Qué es la depresión estacional y cómo puede identificarse

En esas últimas semanas se ha sentido con más claridad cómo han ido variando las temperaturas en relación al verano. En el cielo comienza a predominar el gris, los días tienen menos horas, se oscurece temprano y ya hay que empezar a sacar las prendas más abrigadoras.

Aunque eso les puede apasionar a algunos, porque significa que el invierno está cada vez más cerca, también están quienes en este periodo no lo pasan nada bien y sienten que sus estados de ánimo podrían cambiar de forma repentina: la tristeza, malhumor y melancolía, se vuelven la norma por varios meses.

En algunos casos, una actividad aparentemente tan simple como levantarse de la cama y ser funcional termina siendo un proceso casi imposible de llevar a cabo.

Es un fenómeno que no es para nada extraño y puede darse más de lo que se podría pensar en el entorno cercano. Hasta puede que tú mismo sientas algunos indicios. Es algo que tiene una denominación muy clara: Trastorno Afectivo Estacional (TAE), también conocida comúnmente como depresión estacional.

Se trata de un tipo de depresión relacionada con los cambios de estación y que suele comenzar siempre en la misma época del año. En este caso, se prolonga mientras duren los meses de invierno. También se ha identificado que la depresión estacional puede aparecer en los meses de verano, pero sucede con menos frecuencia en comparación al invierno y posee otro tipo de síntomas.

El déficit de luz solar es algo primordial en la aparición de este padecimiento, puesto que eso se ha asociado con los niveles de serotonina de las personas. Paula Errázuriz, académica de la Escuela de Psicología de la U. Católica, investigadora de MIDAP y co-fundadora de Fundación PsiConecta, explica que también influye “el hecho que los días sean más cortos y tener que levantarse muchas veces sin luz”.

Existen algunos síntomas que son claros en las personas que están padeciendo este trastorno y que sirven para identificarlo con mayor facilidad, aunque siempre es recomendable visitar un especialista para tener una evaluación correcta.

Luis Risco, director del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Norte de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, explica que los principales signos son “la baja del ánimo, el incremento del tiempo de sueño nocturno con somnolencia diurna y el aumento del apetito por carbohidratos, con predominio vespertino”. Por ende, esto último suele conducir a subidas de peso y tener la sensación de cansancio constante.

No todas las personas están igual de expuestas a tenerlo. Según comentan los expertos, quienes más se pueden ver propensos son aquellos que tienen antecedentes familiares directos de trastorno bipolar o depresión, así como también que la misma persona haya sido diagnosticada en el pasado con esos trastornos de salud mental.

Pero además de esos factores de riesgo, también hay otros que se relacionan más bien con las características del entorno de residencia, indica Errázuriz. Mientras los individuos habiten en lugares más extremos teniendo como referencia la línea del Ecuador, ya sea muy al norte o muy al sur, tienen mayores probabilidades de enfrentarse a este problema.

La depresión estacional causa efectos perjudiciales en el plano emocional, impactando en consecuencia en otras áreas de la vida. Todo va a depender de la intensidad del cuadro, pero si se agudiza, llega a comprometer las relaciones interpersonales en la familia o la amistad, el rendimiento académico y la funcionalidad en el trabajo, lo que puede provocar sufrimiento emocional en quienes están experimentando este trastorno.

“En casos más extremos, como otros trastornos más depresivos, puede llevar a que las personas no quieran seguir viviendo y atenten contra su vida”, enfatiza la académica de la U. Católica.

Aunque la luminosidad del sol disminuye en este tiempo y aún faltan meses para que eso termine, no todo está perdido. Los especialistas plantean que hay distintas herramientas que pueden ser de gran ayuda para aliviar y controlar de mejor manera la presencia de este trastorno.

“Uno de los tratamientos es la psicoterapia, la que puede ser o no acompañada por fármacos, según las necesidades de cada paciente”, comenta Errázuriz. Por otro lado está la fototerapia, una técnica en la que se expone a la persona a luz artificial brillante por determinados periodos de tiempo para poder regular los niveles de serotonina.

Para Riesco, lo más recomendable es procurar ponerse a la luz natural al aire libre en aquellas jornadas en que hay mayor luminosidad. “Se puede hacer caminando, ojalá exponiéndose lo más que se pueda en el curso de un día. Lo más razonable es hacerlo alrededor de las cuatro de la tarde, que es la hora de mayor brillantez de la luz”, asegura.