Fotografía tomada el 5 de septiembre.

El 6 de septiembre era una jornada más en la agitada contienda electoral brasileña. Ese día, el favorito para ganar la Presidencia, Jair Bolsonaro, lideraba un mitin en Juiz de Fora, un municipio al interior del estado de Minas Gerais, a mitad de camino entre Río de Janeiro y Belo Horizonte. El candidato necesitaba seducir a las zonas industriales y Juiz de Fora era un importante bastión al concentrar fábricas de automóviles y de acero. Pero no sólo eso. JF -como le dicen a esta ciudad de 563 mil habitantes- no era una urbe cualquiera, ya que en Brasil es conocida por su respeto a la diversidad: ha sido sede del Rainbow Fest, Miss Gay Brasil y otros eventos de la comunidad LGTB.

Aquel día Bolsonaro lucía una polera amarilla, en la misma tonalidad que la camiseta de "La Canarinha" de los años 80, con el siguiente mensaje: "Meu partido é o Brasil (mi partido es Brasil)". Durante su visita, el líder del Partido Social Liberal (PSL) exultaba optimismo. No sólo ironizó sobre el resultado de una encuesta Ibope que le otorgaba apenas un 22% de intención de voto, sino que dijo que sus cuestionados dichos el fin de semana anterior sobre "fuzilar a petralhada (disparar contra los partidarios del Partido de los Trabajadores)" era sólo su "forma de hablar".

Esa misma tarde, alrededor de las 15:00, Adelio Bispo de Oliveira, de 40 años y que solía entretenerse subiendo mensajes anti-Bolsonaro en su muro de Facebook, salió de su casa con un cuchillo que sacó de su cocina. Iba rumbo al mitin del candidato ultraderechista. Bispo de Oliveira aprovechó la multitud para aproximarse a Jair Bolsonaro y justo cuando éste era levantado en andas, le asestó el puñal en su abdomen. El agresor diría después que su acción fue un mandato de Dios, que actuó "por motivos personales" y también por los supuestos prejuicios del candidato "cuando habla de raza, religión e incluso contra la mujer", según dijo su abogado.

La escena fue captada por un teléfono celular, aunque no se aprecia la profundidad del ataque. Se ve, eso sí, que Bolsonaro saluda de manera triunfal a sus adherentes, levanta un brazo, sonríe, luego gira hacia el otro lado para saludar y en fracción de segundos se encoge con un gesto de dolor en su abdomen, antes de desplomarse.

Bispo de Oliveira fue detenido mientras los partidarios del abanderado brasileño intentaban lincharlo. El candidato fue llevado de urgencia al hospital más próximo. Su hijo Flavio dijo en un comienzo que la herida era "superficial", pero dos horas más tarde señaló que su padre se encontraba sumamente grave. "Perdió mucha sangre, llegó al hospital casi muerto. Su estado ahora parece estable. ¡Oren por favor!", dijo, alarmado.

Veintitrés días después, Bolsonaro fue dado de alta. Por su reposo obligado no pudo asistir a los debates ni hacer campaña en terreno. En vez de perjudicarlo, su alejamiento de la campaña más formal -y su acercamiento a redes sociales- no hizo más que impulsar su figura. Su discurso anti-delincuencia encontró eco ante su propio drama y también su mensaje contra la supuesta intolerancia de sus rivales de izquierda, ya que su agresor fue identificado con esos colores políticos. El resto de la historia ya es conocida: Bolsonaro arrasó en las urnas y el próximo 1 de enero asumirá la Presidencia de Brasil. T

*Editor de Mundo de La Tercera