La estricta vida de Emilia Jocelyn-Holt
Es la hija única de los historiadores Alfredo Jocelyn-Holt y Sofía Correa. Tiene 30 años, es abogada, académica, tiene un magíster, cursa un doctorado en Yale. Hace dos semanas lanzó su segundo libro Ficciones jurídicas: derecho y literatura en Chile; un cruce de disciplinas que la apasiona. ¿Cómo es la vida de alguien que crece en un hogar de alta demanda intelectual, de sobremesas debatidas, de clases de piano, de ver danza en el Municipal y de lectura más que de juegos?
Las muecas que hicieron los historiadores Sofía Correa y Alfredo Jocelyn-Holt cuando Emilia, su única hija, pronunció sus últimas palabras en el lanzamiento de Ficciones jurídicas: derecho y literatura en Chile, su segundo libro, incluyeron ceño fruncido y gestos de sorpresa. La escena transcurrió en el aula magna de la Usach y parecía el capítulo final de una serie en la que la protagonista -Emilia, en este caso- se jugaba carrera y reputación frente a una expectante multitud; que en realidad eran unas 40 personas, incluidos sus padres, su marido y los tres presentadores que la acompañaban.
Cuando Emilia, quien hizo una impecable intervención sobre la relación entre derecho y literatura, terminó de hablar, su madre miró al padre y le dijo al oído "bien, ah", asintiendo con la cabeza. No hubo aspavientos y sus aplausos fueron moderados. No hubo excesos.
Emilia -30 años, abogada de la Universidad de Chile, académica de la Usach, magíster en Yale- fue educada para instancias como éstas.
La ley y la literatura
Mientras el trabajo de su padre ha sido principalmente estudiar el rol de las élites en la sociedad moderna, Emilia estudió en el The Grange School, uno de los colegios más caros del país. "Aunque yo no soy perfil deportista del Grange, ojo, porque mis padres lo eligieron principalmente porque no estaba ideologizado", aclara. De allí sacó el gusto por Shakespeare y la comedia clásica.
Desde los seis años vivió en una casa de Providencia que en su costado izquierdo tiene un enorme salón que literalmente la rodea de libros cuando ella se instala allí junto a su pequeña perra Agatha, la mascota del hogar. Sus recuerdos en ese mismo lugar son los escritos de su padre y los libros que él desde pequeña le leía, le regalaba, le recomendaba o que compartían. También fue el espacio para los ensayos de su madre y, cómo no, los debates en la mesa. Hasta hoy, cada vez que Emilia vuelve a Chile -está estudiando en Estados Unidos-, esa casa sigue siendo su refugio.
-La biblioteca de tus papás es privilegiada, tiene cerca de 14 mil libros. Es enorme, bien nutrida. ¿Cómo te relacionabas con esos libros cuando eras pequeña?
-Vivir en esa biblioteca fue espectacular. Rodeada de libros a los que siempre pude acceder. Mis papás me incentivaron que mirara los libros, jamás me dijeron que eran para adultos o que no podía sacarlos. Me enseñaron a cuidarlos y me dieron libertad para leerlos. De más chica miraba mucho los libros de arte, los encontraba preciosos. Más grande ya descubrí la literatura y fue un privilegio tener acceso a todos los clásicos universales. En unas muy lindas ediciones, muchas en inglés. Así pude leer literatura inglesa, norteamericana, rusa, latinoamericana, entre otras. De El Quijote a Oscar Wilde, de Tolstoi a García Márquez.
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Foto: Javiera Gandarillas.[/caption]
Pese a ser hija de dos reconocidos historiadores e intelectuales, ni el rigor ni las expectativas académicas -asegura ella- eran parte de las exigencias con las que fue educada. "Todo lo que he hecho se ha dado naturalmente, no porque me lo han impuesto", dice. De todas formas, Emilia -piel lozana, voz aguda, de gesticulación pausada- egresó con distinción máxima de Derecho en la Universidad de Chile, y su tesis Del caos al imperio del Derecho, la búsqueda de la justicia en Shakespeare se convirtió luego en su primer libro.
Actualmente Emilia es profesora de la Usach, institución que junto a la beca Fulbright la ayudan a financiar su estadía en Estados Unidos ahora que partió a un doctorado en Derecho en la Universidad de Yale, por cinco años. Ya había estado allí en 2018 cursando un magíster. De hecho, sólo para cambiar el estado de su visa norteamericana volvió a Chile durante dos meses antes de irse de nuevo, hace dos semanas.
Su carrera académica la partió en su alma mater, la Universidad de Chile. Allí también empezó a estudiar la relación entre el derecho y literatura, un análisis que abordan académicos norteamericanos pero que, dice ella, está absolutamente abandonado en nuestro país. Por eso, hace un año Emilia buscó a 29 persona vinculadas al derecho para que analizaran ese tema: desde los fallos y el litigio hasta la relación de aquello con Dostoievsky o los hermanos Grimm. Ese material dio vida al libro que lanzó frente a la mirada rotunda de sus padres el pasado 24 de julio y que marcó su despedida de Chile.
-En el lanzamiento del libro comentaste que antes de publicarlo era frecuente que te preguntaran cuál es el estado actual del derecho y la literatura. No sabías qué contestar. ¿Tienes ahora una respuesta?
-Siempre ha habido relación. Al final, el derecho es una forma de literatura y eso es lo que analizamos en el libro; la idea sobre cómo el derecho tiene técnicas literarias y cómo la interpretación jurídica se enriquece a través de la interpretación de la crítica literaria. Desde las tragedias griegas y también porque los primeros legisladores fueron poetas. Hay una relación intrínseca que se da desde ahí en adelante y para retratar eso es que en este libro hay un artículo sobre el derecho en la Biblia.
"Hay que pensar cómo la literatura ilustra al derecho y a la justicia, cómo el derecho ha mostrado a los abogados, cómo la literatura ha mostrado a los jueces".
Emilia Jocelyn-Holt
-Arturo Fontaine, en el mismo lanzamiento, dijo que no hay que escarbar tanto para encontrar un vínculo entre derecho y literatura; más que mal los fallos son ficción porque no están escritos.
-Así es. Ambos están hechos de lenguaje. Por otro lado, hay que pensar cómo la literatura ilustra al derecho y a la justicia, cómo el derecho ha mostrado a los abogados, cómo la literatura ha mostrado a los jueces. Creo que esa conexión va más allá. Son los grandes temas de la filosofía del derecho los que están tratados. Cuando uno lee El proceso, de Kafka, es un problema de filosofía del derecho lo que él está ilustrando, y precisamente esos son los grandes problemas: el de la justicia, el debido proceso, todos están presentes como temáticas. Mirar ejemplos literarios es muy importante para poder entender nuestra disciplina.
-Les muestra sus límites también, ¿no?
-Por supuesto. Nos muestra nuestros límites y además que el derecho siempre opera pese a esos casos extremos que a veces nos muestra la literatura. Y generalmente cuando el derecho falla, cuando el derecho no logra lo que debería lograr, entra a jugar la venganza. Y eso se puede llevar fácilmente a la realidad.
-¿Como lo que pasa hoy con las funas en redes sociales?
-Algo así. Si uno analiza esos casos a través de la literatura y con las situaciones límites que muestra, uno puede hacer mejor el derecho o, al menos, entenderlo mejor. La literatura, por lo demás, logra que el vínculo entre ambos se haga muy evidente.
Reflexión ante todo
En 2002, cuando tenía 13 años, Emilia ganó el Premio Mejor Lectora María Luisa Bombal. Además escribía cuentos, leía, pasaba horas en la semana en clases de piano. "Era la vida que llevaba en mi casa, simplemente", dice. Por eso, que Del caos al imperio del derecho: la Búsqueda de la justicia en Shakespeare (2018), su tesis en la Universidad de Chile, se convirtiera en libro no fue una sorpresa.
"Nosotros siempre hemos tenido la tradición de comer juntos y las sobremesas siempre han sido una conversación más de actualidad o sobre lo que estamos trabajando cada uno".
Emilia Jocelyn-Holt
-Emilia, pienso en tu infancia y me cuesta imaginar a la familia Jocelyn-Holt Correa en situaciones distendidas.
-Pero las tenemos. O al menos para nuestro estándar. Nosotros siempre hemos tenido la tradición de comer juntos y las sobremesas siempre han sido una conversación más de actualidad o sobre lo que estamos trabajando cada uno. Siempre en un ambiente muy respetuoso, por cierto.
-Suena familiar, pero muy solemne.
-Pero lo disfrutamos. Lo que más hacemos es reflexionar. Nos damos los argumentos unos a otros y obvio que hay que pensar lo que uno está diciendo. Es un ejercicio constante de reflexión. hay que saber defender los argumentos que se dan y repensar lo que uno está pensando. Suena muy cuadrado, pero al final es un ejercicio que te prepara para la vida.
-¿No te dan ganas de dar una opinión tajante, sin posibilidad de abrir el diálogo ni dar argumentos? Tipo: este político no me gusta y no quiero desarrollar la idea.
-No, acá en mi casa hay que tenerlo todo muy claro y hay que estar bien informado.
-¿Con qué te entretenías cuando eras chica?
-Con libros.
"De mi mamá también recuerdo un montón de cosas, como que salíamos al cine, al teatro, a pistas sobre hielo, a ver danza al Municipal; además me incentivaba mucho la lectura".
Emilia Jocelyn-Holt
-Pero momentos más de juego o regaloneo con tus papás, ¿recuerdas? Todo suena muy estricto.
-Sí, claro, hay un montón de buenos recuerdos. Mi papá es un gran contador de historias, por ejemplo. De mi mamá también recuerdo un montón de cosas, como que salíamos al cine, al teatro, a pistas sobre hielo, a ver danza al Municipal; además me incentivaba mucho la lectura. Y esos momentos son hasta hoy. Por ejemplo, uno de los temas de conversación en la mesa siempre es "¿qué estás leyendo?". Y es ahí donde todos comentamos los libros que estamos leyendo, sobre todo con mi papá. O yo le digo "papá estoy leyendo este libro". "Qué entretenido", me dice, y lo lee. A veces pasa que no le gusta y lo discutimos.
-¿Y qué estás leyendo ahora?
-Mimesis, de Erich Auerbach, que habla sobre cómo se hizo la representación de la realidad de la literatura occidental. Es fascinante porque empieza con la Iliada, la Odisea y la Biblia, y habla sobre cómo se va representando la realidad en cada uno de estos momentos históricos a través de textos literarios. De chica leí mucho, y me sirvió que fui a un colegio donde te preparaban para eso.
-Sería dramático que el Grange School no fuera un colegio bueno con la mensualidad altísima que cobra.
-Era un colegio que daba oportunidades. Lo que le importaba a mis papás era la calidad académica. Yo creo que en ese sentido aproveché ciertas oportunidades. El Grange es un colegio duro que prepara para la vida.
-¿Por qué dices que "prepara para la vida" en vez de que prepara para cierto estándar de vida?
-Porque es un colegio exigente en todo nivel, que trabaja bajo la idea del all rounder, que es una idea muy bonita: que uno tiene que tratar siempre de resaltar en todos los aspectos. Es una idea bonita porque permite que uno aprecie las distintas maneras de vida, los distintos espacios. Ahora eso igual es duro porque hay gente que no es tan talentosa en todo o que no es talentosa en un área como el deporte, que es muy importante.
"Yo me sentía un poco distinta al perfil tradicional. Sí, de todas maneras".
Emilia Jocelyn-Holt
-¿Nunca te sentiste fuera de órbita por tener este otro perfil más lector y académico?
-Yo me sentía un poco distinta al perfil tradicional. Sí, de todas maneras. Pero eso nunca significó que me quisiera ir del colegio o de alguna parte. Para nada. Significó que yo tenía que encontrar otros espacios y que había otras cosas que podía aprovechar del colegio que no eran el camino típico profesional.
-¿Si tuvieras hijos, los pondrías en el Grange?
-No sé.
La odisea
-Tienes 30 años, estás casada hace un año, hiciste un magíster, haces clases en una universidad, ahora vas por un doctorado. ¿Naciste para seguir la senda de tus padres o te perfilaron para eso?
-Es lo que vi y como crecí: viendo a mis padres leer, corrigiendo textos, escribiendo ensayos. No puedo hacer ficción -aunque me guste escribirla- sobre este tema e imaginar cómo habría sido si no hubiese sido hija de mis padres. Obviamente soy lo que soy y he hecho lo que he hecho porque soy hija de ellos. En eso estoy especialmente agradecida de mis papás.
-¿Ellos eran muy estrictos?
-En sentido de notas, por ejemplo, no.
-¿Y en lo académico? En una entrevista, tu padre dijo que el diputado Renato Garín, pese a sus tres magísters, se estaba perdiendo pues todavía no avanza hacia el doctorado. Eso muestra un fuerte peso de la academia.
-Bueno, yo siempre quise hacer el doctorado, pero porque mis papás se conocieron en uno, entonces hay toda una historia familiar que rodea la idea del doctorado y eso es cierto. Yo entré a la universidad diciendo "no quiero ejercer de abogado". Mi papá estudió Derecho, dio el examen de grado, es licenciado en Derecho y nunca hizo la práctica, por lo tanto no es abogado. Yo entré diciendo que esto es una posibilidad. Todo el mundo me decía "por favor, tú titúlate", pero yo lo que quiero en derecho es una formación intelectual humanista. Eso es lo que quería buscar. Yo leía mucho, sobre todo mucha literatura. Tenía un gran interés por la historia, pero como mis papás son historiadores, ése no iba a ser mi mundo.
-¿Tu objetivo final es superar a tus papás? Ya has hecho bastante…
-Mi objetivo no es superar a mis papás... jamás me lo he planteado. Sería una odisea y prácticamente imposible. La verdad es que no creo en la competencia ni en andar superando lo que otros han hecho. He intentado hacer mi camino propio. Y la verdad es que me queda mucho por hacer.
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Título:
Ficciones jurídicas: derecho y literatura en Chile
Editores:
Emilia Jocelyn-Holt Correa y Joaquín Trujillo Silva
Páginas:
600
Precio:
$ 39.000
Dónde encontrarlo:
librero.cl[/caption]
De observadora
-Hace un año, en una entrevista que diste con tu papá en The Clinic, dijiste que no te gustaban las ideologías justo en medio de la ola feminista. ¿Sigues pensando lo mismo?
-Yo soy mucho más reflexiva. Hay algo que se llama Análisis Feminista del Derecho, que es muy potente y que tiene que ver con estas formas distintas de mirar el Derecho; y el desmarcarse del debate más álgido para entrar en el análisis es una mirada humanista. Al respecto, los norteamericanos han trabajado desde hace mucho tiempo en este tema y han hecho aportes muy interesantes, y muchos de esos aportes han terminado en reformas legislativas. Lo que quiero decir es que no siempre hay que tener un discurso activo; por otro lado, lo del análisis feminista es una mirada más del Derecho ¡y bienvenido sea! Mientras más miradas, mejor.
-¿No te gusta casarte con las causas?
-No es mi estilo.
-¿Eso acaso no te deja fuera del debate más álgido y más político, que es finalmente el que moviliza a las instituciones?
-Si tuviese una causa, es obvio cuál es: la justicia en todas sus formas. Entré a estudiar Derecho porque creo mucho en la justicia. Esa es una causa que yo digo sí, dale. Es una justicia mirada de una forma muy global y pensando por supuesto en casos particulares. Veo la justicia como un gran principio y un ideal a seguir...
Emilia hace una pausa, pone cara de espanto y retoma junto a un movimiento brusco y tajante de manos: "No sé, a mí, por ejemplo, no me gustaría meterme en política, aunque es algo que encuentro muy importante y que respeto mucho. La carrera política es muy interesante, pero mis aspiraciones son académicas, entonces prefiero hablar de estos grandes temas, mostrar los problemas, decir qué cosas podría mejorar; la labor política es de otras personas. Veo cierta separación entre la academia y la política, además. A eso voy. Yo feliz de mostrar ciertos temas, ciertos problemas, pensarlos, pero de ahí al momento más práctico, creo que hay gente con mucho más talento que yo".
-¿Y en Estados Unidos te involucras? Ahí te incumbe porque la inmigración es el tema que mantiene las tensiones entre ese país y Latinoamérica.
-Allá uno siempre está como extranjero en país ajeno. La política norteamericana es muy distinta, difícil de seguir, tiene muchas aristas, es muy entretenida verla y entender lo que pasa. Pero no me atrevo a meterme ni a opinar mucho. Es un país tan grande, lleno de diferencias, que es muy difícil estando en una universidad hacer una proyección. Me gusta estar como espectadora, porque además el tema de la inmigración, que en Estados Unidos está muy fuerte, también lo es acá. Yo prefiero mirar, es entretenido ver cómo miran a América Latina.
-¿Y sacaste alguna conclusión?
-Es muy difícil sacar conclusiones porque Latinoamérica es un mundo por sí solo. Es un lugar lleno de diferencias. Hay que ir viendo bien. Pero Estados Unidos tiene una mirada sobre América Latina más de homogeneizarla más que su diferencia. Eso me parece interesante. La inmigración, finalmente, es un tema con América Latina, no con Europa.
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