Tiemblan las tareas y ensayos: universidades preocupadas por ChatGPT y su inteligencia artificial
Un programa capaz de analizar información y redactar ideas se ha convertido en una nueva tendencia para el plagio entre algunos de los estudiantes, quienes incluso alardean de su uso públicamente en redes sociales. Acá, de qué se trata y las medidas a las que han recurrido las universidades para enfrentarlo.
Con el paso de los años, las técnicas para copiar en trabajos universitarios se han vuelto cada vez más elaboradas. Si bien, es común que algunos de los estudiantes recurran a estrategias como tomar textos de otras personas y cambiarles palabras para hacerlos pasar como suyos, la tecnología de la inteligencia artificial ha llevado este escenario varios pasos más allá.
Plataformas como ChatGPT, una aplicación que analiza información y que es capaz de redactar ideas a partir de ciertas directrices, se han convertido en una tendencia ascendente entre los alumnos que no quieren dedicarse a leer documentos por varias horas para escribir un ensayo.
Aquello ha despertado las alarmas en los profesores de numerosas universidades, quienes al percatarse del uso de esta herramienta, han optado por cambiar la manera en que evalúan el aprendizaje de sus estudiantes.
Uno de ellos es el docente de filosofía de la Universidad del Norte de Michigan, Anthony Aumann, quien el mes pasado encontró un trabajo que calificó como “el mejor de la clase”, aunque con ciertas sospechas.
Según reveló al New York Times, se acercó al “autor” para consultarle sobre los contundentes argumentos que supuestamente escribió en su ensayo sobre las prohibiciones y la moralidad de las burkas en Medio Oriente.
Tras hablar unos minutos con él, notó que no lo había escrito, por lo que —ante la presión— el joven le confesó que utilizó ChatGPT.
La inteligencia artificial del ChatGPT que preocupa a las universidades
Esta aplicación forma parte de una tecnología llamada inteligencia artificial generativa, la cual como su nombre lo sugiere, tiene la capacidad de generar contenidos en la dirección que le planteen los usuarios, ya sea para elaborar cartas de amor, poemas, historias para leer en el tiempo libre o trabajos universitarios. Todo vale.
Para esta última actividad, ChatGPT —creada por la compañía OpenAI— es una de las más utilizadas por estudiantes para hacer sus tareas sin aplicar mayor esfuerzo, aunque esto signifique infringir las normas de los códigos de ética de las instituciones en las que estudian.
Incluso, algunos de ellos no escatiman a la hora de alardear en redes sociales sobre su controvertida estrategia.
Solo en TikTok, el hashtag #chatgpt cuenta con más de 578 millones de visitas, mientras que los cibernautas menos reservados han compartido videos mostrando como la app trabaja en sus ensayos, resuelve problemas de codificación computacional y responde pruebas de selección múltiple.
“No sé ustedes, pero solo quiero que ChatGPT tome mis exámenes finales”, escribió el usuario del último registro, “diviértete estudiando”.
La influencia de esta tecnología en las salas de clases
A pesar de que numerosos profesores son conscientes de que la inteligencia artificial generativa va en una popularidad creciente entre sus alumnos —sobre todo en países como Estados Unidos— la mayoría de las universidades son reacias a la idea de prohibir el uso de Wi-Fi dentro del aula, una medida que sí se ha aplicado en colegios públicos de educación media de ciudades como Nueva York o Seattle.
Más bien, prefieren cambiar la manera en que evalúan a sus alumnos, ya que, en palabras del rector de la Universidad de Florida, Joe Glover, “esta no será la última innovación con la que tendremos que lidiar”.
Por ejemplo, en instituciones como la Universidad George Washington, la Universidad de Rutgers y la Universidad Estatal de los Apalaches, han optado por reducir el número de tareas “para la casa”, para así implementar más trabajos en clases, actividades grupales y pruebas orales o escritas a mano.
De la misma manera, algunos docentes están formulando las preguntas de manera más específica y aludiendo a eventos actuales o de las vidas de sus alumnos, con el objetivo de que aplicaciones como ChatGPT no puedan desarrollar respuestas satisfactorias.
“Necesitamos mejorar nuestro juego”, advirtió al Times el profesor de humanidades de la Universidad de Texas, Frederick Luis Aldama, mientras que la administradora de la unidad de integridad académica de la Universidad de Buffalo, Kelly Ahuna, enfatizó en que “queremos evitar que sucedan cosas en lugar de atraparlas cuando ocurren”.
Por su parte, un vocero del Seminario Teológico de Dallas, John Dyer, aseguró que actualizarán su código de honor para incluir este tipo de faltas. En este sentido, anticipó que penalizarán “usar como propio un texto escrito por un sistema de generación”.
El uso en el aula y las proyecciones de la app
A diferencia de muchos de sus colegas, el académico en filosofía de la Universidad del Norte de Michigan, Anthony Aumann, dijo al citado medio que planea incluir el uso de estas tecnologías en su programa, para que así sus estudiantes puedan evaluar la veracidad de lo escrito por la inteligencia artificial.
“Lo que sucederá en clase ya no será, ‘aquí hay algunas preguntas, hablemos de eso entre nosotros, los seres humanos’ (...) más bien será como ‘¿qué piensa también este robot alienígena?’”, explicó.
Una de las personas que ha recurrido a ChatGTP con este objetivo es Lizzie Shackney, estudiante de derecho y diseño en la Universidad de Pensilvania. Según contó al Times, no utiliza la plataforma para copiar en sus exámenes, sino que más bien, la usa para conocer perspectivas que podría no estar considerando en su análisis.
“Hay disciplinas que quieren que compartas”, dijo refiriéndose a la interacción con la app y las carreras que cursa.
Para evitar el engaño y el mal uso de estas herramientas, el servicio de detección de plagio, Turnitin, anunció que este año incorporará nuevas funciones que permitirán identificar la inteligencia artificial generativa, mientras que más de 6.000 profesores de las universidades de Harvard, Yale y la de Rhode Island, entre otras, se han inscrito en GPTZero, un programa que promete detectar la copia realizada mediante este método.
Además de ChatGTP, OpenAI se encuentra trabajando en una versión más elaborada que se llamará GTP-4, mientras que Microsoft está evaluando si invertir 10 mil millones de dólares para potenciar el crecimiento de la compañía.
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