Palta Hass
Palta Hass: la historia detrás del tesoro de los chilenos

Palta Hass: la historia detrás del tesoro de los chilenos

El creador de la palta Hass estuvo a punto de talar el árbol, pues parecía estar enfermo. Sin embargo, no lo hizo, y de él salieron unos extraños frutos nunca antes vistos pero que, en su interior, contenían uno de los sabores más valiosos del mundo entero.


Cremosa, con tonos amarillos y verdes, el ingrediente infaltable en las cocinas chilenas. La palta, sin duda, tiene un lugar muy especial en el corazón y estómago de todos. Ni siquiera sorprende que en el territorio, tan solo en la última temporada 2022-2023 se produjeron 155.000 toneladas, según el Comité de Paltas de Chile.

Y entre todas las especies, la palta Hass es sin duda la más solicitada. En su mayoría, crece en los fértiles campos de los valles de Quillota, La Cruz, La Ligua y Cabildo. Tiene una corteza más dura, que la hace perfecta para la exportación, pero también tiene una semilla pequeña que permite disfrutar mucho más de su pulpa.

Pero detrás de este manjar que está presente en las “once” de muchas casas en Chile, está la historia de un hombre que estuvo a un segundo de destruir ese pequeño árbol de paltas que, poco sabía, sería la madre de una de las mejores especies de este popular fruto.

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Palta Hass: la historia detrás del tesoro de los chilenos. Foto: Vivero Chillán

Rudolph Hass: el creador de la palta Hass

Nos transportamos a la década de 1920, a Pasadena, en las afueras de Los Ángeles, Estados Unidos. Rudolph Hass, junto a su esposa Elizabeth y su pequeña hija de 18 meses habían llegado recién a la zona, después de viajar 3.300 kilómetros desde el norte para asentarse y buscar una mejor vida.

Arribaron a duras penas, con una vieja camioneta Ford T rota y con una rueda pinchada, pero ya instalados en California, el hombre no dudó en buscar trabajo. El primero fue de vendedor, en una verdulería, después fue fabricante de calcetines, ropa interior y accesorios. Como podía, encontraba trabajos que le permitían proveer a su familia e incluso llegó a vender lavadoras y aspiradoras.

Palta Hass
Rudolph Hass, junto a su esposa.

Hasta que, por cosas de la vida, en 1926 fue contratado como cartero en una oficina postal. Fue en uno de esos días, donde repartía correspondencia, cuando Rudolph vio una publicidad que ofrecía terrenos de árboles de palta de los que “colgaban billetes”.

Ese anuncio prometía, sin duda, un futuro brillante para quienes se animaban a ser dueños de las plantaciones, pues era un negocio creciente en California. El hombre se entusiasmó y después de haber vendido una propiedad que le quedaba en el norte, tomó el dinero, pidió otro tanto prestado de una familiar y se dirigió con decisión hacia la oficina de quien publicó el anuncio.

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Palta Hass: la historia detrás del tesoro de los chilenos

El deseo por cultivar una palta diferente

Rudolph se hizo dueño de un terreno de 7.800 metros cuadrados que ya tenía algunos árboles de palta. El acuerdo fue pagar 3.800 dólares (3 millones de pesos chilenos, aproximadamente) en cuotas trimestrales y un depósito inicial de 760 (620 mil pesos chilenos aprox.).

La especie predominante en ese momento era la Fuerte, bautizada así por haber sobrevivido una feroz helada en California, y que tenía una cáscara blanda y lisa, muy sencilla de pelar. Sin embargo, Rudolph tenía en mira la Lyon, una variedad guatemalteca de gran tamaño y cáscara dura.

El hombre fue a un vivero de un horticultor, llamado Alber Rideout, que tenía muchas especies cultivadas en busca de todas las variedades posibles. Compró una bolsa del tipo guatemalteco, tomó cajones de manzanas que rellenó con aserrín y plantó las semillas.

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Palta Hass: la historia detrás del tesoro de los chilenos

Las regó y regó hasta que, con mucha paciencia, brotaron. Cuando los débiles tallos se engrosaron como un lápiz, las trasplantó al suelo y las protegió con cartones y cariño. Con la ayuda con un especialista, empezó a injertar las plantas con brotes de árboles de Fuerte y Lyon para reproducir las plantas.

Pero una de ellas se rehusaba a recibir los injertos. Lo intentaron tres veces, y esa última, Rudolph renunció y quiso destruir ese árbol que, pensó, podía estar enfermo. Pero el especialista que lo ayudó le sugirió que no lo hiciera y que lo dejara ahí.

Una palta con “aspecto desagradable”

La planta indomable dio sus primeros frutos: eran oscuros por fuera, una mezcla de negro con morado, con la piel rugosa que daban la impresión de podrido, al lado de las cáscaras verdes brillantes que daban los otros árboles.

Pero sus hijos decidieron probarlas y les encantó: eran cremosas, con alto contenido oleoso, de buena consistencia (no era fibrosa) y dejaban un sabor sutil a nuez. La gran recepción de su familia hizo que Rudolph viera en esa chúcara planta una oportunidad de negocio.

Le costó venderlas al inicio, por su aspecto, pero fue poco a poco convenciendo a más gente. Después intentó enviar una caja a Chicago, ida y vuelta, y pasó la prueba de fuego, pues esa cáscara de aspecto extraño era la mejor armadura para soportar el movimiento y los golpes.

En 1935, patentó a esos frutos como una nueva variedad y les puso su apellido: Palta Hass. Sin embargo, no pudo disfrutar del dinero de su negocio ni de su ampliación por el mundo entero, pues al inicio no le fue tan bien y murió de un ataque al corazón.

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Palta Hass: la historia detrás del tesoro de los chilenos

“Hay millones y millones de árboles de paltas Hass, y todos provienen de ese árbol original”, dijo a la BBC Peter Shore, vicepresidente de gerenciamiento de producto de Calavo, empresa fundada por los cultivadores de aguacate de California.

De hecho, en Chile, los primeros árboles de palta Hass fueron plantados en 1949, a los pies de la Cordillera de Los Andes. Pronto se expandieron por todo el país (al menos 26 mil hectáreas de plantación) y el territorio se convirtió en uno de los mayores productores y exportadores de esta variedad de palta en todo el mundo.

Sin embargo, el árbol madre que hizo todo esto posible, se enfermó y en 2002 tuvo que ser talado.

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