero sería reunirme con las comunidades de base y las parroquias más populares y preguntarles: qué pastor quieren para su Iglesia. Porque ya basta que un grupito nos nombre los pastores o los obispos y tengamos, como dice el Papa, la sicología de la elite para los cargos.
-¿A quiénes elegirían?
-Curas jugados, honestos, que sean capaces de sentarse en tu casa a tomarse un té contigo y se embarren los pies; no esos curas que andan corriendo todo el día, en bonitos autos y que no van a la población por miedo a que les roben.
-¿Qué nombres se le ocurren?
-Un Pablo Walker, por ejemplo, un cura del pueblo.
-¿Qué ganaría la Iglesia chilena con una mirada femenina?
-Ganaríamos en el tema más comunitario, más afectivo, más dialogado, más de acompañar y no tanto desde la autoridad o desde el poder.
-¿Representa esta Iglesia a las mujeres que salieron a la calle?
-Sí y no. Creo que no representa a los jóvenes. La sociedad avanza en montones de cosas: políticas de género, políticas del matrimonio igualitario, políticas de no sé qué y nosotros todavía estamos reflexionando si a los separados se les da o no la comunión, ¿cachái? Entonces la gente nos lleva mucha delantera y por supuesto que no representamos a nadie así poh. Qué bonito sería luchar con los chiquillos hoy, con las chiquillas que están defendiendo sus derechos, su respeto, su propia dignidad.
*Capellana Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín y creadora de la Fundación Mujer Levántate