Niños perdidos en la selva: las dos frutas que comieron para sobrevivir
Tras el accidente de avioneta en el que murió su madre y otras dos personas, buscaron formas de sobrevivir. Ahí, el conocimiento de la hermana mayor fue clave.
Fueron 40 días de supervivencia en la selva amazónica de Colombia. El viernes se confirmó que los cuatro hermanos —de 1, 4, 9 y 13 años— fueron encontrados después de una larga búsqueda, en la que participaron tanto los militares como grupos indígenas de la zona.
Los menores estaban desaparecidos desde el pasado 1 de mayo, fecha en la que una avioneta en la que iban sufrió un accidente que terminó con la vida de su madre, el piloto y otro adulto que iba en la aeronave.
Si bien, los pequeños sobrevivieron a dicha tragedia, las probabilidades de que posteriormente lo hicieran en la selva —repleta de animales depredadores y plantas venenosas— eran escasas. Aún así, en cuanto a comida, lo lograron gracias a ciertos alimentos específicos.
Qué comieron para sobrevivir
Según declaraciones rescatadas por Infobae, el líder indígena uitoto que fue parte del grupo que encontró a los niños, Henry Guerrero, explicó que cuando los hallaron uno de ellos tenía en la boca una semilla de una fruta, conocida como milpesos.
“Ahorita estamos en cosecha”, dijo, “esa pepa se machica y da buen jugo, muy bueno”.
Guerrero detalló que “se mantenían comiendo eso porque la ración de comida que encontraron (en el avión y de las raciones que les lanzaron los militares) se les acabó, entonces se mantenían comiendo frutas silvestres”.
En este sentido, precisó que además del milpesos, se alimentaron con otra llamada juan soco, la cual también es de la estación.
Tanto ellos como los equipos de rescate recurrieron a estas frutas para aguantar en la selva amazónica colombiana, según Guerrero.
Cómo son y dónde se encuentran
El milpesos consiste en una palma que es habitual de encontrar en los bosques húmedos de ese país.
Informaciones reunidas por el citado medio del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI aseguraron que se cosecha entre febrero y junio, mientras que su presencia se da “en el norte de Sudamérica, desde Brasil, Perú y Colombia, alcanzando hasta el este de Panamá”.
En el caso de Colombia, se encuentra “en la Amazonia, los bosques de galería de los Llanos Orientales, el Catatumbo, el Magdalena Medio (Antioquia. Boyacá, Santander), el Bajo Cauca, el Alto Sinú y el Pacífico, desde Urabá hasta Nariño”.
Junto con ello, es abundante y frecuente en el sector, por lo que no es de extrañar que tanto los niños como los equipos de rescate hayan recurrido a esta fruta para alimentarse.
Por otro lado, el juan soco tiene una apariencia similar a la de una ciruela y contiene “una pulpa amarillenta, dulce y deliciosa muy apetecida por humanos, aves y otros animales”, según datos de la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (Corantioquia).
En algunas partes también se le conoce como avichure y según la cuenta de Twitter especializada, @frutascolombia, “es una fruta jugosa y cremosa, tiene un agradable sabor dulce; su cáscara sin ser rígida, es firme y permite su transporte sin deteriorarse”.
“Sus semillas son comestibles y tienen una textura similar a un chicle”, añadieron.
La importancia de los conocimientos de la hermana mayor
La médico-pediatra Clemencia Mayorga declaró en una entrevista con El Tiempo que el conocimiento de los mayores entre los cuatro hermanos —de 13 y 9 años— fue clave para que sobrevivieran en medio de la selva por 40 días, ya que les proporcionaron estas frutas a los menores, de 4 y 1.
“A mí me parece muy importante destacar las capacidades de los dos niños grandes para cuidar a los niños pequeños. Es clarísimo, para mí, que quien les salvó la vida a los niños pequeños, y especialmente al de 11 meses, fueron los niños grandes”, destacó.
La mayor es una niña. Y sin ella, probablemente no habrían sobrevivido, sostuvo la doctora.
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