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Ilustración: Alfredo Cáceres

Temporada de prácticas: los chilenos que dan sus primeros pasos en la NASA

A días de que miles de universitarios en el país comiencen sus prácticas profesionales, hay otros que ya la iniciaron en un lugar impensado: la NASA, la agencia espacial estadounidense que en los últimos meses ha empezado a integrar alumnos nacionales en algunos proyectos. “Cuando se lo cuento a alguien lo primero que se imagina es que ya estoy allá, que conozco a todos y estoy viendo los cohetes y todas esas cosas. Y no, en realidad estoy frente a una pantalla por Zoom hablando con alguien que trabaja ahí”, dice Catalina Flores, quien colabora en diversas investigaciones desde su casa en La Florida.


Como muchos estudiantes o trabajadores en los últimos meses, todos los días José Luis Haddad –de 24 años y quien está terminando Ingeniería Civil en Computación en la Universidad Católica- se sienta frente al computador en su casa de Peñalolén para iniciar su jornada. Revisa los correos, organiza las tareas por hacer y empieza su día, aunque con algunas particularidades como que esto ocurre recién a las 11 de la mañana por una razón geográfica: trata de hacerlo junto a sus compañeros de oficina que están en California, zona que presenta una diferencia de cinco horas con Chile. Ellos trabajan en el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA (JPL), una de las instalaciones de la agencia espacial estadounidense que se dedica a la construcción y operación de naves no tripuladas.

Sí, José Luis está haciendo su práctica. El mismo proceso que miles de universitarios iniciarán este lunes cuando lleguen por primera vez a una oficina, estudio u obra en construcción, pero que en el caso del estudiante de la UC se desarrollará en un escenario bastante más inusual como lo es la agencia espacial más famosa del mundo, la misma que llevó al primer humano a la Luna.  El aterrizaje de Haddad en la agencia comenzó a gestarse en octubre de 2019, cuando su tutor en la NASA –Eduardo Bendek,  ingeniero y doctor en óptica chileno del JPL y quien lleva años trabajando en esa instalación estadounidense- asistió al congreso Open Space, organizado por la Universidad de Concepción. Ahí el investigador conoció y entabló amistad con Francisco Eterovich, estudiante de Ingeniería Civil Mecánica en la Universidad Católica, quien luego fue parte de un grupo de alumnos de la UC que realizó una práctica de dos meses en el Departamento de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Texas A&M. Después de esa experiencia, el alumno fue a California a visitar a Bendek, quien lo llevó a conocer las instalaciones de la NASA.

El investigador chileno mantuvo contacto con Eterovich y cuando en la agencia le aprobaron algunos fondos para un proyecto de inteligencia artificial asociado al descubrimiento de exoplanetas, le preguntó si sabía de algún alumno que quisiera hacer la práctica profesional en la NASA. “Eduardo me llamó y me comentó que había una posibilidad de práctica y necesitaba alguien con un perfil específico que trabajase en temas de programación, algoritmos y reconocimiento de imágenes para algún tipo de aplicación en el área aeroespacial. Pensé ‘al tiro’ en José Luis”, cuenta Eterovich, quien recordaba que Haddad había trabajado en temas similares durante la pasantía en la Universidad de Texas A&M, ya que él también había integrado el grupo de la UC.

”Costó mucho que esto se aprobara, porque normalmente los alumnos en práctica tienen que ser ciudadanos norteamericanos para trabajar en la NASA. Es muy difícil que alguien que no lo es pueda trabajar en la agencia, ya sea como practicante o en cualquier capacidad”, explica Bendek, desde su casa en California. Dice que al final de muchas solicitudes se logró que Haddad fuera aceptado como pasante en el JPL, lo que implicó algunos pequeños grandes logros, como tener su correo corporativo terminado en jpl.nasa.gov.

”Costó mucho que esto (la práctica) se aprobara, porque normalmente los alumnos en práctica tienen que ser ciudadanos norteamericanos para trabajar en la NASA”, dice Eduardo Bendek, ingeniero y doctor en óptica que trabaja en la NASA.

A las trabas propias del sistema se sumaba lo difícil de la adaptación al proyecto. “Es complejo para un estudiante involucrarse en esto, porque el proyecto es una mezcla entre óptica, astrofísica y computación”, comenta Bendek, al referirse al extraño perfil que buscó en el alumno chileno, quien ha debido desarrollar diversas técnicas en el campo de machine learning.

¿Qué hace? Busca solucionar el grado de error que presentan los telescopios al medir las distancias en el espacio, debido a que muchas veces deforman la imagen en un efecto similar al “ojo de pescado” en los lentes fotográficos. Esto llevado al campo de Bendek influye en que se pueda detectar o no un exoplaneta en torno a una estrella lejana. “José Luis implementa un algoritmo para ver si la inteligencia artificial es capaz de solucionar este problema, aprendiendo cómo se deforma el telescopio y se genera este efecto. El computador mira miles de imágenes para entender si el telescopio se está deformando, y así si lo está haciendo puede decirnos cómo corregirlo”, agrega el ingeniero chileno, quien destaca que esto puede tener aplicaciones en otras áreas de la ciencia y también en diversos campos industriales.

Haddad, quien termina su jornada a las ocho de la noche chilena para alcanzar a trabajar de forma simultánea durante la mayor cantidad de tiempo posible con sus compañeros en California, también lo explica: “Las tareas que estoy realizando se resumen en generar imágenes simuladas de estrellas en el cielo que siguen varias reglas físicas y presencia de ruido. En paralelo, estoy preparando algoritmos de aprendizaje de máquinas, a los que dejo entrenando en un supercomputador en Texas”.

La práctica era originalmente de dos meses, que partieron el 1 de noviembre, pero Bendek cuenta que por los buenos resultados decidieron extenderla por 30 días más en enero. “Lo primero que me llamó la atención de la NASA es la cantidad de presupuesto que tienen invertido en temas de investigación, acá (en Chile) se van a la segura y optan por alternativas que aseguren el retorno y allá existe la posibilidad de invertir en algo riesgoso que puede no tener resultados”, cuenta Haddad, quien agrega que al principio tenía miedo de que su experiencia se viera empañada por la distancia. Aunque esto lo descartó al darse cuenta de que allá todos también trabajan desde sus hogares.

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José Luis Haddad, en su casa de Peñalolén. Foto: Patricio Fuentes

Cuenta que ha tenido mucho contacto con el resto de los ingenieros del centro en California, gracias a actividades más allá de lo netamente laboral que la agencia impulsa. Por ejemplo, esta semana el resto de los “interns” -los practicantes- tuvieron una competencia de “ugly christmas sweaters”, los típicos chalecos navideños feos que son muy populares en Estados Unidos. “En general, existe el interés por potenciar un ambiente laboral y que la gente esté feliz trabajando”, cuenta el joven. Pero el intercambio no se queda ahí. “Uno no sólo tiene la posibilidad de trabajar en su proyecto, sino que constantemente el centro se encarga de generar conversación, hacer publicaciones y conferencias respecto a las áreas de investigación y el trabajo en que está cada uno de los profesionales”, explica Haddad, quien se ha anotado en varias charlas online que abordan temáticas tales como la observación desde el espacio del retroceso de los hielos en la Antártica hasta otra del astronauta Bob Behnken, que hace poco fue a la Estación Espacial Internacional.

El viaje encerrado de Catalina

José Luis Haddad no es el único alumno chileno que hoy trabaja con Bendek. Desde antes de que se iniciara la pandemia, el ingeniero viene desarrollando un proyecto con Catalina Flores, quien tiene 28 años y es estudiante del Doctorado en Astrofísica de la Universidad Andrés Bello.”Nunca pensé que iba a trabajar en la NASA. Para mí suena como muy soñador. Ahora, con la pandemia, se ve más normal pero hasta el año pasado jamás se me ocurrió que podía trabajar así a distancia y menos acá. Fue bacán que me dieran la oportunidad. El hecho de que me preguntaran si quiero trabajar con alguien de allá demuestra que he estado avanzando bien”, reflexiona la joven, que vive con sus padres en La Florida.

Su trabajo con Bendek partió en agosto de 2019. El astrónomo Dante Minitti, quien dirige el doctorado que cursa, pensó en ella cuando el ingeniero chileno en la NASA –un ex alumno suyo- le contó que estaba buscando un estudiante para un proyecto que reunía trabajo en exoplanetas e instrumentalización. “Dante me mandó un correo supersimple que decía algo así como ‘Cata, yo sé que te interesan los exoplanetas y conozco a alguien que está buscando un estudiante que quiera trabajar en esa área. ¿Te interesa?’. Le dije que sí porque escuché NASA y sonaba como desafiante. Al día siguiente Eduardo me escribió para que habláramos por WhatsApp”, relata Flores.

”Nunca pensé que iba a trabajar en la NASA. Para mí suena como muy soñador. Ahora, con la pandemia, se ve más normal pero hasta el año pasado jamás se me ocurrió que podía trabajar así a distancia y menos acá. Fue bacán que me dieran la oportunidad”, cuenta Catalina Flores.

El inicio la joven lo describe como “un proceso de evaluación bastante informal”, en donde Bendek le dijo que iban a ver si la colaboración resultaba, pero que los buenos resultados llegaron rápidamente. Así, desde septiembre de 2019 tienen reuniones semanales por Zoom como “asistente de investigación”, aunque reconoce que no tiene un cargo formal.

Dice que eso no le importa, que se queda con la experiencia de participar de una organización en la que nunca pensó poder trabajar. “Soy súper insegura por naturaleza, así que esa sensación de ‘no me va a resultar’ la tuve siempre, hasta el día de hoy. La vez que me dijo que íbamos a seguir trabajando, también fue muy informal. Había sacado unos gráficos que me pidió, se los mostré y dijo que eran espectaculares. Él es muy expresivo cuando le gustan las cosas; que sea así me ha ayudado de alguna manera a sentirme más segura”, cuenta Flores, quien tuvo que ponerse al día rápidamente en el área de instrumentalización, algo que no se enseña mucho en astronomía.

Bendek se transformó en uno de los supervisores de la tesis de la estudiante, la que trata sobre la misma temática de la investigación que llevan a cabo para la NASA: utilizando la astrometría, una antigua técnica que mide la posición de los objetos celestes en el cielo, buscan descubrir exoplanetas. La lógica es que al medir la posición de una estrella se puede saber si se está moviendo, mientras que un tipo particular de desplazamiento puede ser señal de que un planeta la está orbitando. “El tema es que hoy no hay precisión suficiente para que se puedan encontrar planetas mediante astrometría. Por eso en la NASA crearon un prototipo de telescopio que alcanzaría la precisión necesaria para detectar un planeta del tamaño de la Tierra, por ejemplo. En eso estamos trabajando, en demostrar que este prototipo permite aprovechar la astrometría para detectar planetas”, explica Flores.

Ese es su desafío: lograr por primera vez detectar un exoplaneta a través de la astrometría. “La gracia es que se estaría ocupando esta técnica desde el espacio y que es la única que permite calcular la masa de un planeta”, cuenta la joven.

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Catalina Flores, en su casa ubicada en la comuna de La Florida. Foto: Patricio Fuentes.

Hasta el momento van bien, ya hace dos semanas algunos de los resultados fueron difundidos de forma remota en la conferencia Astronomical Telescopes + Instrumentation 2020. Bendek cuenta que pretenden publicar en journals del área de la instrumentalización en óptica. Por su parte, Flores está preparando su propia investigación sobre esta técnica aplicada a la detección de planetas, la cual quiere divulgar en publicaciones más vinculadas a la astronomía, como The Astrophysical Journal. “Con Catalina aún no hemos finalizado. Ella tiene que terminar su doctorado y son dos años más, así que vamos seguir trabajando, publicando papers”, dice Bendek, quien agrega que esperan presentar su trabajo en una conferencia que se realizará en abril. “La idea es insertarla en el ámbito espacial de búsqueda de planetas y que cuando se gradúe tenga distintas opciones para postular a trabajos en distintos lados”, apunta el ingeniero de la NASA.

En el caso de Haddad, Bendek cuenta que cuando se acabe su práctica intentará que él u otro estudiante puedan seguir trabajando en el tema, ya sea como práctica, contratado o en el plano de un intercambio. “Necesito resultados para ir a la NASA y decir ‘estos alumnos chilenos están haciendo un trabajo excelente’. Esto porque es difícil traer a gente extranjera. José Luis ha hecho un trabajo excepcional; he tenido otros ingenieros trabajando en el mismo problema y él logró entenderlo muy rápido”, dice.

Por su parte, el alumno de ingeniería de la Universidad Católica debe definir si al terminar su carrera va a estudiar un posgrado o entrará al mundo laboral. En el corto plazo dice que quiere escribir un paper sobre su trabajo en la agencia estadounidense para presentar a la comunidad astronómica. “Me gustaría harto seguir ligado a la NASA, siento que hay mucho más para aprender que lo que he logrado en estos dos meses”, comenta Haddad, quien cree que si se inclina por empezar a trabajar antes de continuar sus estudios, la idea sería hacerlo en Estados Unidos. “Creo que se aprende harto formando parte del mundo laboral. Me gustaría que fuera en la NASA y estoy conversando con Eduardo sobre la posibilidad de seguir con algo allá”, agrega.

“Necesito resultados para ir a la NASA y decir ‘estos alumnos chilenos están haciendo un trabajo excelente’. Esto porque es difícil traer a gente extranjera”, explica Eduardo Bendek.

A Catalina Flores también le gustaría verse en un futuro en algún centro de la agencia en Estados Unidos y dice que quiere sacarse la espina de conseguir un trabajo soñado en el extranjero, pero admite que es complejo hacerlo desde una pieza en su casa. “Cuando pase la pandemia sería bueno viajar hasta allá para hacer una pasantía porque ya estoy colaborando con NASA. Cuando se lo cuento a alguien lo primero que se imagina es que ya estoy allá, que conozco a todos y estoy viendo los cohetes y todas esas cosas. Y no, en realidad estoy frente a una pantalla por Zoom hablando con alguien que trabaja ahí. Sería distinta la experiencia si se pudiera viajar”, reconoce.

Si bien admite que se está trabajando en algo más estable para la llegada de alumnos chilenos a NASA, Bendek dice que hasta el momento no se puede anunciar nada. Comenta que esas cosas se dan de manera más bien orgánica y que los buenos resultados de estos dos alumnos deberían aumentar las opciones de otros. Por eso, reconoce que ahora debe mostrarlos y trabajar para que la relación entre la famosa agencia estadounidense y Chile se vaya estrechando. Cuenta que justamente en eso está en su rol de consejero de Chile California Council (CCC), una organización binacional con sede en San Francisco que busca promover las relaciones entre Chile y el estado de California.

”Tener un chileno miembro del Consejo trabajando posicionado en NASA, haciendo posible que un joven del país haga su práctica en esta institución, es muy significativo y refleja también una apertura a las posibilidades que hay”, explica Matías Alcalde, representante del Chile California Council. Él agrega que esto puede servir para fortalecer este intercambio en otras áreas relacionadas como la ciencia, tecnología y medio ambiente. “Lo que logró Eduardo abre fronteras y merece ser destacado. Esperamos que este tipo de formatos siga su evolución en esa línea. Se está trabajando en un plan de conectar la academia y los alumnos de posgrado en el sector empresarial, considerando esto el inicio de algo más”, apunta Alcalde.

En Estados Unidos, Bendek reconoce que la idea es seguir adelante con la iniciativa. “Mi objetivo ahora es continuar con esto, poder traer más gente y abrir las puertas a más estudiantes”, concluye el ingeniero.

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