¿Qué significa el adjetivo “kafkiano” y qué nos dice del célebre escritor de La metamorfosis?
La especialista dedicada a analizar las obras de Franz Kafka, Carolin Duttlinger, entregó luces sobre este concepto que se ha plasmado en la cultura popular.
No importa si eres un amante de los libros o si la lectura no es una de tus actividades predilectas. Seguramente, has leído o escuchado sobre el célebre escritor bohemio Franz Kafka (1883-1924).
Novelas de su autoría como La metamorfosis (1915) o la póstuma El proceso (1925) se han posicionado como títulos que han inspirado a generaciones de lectores y que han influenciado a muchos a la hora de plasmar ideas en el papel.
Pero más allá de sus obras en sí, también se ha adoptado la palabra “kafkiano” en la cultura popular, independiente de si quienes la utilizan han leído sus textos o no.
Como es de esperar, dicho adjetivo hace referencia a los trabajos del escritor, pero también, hasta cierto punto, a sus experiencias personales.
Y, por supuesto, a su forma de ver el mundo.
A pesar de que el concepto puede ser de ayuda para describir ciertas situaciones, sensaciones o experiencias, hay casos en los que se utiliza de una manera errónea, que dista de lo que realmente podría entrar en lo “kafkiano”.
No obstante, si hay alguien que puede explicar en qué consiste este término, es la codirectora del Centro de Investigación Kafka de Oxford, Carolin Duttlinger.
En conversación con el programa Orwell vs Kafka de BBC Sounds, la especialista en su obra entregó algunas luces de cómo podríamos definir este adjetivo.
La definición del adjetivo “kafkiano” y qué dice sobre Franz Kafka
La experta explicó que, al hablar de lo “kafkiano”, nos referimos a una sensación profunda de que las cosas no están bien, además de a sentimientos de culpa y a acusaciones incomprensibles que no van a ninguna parte.
Según Duttlinger, “en el extremo más siniestro del espectro, se trata de instituciones invisibles que te rastrean y te persiguen”.
Sin embargo, precisó que “también creo que lo ‘kafkiano’ tiene componentes más surrealistas y ligeramente satíricos, de humor negro: el sentido de lo absurdo de la vida cotidiana”.
“Para mí, es una lástima que se piense que Kafka solo tiene que ver con pesadillas e historias realmente oscuras, porque te pierdes las partes buenas”.
En este sentido, agregó en el primer capítulo del programa que “aunque su humor sea tal vez un gusto adquirido, definitivamente está presente en lo absurdo de un hombre tratando de encontrarle sentido a una situación completamente incomprensible (...) eso es muy divertido”.
La esencia de lo considerado ‘kafkiano’ puede encontrarse en El proceso, sugirió la especialista.
A grandes rasgos, la novela cuenta la historia de un hombre llamado Joseph K., quien vive en Praga y se enfrenta a un arresto y a un juicio por un crimen desconocido.
Para analizar cuánto de Kafka hay en dicho personaje, Duttlinger recurrió a las cartas que el autor le escribió a su prometida, Felice Bauer.
Ahí se describió a él mismo “irritable, triste, taciturno, insatisfecho, enfermizo”.
“Un hombre que —y esto te parecerá similar a la locura— está encadenado por cadenas invisibles a una invisible literatura y grita cuando alguien se le acerca porque piensa que está tocando esas cadenas”, detalló Kafka.
En palabras de la experta, “esas cartas son muy interesantes, pero no son evidencia fiable”.
“Si las lees todas, verás que él pasa de venderse a sí mismo —siendo de verdad un hombre muy atractivo, en el sentido de que la escucha, se preocupa por ella, la alienta en sus diversas actividades— a decidir que ella no es la persona indicada para él”.
Duttlinger sintetizó: “En lugar de romper el compromiso, comienza a pintarse a sí mismo de esa forma increíblemente desfavorable”.
Como contexto, la experta recordó que Kafka escribió sus obras en los últimos días del imperio de los Habsburgo, momento en que se desempeñaba como agente de seguros.
Y aunque su papá destacaba por ser autoritario, “sus progenitores eran increíblemente trabajadores”.
“Su padre había crecido en la pobreza extrema en un pueblo bohemio, y con su madre se abrieron camino (...) Se mudaron unas cinco o seis veces en los primeros años de la vida de Kafka, hasta que, en Praga, tuvieron su propia tienda, en la que ambos trabajaban seis días a la semana (...) Casi nunca estaban en casa, pero es ese tipo de espíritu de esfuerzo el que Kafka encarna en gran medida y que también se ve en su personaje, Joseph K.”, planteó Duttlinger.
“Creo que Kafka, en cierto sentido, está obsesionado con esta noción de éxito”.
Sobre este último punto, dijo que “Joseph K. es un joven en ascenso”, quien aunque “no está en la cima”, sí está “cómodamente por encima del medio y le gusta usar su poder: hace esperar a los clientes en el pasillo, hay juegos de poder con su jefe inmediato y así”.
“En gran medida, El proceso es también una novela sobre esa psicología moderna, tal vez masculina, de rivalidad y de ocupar tu lugar”, subrayó la especialista.
Y aunque dijo que ella no utiliza el término “kafkiano” en su día a día, sí dijo que le parece “una buena forma para comunicar un estado de ánimo o una experiencia particular sucintamente”.
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