Dice Patricia Muñoz, la defensora de los Derechos de la Niñez, que el tiempo de los niños es hoy. Que no son sólo el futuro, sino también el presente, y que necesitan respuestas ahora. Dice, por ejemplo, que ese niño de tres años que se convirtió en viral en la manifestación del viernes 25, con una mascarilla tapando su nariz y su boca, que levantaba un cartel para pedir ley del cáncer, "necesita una respuesta para tener un tratamiento oncológico hoy día, no en cinco o 10 años más. Y ese sentido de urgencia hemos tratado de impulsar desde acá". Dice, también, que el problema de fondo es que los niños, niñas y adolescentes –como repite cada vez que se refiere a ellos- son un grupo de la población que pasa desapercibido por el mundo adulto.
"Prueba de ello es que, hasta ahora, no han tenido una invitación de ninguna autoridad para poder plantear sus requerimientos, o la manera en que ellos ven esta situación, o la forma en que pueden favorecer este nuevo pacto social", dice.
-¿Ha visto o escuchado a los jóvenes en los análisis de los expertos?
-Eso es algo que he criticado permanentemente en el abordaje comunicacional que se ha hecho sobre esta materia: los niños siguen sin aparecer, invisibilizados, sin ser relevados como un foco de atención importante.
Durante estos días de protesta y manifestaciones, Patricia Muñoz y su equipo han recorrido comisarías y hospitales para cerciorarse del estado de los menores de edad. Hasta el martes, el reporte de la Defensoría señalaba que 43 niños, niñas y adolescentes habían sido heridos de bala o perdigones, o sufrido maltrato físico por parte de personal policial o militar. En el Hospital Félix Bulnes, la defensora conoció a Kimberly, la niña que resultó baleada mientras estaba sentada en el asiento trasero de un auto donde también iba su mamá. "Kimberly no entendía, me decía que estaba con su mamá echando bencina, y preguntaba: ¿por qué los carabineros hicieron esto?". Así como Kimberly, dice Muñoz, los niños necesitan una explicación sobre qué está pasando en el país, ser integrados a las conversaciones y ser protegidos respecto de lo que se está viviendo.
Dice Patricia Muñoz: "No nos olvidemos que esto surge gracias a la organización de jóvenes. O sea, la generación de esta movilización social la gatillan, una vez más, los y las adolescentes. Ahí hay un llamado de atención: de qué manera los adultos estamos dando espacios de escucha activa a ese grupo de la población que tiene un poder de convocatoria tremendamente relevante y que, como país, seguimos desatendiendo".
-¿Cuál es ese llamado de atención?
-Véannos, escúchennos, existimos, dejen de omitirnos. Dejen de hacer como que no pensamos, como que no participamos, como que no tenemos ideas, como que no podemos contribuir. Es el llamado que vemos en la Defensoría cada vez que nos juntamos con niños. Cuando tú, como sociedad, dejas fuera a más de 4 millones de personas de todas las decisiones que tomas, cuando diseñas políticas públicas sin escuchar a quienes son los directamente beneficiarios o los perjudicados, empiezas a generar, en los que van creciendo, una sensación de ahogo o de agobio porque sus demandas no son oídas (…). Como sociedad tenemos que entender que ellos son sujetos de derechos y no objetos de decisiones de los adultos que los rodean. Ese cambio de switch no se ha producido.
La violencia
-¿Cómo fue la infancia de alguien que se dedica a la infancia?
-Bastante entretenida.
Patricia pasó su infancia en Osorno. Vivía con sus padres, su abuela y el hermano que la sigue (es la mayor de los tres, pero la hermana menor aun no nacía) en un block de departamentos en calle Diagonal Carrera, a la entrada de la ciudad. Tenía hartos amigos, le gustaba jugar a ser secretaria con la máquina de escribir Olivetti que su mamá tenía en la casa, y también a ser médico, porque de chica quiso ser pediatra. "Siempre me han gustado los niños", dice. Se acuerda que cuando llegaba del colegio cruzaba al departamento del frente para cuidar Bernardita, la hija de un matrimonio joven que eran sus vecinos.
A Patricia no le alcanzó el puntaje para estudiar Medicina en una universidad cercana a Osorno y no había plata para irse más lejos, así que se convirtió en abogada de la Universidad Católica de Temuco. Fue fiscal y directora de la Unidad Derechos Humanos, Violencia de Género y Delitos Sexuales de la Fiscalía Nacional, donde -explica- la mayor cantidad de víctimas son niños, niñas y adolescentes. Por su trabajo se fue involucrando con las víctimas y se fue dando cuenta de que es un grupo etario que sufre vulneraciones en sus derechos en varios ámbitos. "Cuando uno sabe que si los niños son criados en un contexto de violencia, lo más probable es que las niñas tengan una posibilidad real de ser víctimas de violencia, y los niños, una posibilidad real de ser agresores, te das cuenta de que hay mucho que hacer", dice. En abril de 2018, por votación unánime en el Senado, fue designada como la primera defensora de Los Derechos de la Niñez.
-¿Le sorprendió que este estallido social lo hayan comenzado adolescentes?
-No me sorprende que los adolescentes estén liderando movimientos en términos de ser escuchados. Ellos son y han sido siempre factores de empuje social. Lo que ha ocurrido en el último tiempo, de manera muy cuestionable desde la perspectiva de la Defensoría de la Niñez, es que ese rol que ellos juegan en movilizar a la sociedad está permanentemente estigmatizado y criminalizado; las autoridades mezclan los hechos de delincuencia con las demandas que ellos plantean, y eso es abusivo y violento. Jamás voy a avalar hechos delictivos, menos yo que fui fiscal, pero lo que no toleramos es la estigmatización porque tiene un impacto negativo en su desarrollo. Lo que sí me sorprende es que los adultos, o más bien las autoridades, no sean capaces de mirar su aporte al país y más bien tiendan permanentemente a minimizarlos, cuestionarlos y criminalizarlos, porque eso es un error garrafal que sólo genera más violencia. Las autoridades tenemos responsabilidad con nuestros dichos y la forma en cómo nos expresamos, porque muchas veces contribuimos a que la gente se sienta más violentada.
-¿Ha habido exposición indebida de niños en las manifestaciones?
-Cuando veo a una mamá llevando a un niño para saquear un supermercado, eso es violencia y esa es una madre que vulnera los derechos de su hijo, y eso tiene que ser indagado en el ámbito de los Tribunales de Familia. Cuando en la manifestación de la Alameda veo que en el frontis de la Universidad Católica o en el monumento de la Plaza Baquedano hay gente adulta que se desnuda y simula actos sexuales explícitos, delante de niños, eso también es vulneración y lo denunciamos a la fiscalía para que se investigue. No porque las manifestaciones sean un derecho validaremos que se vulneren los derechos de niños, niñas y adolescentes. No hay que perderse en ese sentido.
-Hay quienes dicen que nos hemos preocupado mucho de los derechos de los niños y poco de sus deberes. ¿Qué opina?
-Me sorprende enormemente la cantidad de mitos asociados a la infancia y ese abordaje es un mito. Los derechos no están condicionados. Yo no le puedo decir a un niño: "Mira, tú tienes derecho a la vida siempre y cuando te portes bien, hagas las tareas y cumplas con lo que yo entiendo como un niño bueno". Eso no es real. En 1990, Chile se comprometió a cumplir la Convención sobre los Derechos del Niño, lo que implica asegurar derechos y no lo ha cumplido, por eso tenemos a niños con deficiencias serias en el ámbito de la salud mental, con niveles gravísimos de consumo de drogas y alcohol -donde lideramos los ranking latinoamericanos-, y a más de 200 mil niños excluidos del ámbito escolar. Entonces, primero preocupémonos de cumplir las obligaciones que como Estado hemos adquirido.
-¿Ha faltado más autoridad a los niños y adolescentes?
-Ese es un mito, es una forma de minimizar el rol que ellos tienen en las posibilidades de participar. Es una visión muy propia de esta lógica paternalista que era previa al paradigma de la Convención sobre los Derechos del Niño, donde se veía a los niños sólo como objetos y no como sujetos de derechos.
Abrir espacios
-¿Hay espacios donde sí se esté escuchando a niños y jóvenes?
-En la minoría de los casos. Hay experiencias muy positivas en municipios que tienen alcaldías o concejos juveniles, donde les dan un espacio de escucha efectiva para que planteen qué necesitan o qué les está pasando, y de esa manera contribuir al desarrollo comunal. En nuestro consejo consultivo en la Defensoría tenemos 13 personas y 7 son niños, niñas y adolescentes, porque nos interesa que su voz esté ahí y plateen los temas que les interesan.
-¿Cuáles son los temas que les interesan?
-Un tema de mucha preocupación son los niños que se encuentran residiendo en centros del Sename. El tema ambiental es también una preocupación persistente, porque ven que están expuestos a situaciones que sólo deterioran la tierra donde viven y donde se generan espacios de contaminación. También todo lo que tiene que ver con la posibilidad de opinar en contextos más formales. Nunca en los paneles hay niños o adolescentes que puedan interactuar con los adultos. Ese es un desafío que planteamos en una declaración hace una semana, donde pedimos un Nuevo Pacto Social por, para y con los niños.
-¿Qué están haciendo al respecto?
-Nosotros estamos trabajando en una propuesta para entregar a quien sea que se haga cargo a nivel estatal, entendemos que será el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, y esperamos que se atiendan desde ahí las posibilidades de que ellos generen contribuciones de manera real, sino vamos a seguir en esta lógica de: son cabros chicos, entonces su opinión no es tan relevante. En una reunión donde había un representante de la Presidencia, le sugerí al Presidente que se juntara con niños, niñas y adolescentes, que les diera ese espacio, así como se los dio a los presidentes de partidos, a los alcaldes y a gente de la sociedad civil.
-¿Qué respuesta tuvo?
-Fue una sugerencia que espero haya sido entregada al Presidente de la República. Pero me gustaría tener esa posibilidad de decirle: "Presidente, ¿sabe qué?, acá hay un espacio muy valorable en términos de lo que usted puede ganar cuando esté pensando en cómo construir esta nueva etapa".
-¿A quién le corresponde recoger la voz de los niños?
-Nosotros hemos procurado levantarla, pero también tenemos dificultades de generar esos espacios. Yo cada vez que puedo vuelvo a hacer el punto: escuchemos a los niños. ¿Qué espacios estamos dando para la generación de personas respetuosas, que entienden que la violencia no es la solución? Cuando tienes estudios que dan cuenta que 2 de cada 3 niños de octavo básico creen que la violencia es el método adecuado para resolver los conflictos, parece que hay algo que no estamos haciendo bien. Cuando más del 57% de las familias aplica un método de crianza violento respecto de sus hijos, te das cuenta de que eso no está bien, y eso puede generar un impacto. Nos sorprendemos ahora de situaciones que involucran violencia y nosotros, como Defensoría, desde el día uno lo venimos diciendo: acá la inversión del Estado tiene que estar en la prevención de la vulneración de derechos a niños, niñas y adolescentes, porque eso tiene un impacto positivo indiscutible en del desarrollo de sociedades sanas.