¿Puede realmente Donald Trump cambiarle el nombre al Golfo de México?

Durante una conferencia de prensa realizada el martes 7 de enero, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, manifestó sus intenciones de cambiar el nombre del Golfo de México a “Golfo de América”.

Tanto el líder republicano como muchos ciudadanos estadounidenses suelen referirse específicamente a Estados Unidos cuando hablan de América, no así al continente que reúne a distintos países.

Sus declaraciones rápidamente fueron respondidas por la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum.

El miércoles, en una conferencia, la mandataria proyectó un mapa de 1607 que muestra el territorio del norte de México y de parte de Estados Unidos.

Con un tono pausado e irónico, Sheinbaum sugirió: “¿Por qué no le llamamos ‘América mexicana’? Se oye bonito, ¿no?”.

Junto con ello, le pidió a un historiador y asesor político que explicara los orígenes del Golfo de México, para así responder a Trump.

Los comentarios del presidente electo —que se dieron el mismo día en que se negó a descartar el uso de la coerción militar o económica para obtener el control de Groenlandia y el Canal de Panamá— despertaron dudas sobre qué tan factible es que pueda cambiar el nombre del golfo.

Trump, en la instancia del miércoles, dijo que “Golfo de América” es un nombre “hermoso” y “apropiado”, pero no entregó detalles sobre cómo ni cuándo espera concretar esa propuesta.

Después de sus declaraciones, la legisladora republicana Marjorie Taylor Greene aseguró que presentará un proyecto de ley para cambiar el nombre del golfo.

En una publicación de X (ex Twitter), la parlamentaria escribió: “El segundo mandato del presidente Trump ha tenido un gran comienzo”.

“Presentaré una legislación lo antes posible para cambiar oficialmente el nombre del Golfo de México a su nombre legítimo: ¡Golfo de América!”.

Sin embargo, a pesar de su entusiasmo por la propuesta, hay factores de suma relevancia que no han mencionado y que ponen en jaque esa posibilidad.

El Golfo de México es una región marítima que cubre más de 1,6 millones de km2 y está contenida entre el océano Atlántico y el mar Caribe.

Está posicionado entre los literales del este de México, el sureste de Estados Unidos y el occidente de Cuba.

Los estados mexicanos que tienen costa en el golfo son: Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán.

Por otro lado, los estadounidenses que la tienen son: Florida, Alabama, Misisipi, Luisiana y Texas.

Las provincias cubanas de Pinar del Río y Artemisa también.

Se trata de una zona que tiene una alta relevancia estratégica.

Representa el 14% de la producción total de petróleo crudo y el 5% de la producción de gas natural seco de Estados Unidos, según datos rescatados por la BBC.

De la misma manera, México extrae de ahí la mayor parte de su petróleo, componente que es clave para su economía.

Los acuerdos internacionales de delimitación fronteriza establecidos por organizaciones como la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar involucran a Estados Unidos y México, Estados Unidos y Cuba, y México y Cuba.

Según rescata el citado medio, la delimitación entre Estados Unidos, México y Cuba también ha sido definida por la Organización Hidrográfica Internacional (IHO, por sus siglas en inglés).

Esta última corresponde a la máxima autoridad internacional en cuanto a la delimitación de mares.

Mapas europeos que datan del siglo XVI lo llamaron Golfo de México por primera vez.

Aunque a lo largo de la historia han habido otros que lo han llamado de distintas maneras, ese es el nombre que ha predominado durante más de 400 años.

Para cambiar el nombre del Golfo de México, Trump necesitaría en un principio la aprobación de México y Cuba.

Además de la presidenta Sheinbaum, el secretario de Economía mexicano, Marcelo Ebrard, también manifestó su oposición a dicha propuesta.

Enfatizó que “seguirá llamándose Golfo de México”.

Y agregó: “Si nos viésemos dentro de 30 años, el Golfo de México se va a seguir llamando Golfo de México. Pero no nos vamos a engarzar en ese debate. Lo que vamos a hacer es proteger la relación que tenemos los dos países”.

Si Trump pretende cambiar el nombre del golfo una vez que llegue al poder, también necesitaría la evaluación y aprobación de distintos organismos internacionales.

Entre estos está la Organización Hidrográfica Internacional, la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y el Grupo de Expertos de Naciones Unidas en Nombres Geográficos (UNGEGN, por sus siglas en inglés).

Un nuevo nombre para el golfo también involucraría cambios legales en cartas náuticas, mapas oficiales y legislaciones de los países involucrados.

No obstante, incluso si México y Cuba se oponen a cambiar el nombre, es probable que Trump aún pueda concretar su propuesta, a pesar de que otros países no reconozcan el que él sugirió.

Según rescata la BBC, Estados Unidos cuenta con mecanismos que permiten renombrar lugares reconocidos por el gobierno federal.

Por ejemplo, está la Junta de Estados Unidos para Nombres Geográficos (BGN en sus siglas en inglés), que se dedica a establecer y mantener el uso de los nombres geográficos en el gobierno federal.

Entre sus facultades está aprobar o rechazar nuevos nombres propuestos por agencias federales, gobiernos estatales, administraciones locales o la ciudadanía.

Por lo tanto, para Estados Unidos, sí podría llegar a llamarse “Golfo de América” si la BGN aprueba una solicitud formal.

En el pasado ya se han visto diferencias de este tipo entre ambos países.

Por ejemplo, en el río que atraviesa la frontera entre el estado estadounidense de Texas y los estados mexicanos de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

Los mexicanos lo llaman Río Bravo, mientras que los estadounidenses Río Grande.