Un pequeño tirano en casa. Y aunque los especialistas aseguran que ningún niño o niña nace siendo así, son los propios padres los que no actúan como adultos educadores y prefieren evitar problemas, cediendo ante todos los caprichos de los más pequeños.

Es así como después llegan a abusar de sus padres y otros miembros de la familia, pero sin la menor conciencia de que lo están haciendo.

Sin embargo, a menos que se trate de un trastorno psiquiátrico, estas actitudes, bautizadas como el síndrome del emperador, se pueden corregir.

¿Qué es el síndrome del emperador y cómo identificarlo en tus hijos?

¿Qué produce este síndrome en los niños?

Los expertos lograron establecer algunos factores que pueden llevar a tener una o un emperador en casa.

La primera, es la poca dedicación de los padres. Muchos de los progenitores que están ausentes suelen, guiados por un sentimiento de culpa, suelen intentar llenar el vacío concediendo todos sus caprichos. Esto es un mensaje para los más pequeños que, pese a su soledad afectiva, son el centro del universo y todos los adultos deben satisfacer sus exigencias.

Después está la falta de límites, que va de la mano con la primera. Y es que si los padres no dedican suficiente tiempo para criar a sus hijos e incluso le delegan la responsabilidad a terceros, es probable que su hijo no tenga normas de conducta y sentirá que tiene impunidad ante lo que sea que haga.

Otro factor es ser hijo único. Esto no significa que todos los niños sin hermanos se vayan a convertir en pequeños dictadores, pero sí puede contribuir a que el niño se sienta solo si es que los padres no logran su función educativa o que lo sobreprotejan por la misma razón, por lo que fácilmente podría convertirse en un emperador.

¿Qué es el síndrome del emperador y cómo identificarlo en tus hijos?

¿Cómo corregir este síndrome?

El síndrome del emperador se puede corregir, excepto cuando se trata de un trastorno psiquiátrico. Vicente Garrido, psicólogo y autor de Los hijos tiranos, propuso tres puntos de acción para ayudar a los hijos a superar estas conductas.

Primero, fomentar el desarrollo de la inteligencia emocional y la conciencia. Esto significa que los progenitores deben guiar a sus hijos a reconocer sus propias emociones y también las de los demás. Por ejemplo, fomentar la empatía y la amabilidad, para que los pequeños vean cómo una buena acción repercute en los demás.

Segundo, y muy importante, es no fomentar la violencia. Si el niño o niña vive en una casa donde los adultos se gritan y amenazan, es difícil que luego puedan comunicarse tranquilamente y tengan un espacio para expresar sus emociones asertivamente. Por ello, los padres siempre deben dar el ejemplo y practicar con ellos un diálogo respetuoso.

Finalmente, establecer límites claros. Los padres no deben tolerar ningún acto violento y tampoco el engaño. El pequeño debe saber que hay líneas que no puede cruzar, y los progenitores deben ser fuertes y no ceder ante las manipulaciones que puede haber aprendido el hijo o hija.

“Los límites confieren seguridad a los niños, que se sienten perdidos si no hay unas pautas de conducta en el hogar. Los padres necesitan tomar la autoridad y no ceder a los intentos del niño por salirse con la suya”, dice la pedagoga Monstre Domènech. “La claridad en esas barreras, el refuerzo positivo y, sobre todo, dedicarles nuestro tiempo les dará la seguridad para desarrollarse como personas autónomas y felices”.

No obstante, nunca está demás solicitar ayuda de un profesional, como un psicólogo especializado en niños y niñas, quien puede ser de gran ayuda en este y otros síndromes que puedan desarrollar los pequeños de la casa.