Una década en los ojos de Catalina
La llegada del 2020 marca el fin de una etapa. Diez años que modificaron el mundo y el país, instalando nuevos temas como el feminismo, la inmigración y el medioambiente. ¿Cómo ve el país y el mundo un niño que sólo ha vivido en esta década? ¿Qué le quita el sueño? ¿Cuáles son sus aspiraciones y cómo se relaciona con la tecnología? Catalina responde por ella y por sus compañeros.
Si Catalina Negrete tuviera 35 años, sería profesora de pre-kínder del colegio San Juan en la comuna de Lampa. Aunque enseñaría todas las asignaturas, estaría especializada en ciencias y, quizás, también en artes. A esa edad, su currículum ya incorporaría algún un curso de pedagogía en Estados Unidos y su estatus civil diría que está casada. Tendría un hijo llamado León y una hija de nombre Isabella, la heredera de su colección de muñecas.
Catalina también dice que viviría en Lampa para dormir más tiempo en las mañanas antes de ir a trabajar. Además, tendría un patio grande para jugar con sus perros. Comería tallarines con salsa roja todos los días y viajaría a Santiago sólo para ir al McDonald's, donde siempre elegiría los nuggets. En ese futuro, habría visitado los museos de Frida Kahlo en México, y las ciudades que inspiraron la película animada Coco. Los fines de semana se juntaría con sus antiguos amigos del colegio y cantarían con nostalgia las canciones de los youtubers Pascu y Rodri, las mismas que en enseñanza básica coreaban en los recreos.
En las vacaciones de verano, volvería a llenar la piscina de plástico para capear el calor de Lampa y en invierno, prendería la estufa para resguardarse del frío junto a su familia. Seguiría la costumbre de ver las noticias y comentarlas con su hermano y su tío Mario, en la misma televisión en la que verían sin falta los partidos de Colo Colo. Catalina sería una mujer fuerte como su mamá, tendría una opinión clara e informada y seguiría creyendo en la igualdad de género, en la importancia del cambio climático y en el rechazo a la discriminación contra los inmigrantes.
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A un poco más de 30 kilómetros de Santiago, en la provincia de Chacabuco, está la comuna rural de Lampa, una de las áreas con clima más extremo en la Región Metropolitana. En la calle que cruza de norte a sur la localidad está ubicada una casa amarilla de material ligero, con techos en diagonal y suelo de cemento. Ahí vive Catalina Emilia Negrete Maldonado, quien en octubre cumplió diez años.
Ella mide un metro y 37 centímetros y lo que más le gusta hacer en la vida es dibujar. Tiene pelo castaño, liso y largo, tan largo que le cubre las caderas. Por eso, suele tenerlo amarrado. Su madre le hace trenzas en las mañanas o su tío le amarra un moño antes de que pase el furgón, que a las 7:45 a.m. la recoge para llevarla al colegio. Como salió de vacaciones, esa mañana de diciembre tiene el pelo suelto. Lleva un vestido de jeans, zapatillas rosadas y un reloj del mismo color.
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Crédito: Nicolás Ábalo[/caption]
Hoy vive con su madre Claudia, su tío Mario, su hermano mayor Víctor, la pareja de su mamá, Ernesto, y sus muy queridos cuatro perros. La familia llegó al sector cuando ella nació. Ese año, Mario consiguió un terreno en un complejo deportivo, donde por cuidar la cancha de fútbol los dejaron instalarse sin pagar arriendo. La casa la construyeron con sus manos y diez años más tarde siguen viviendo ahí. "Mi mamá normalmente plancha o encera, Víctor trabaja en comunicación audiovisual, mi tío hace la comida y el Ernesto trabaja en los buses", responde cuando le preguntan qué hacen regularmente sus familiares. Su mamá también trabaja como gásfiter y tanto ella como el resto de la familia suelen ocuparse como temporeros.
Catalina habla rápido y con un amplio vocabulario, mueve sus manos y levanta los brazos mientras ríe recordando las anécdotas que ha recolectado durante una década de vida. También se molesta y frunce el ceño cuando menciona temas más serios, como las recientes discusiones en torno a las pensiones, y mueve la cabeza para mostrar desaprobación frente a la discriminación racial.
Habla sin parar cuando su discurso lo interrumpe un sonido. "¡Chao Cata!", grita su tío Mario a lo lejos, "¡Chao, que te vaya bien!", responde ella agitando su brazo en el aire. "Él es mi tío", dice sonriendo mientras lo mira alejarse. Según la mamá de Catalina, la niña tiene una fuerte conexión con Mario, porque es él quien asumió el rol paternal cuando el padre de Catalina se alejó de la familia. Aunque nunca vivieron juntos, antes tenían visitas agendadas cada cierto tiempo. Hoy ya han pasado tres años en los que no lo ha visto. "Según la mediadora (asistente social), él tenía que venir a buscarme y yo iba pa' allá, pero dejó de venir a verme", explica la menor.
-¿Ya no lo ves?
-No.
-¿Y qué te hace sentir eso?
-Ya es normal porque ha pasado mucho tiempo que no me viene a ver, entonces… es normal.
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La pieza de Catalina está llena de dibujos. Algunos son suyos y otros se los regalaron sus amigos. Al lado de las ilustraciones hay tablas de madera donde reposan al menos treinta muñecas. Todas tienen un nombre diferente. "Este se llama Lucas, esta Rocío, Pamela, Bonnie, Rebeca, Sofía, Francisca...", cuenta y se detiene para tomar uno del suelo. "Aquí tenemos a mi regalón", dice y agarra un muñeco escondido en una esquina. "Se llama Mateo Javier", agrega cargándolo en sus brazos.
Dibujar, jugar con el celular y leer. Esas son las actividades favoritas de Catalina. Este año le regalaron su primer teléfono, el que usa principalmente para jugar Gacha Life, aplicación donde se crea un personaje tipo animé y se interactúa con otros del mismo 'universo Gacha'. Es la tendencia entre sus amigos de cuarto básico, quienes usan esa plataforma para interactuar entre ellos en la web. La mayoría de su curso ya es dueño de un celular e, incluso, tienen un grupo de WhatsApp. Y aunque según ella escriben "puras tonteras", las mamás del curso suelen vigilar de cerca las conversaciones.
No usa Facebook ni Instagram, pero sí tiene Tik Tok, una red social para crear y compartir breves videos musicales. Con sus compañeros hacen animaciones de los mismos personajes de Gacha Life, les agregan música y las suben a internet. "La mayoría de las niñitas que tenemos celular en el curso usamos Tik Tok. También subimos videos dándole gracias a nuestros seguidores por apoyarnos", cuenta imitando a los influencers.
El colegio es uno de sus lugares favoritos, porque ahí se encuentra con sus amigos. Estudia en el San Juan de Lampa de la fundación Astoreca, acaba de pasar a quinto básico con promedio 6,1 y le emociona el próximo año porque al fin va a aprender inglés.
-¿Cuál es tu sueño para el futuro?
-Ser profesora.
-¿De dónde?
-Del colegio en el que yo estudio.
-¿Vivir en Lampa o en Santiago?
-En Lampa, así no llego atrasada a clases.
-¿Por qué quieres ser profesora?
-Porque desde chica yo juntaba a mis muñecos y les hacía clases.
-¿Qué asignatura te gustaría enseñar?
-Ciencias, porque la tía Anto siempre tiene una planificación. Entonces ella va planificando las clases y yo las podría planificar y ponerles dibujos a los niños. Por ejemplo, para explicar la cadena alimenticia.
En el colegio todos saben que Catalina quiere ser profesora. Desde que entró le cuenta a sus 'tías' y a sus amigos que ella también va a enseñar y no en otro colegio, sino que en el mismo San Juan. Piensa constantemente en su futuro, se acerca a las tutoras para preguntarles cómo lo tiene que hacer para enseñar en prebásica y elegir las asignaturas de especialización. Divaga entre ciencias y artes, pero cree que en clases puede complementar ambas disciplinas.
Tiene sus planes claros. Primero quiere estudiar pedagogía en la Universidad Santo Tomás, porque ahí estudió su hermano -el primer universitario de la familia- y le dijo que era un edificio grande. Luego pretende hacer clases en su colegio y después, tal como una profesora que tuvo el año pasado, ir a estudiar a Estados Unidos. Por eso le emociona tanto aprender inglés el año que viene.
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Crédito: Nicolás Ábalo[/caption]
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A Catalina le gusta vivir en Lampa, pero sobre todo le gusta vivir en Chile. Las visitas a Santiago son una verdadera odisea para ella y aunque disfruta la tranquilidad de lo rural, le atrae lo caótico de la ciudad. Lo que más le gusta de la capital es la cajita feliz del McDonald's. Además, cuando van de visita aprovechan de ir a los malls que no existen en Lampa. "A veces hasta puedo elegir algo para que me compren", cuenta con entusiasmo.
-¿Cómo ves a los chilenos?
-El chileno para mí es entretenido, como personas son buenos.
-¿Por qué son entretenidos?
-Porque tenemos varios chistes y lo que más me gustan son las yapas.
-¿Las payas?
-Sí, eso.
-¿Te sabes alguna?
-Se me olvidaron, pero sabía muchas en el 18 de septiembre.
-¿Te gustan las Fiestas Patrias?
-Sí, me gustan porque se venden ricas empanadas, lo malo es que la de pino me da un poco de acidez.
Catalina se inspira hablando de Chile, de los paisajes y de la cultura. Cruza la pierna izquierda sobre la derecha y se balancea en la silla, mientras cuenta que como ve las noticias mientras almuerza, está al tanto de la realidad nacional. En su casa se comenta y se discute de actualidad y ella también opina en la mesa. "Yo sé lo que pasa en Chile", dice con seguridad refiriéndose a la crisis.
- ¿Qué pasa?
- Todo esto empezó en mi cumpleaños. Yo estoy de cumpleaños el 17 de octubre, pero lo celebré el 18 porque era viernes. Estábamos aquí jugando tranquilamente con mis compañeros y después pasaron por la calle una fila de personas tocando tambores. Nosotros miramos y corrimos a la reja. Ahí empezamos a aplaudir y ellos nos saludaron todos.
-¿Qué estaban haciendo esas personas en la calle?
-Protestando.
-¿Y por qué protestaban?
-Porque el país está mal y piden cosas.
-¿Qué piden?
La gente ha estado haciendo peticiones al gobierno y el gobierno no ha cumplido esas peticiones. La gente lo que más está pidiendo ahora es trabajo, porque está muy escaso, entonces se tienen que estar moviendo de aquí pa' allá. Yo creo que a la gente lo que más le gustaría tener es un trabajo estable, no donde se sientan en peligro.
-¿Por eso crees que empezaron las protestas?
-También por las AFP, porque a los abuelitos no se les está dando lo que necesitan para vivir. La gente está media cansada y por eso enojada, así que ahí empezó todo esto.
-¿Qué veías en las noticias durante el estallido?
-Que había personas destruyendo las cosas innecesariamente, entonces yo me dije: "¿por qué están destruyendo esas cosas si no van a llevar a nada?".
-¿Y supiste por qué?
No, todavía no lo entiendo.
Durante las primeras semanas del estallido social se cancelaron las clases en varios colegios, incluyendo el de Catalina. Cuando el horario volvió a la normalidad, se reunieron en la sala con sus compañeros y comentaron lo que habían vivido. Entre los 41 alumnos de su curso, había familiares de militares y carabineros. También muchos que habían salido a manifestarse y contaron de los cacerolazos y las salidas con los vecinos por las calles.
-¿A ti qué te gustaría cambiar del país?
-La escasez de trabajo. A la gente le cuesta encontrar trabajo.
-Si fueras presidenta un día, ¿qué harías?
- Les daría a los abuelitos la pensión que ellos necesitan para comprar sus remedios y para pagar el arriendo de sus casas porque muchos no tienen plata, entonces les daría lo que ellos necesitan. El trabajo también, haría más cosas donde las personas puedan trabajar en lo que estudiaron.
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Crédito: Nicolás Ábalo[/caption]
Justo en la vereda de la casa de Catalina se ve una pareja con una niña vendiendo helados. "Ellos son haitianos", dice ella. La futura profesora explica que esas tres personas son inmigrantes y que en su colegio también hay alumnos de otros países. Cuenta que según su experiencia, ellos llegan a Chile buscando paz, pero que no les ha sido fácil. "A los inmigrantes les ha costado conseguir una casa donde poder estar estables, tener sus cosas y estar tranquilos", dice mientras mira a sus vecinos trabajando bajo el sol.
- ¿Te gusta que estén acá?
- Sí, porque ellos aquí se sienten seguros.
- ¿Y por qué vienen a Chile?
- Llegaron porque la situación de ellos en su país no era buena. Por ejemplo, en Venezuela. Yo tengo una amiga venezolana que va en mi furgón y ella me dijo que estaba mala la situación allá.
Fue en el bus escolar donde Catalina conoció a la niña, que según ella "tiene acento bonito". La menor venezolana va al colegio junto a su hermano más pequeño y vive con su familia en un campamento de Lampa. Un día en que volvían del colegio, la niña le preguntó a Catalina si tenía algún lápiz para regalarle, porque no tenía con qué hacer las tareas. Apenas Catalina llegó a su casa le contó a su madre y le pidió permiso para darle algunos de los lápices que ella le había comprado. Se sentó en su escritorio y sacó el frasco donde los guarda. Eligió un puñado, los envolvió con una cinta y los metió a la mochila. Al día siguiente esperó a la salida del colegio a su amiga del acento bonito.
-¿Te gusta tener una amiga de Venezuela?
- Sí, me gusta y me gusta que los reciban en el país.
-¿Crees que los chilenos reciben bien a los extranjeros?
-De repente nomás, porque a veces hay personas que los discriminan.
-¿Por qué?
-Por cómo ellos hablan o por donde vienen, entonces hay veces que los tratan mal.
-¿Qué opinas de eso?
-Que está mal po'. Se tienen que tratar igual que a uno porque ellos no son nada de diferentes, son personas también, sólo que vienen de otra parte.
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La Navidad es una de las celebraciones favoritas de Catalina. Le gusta el rito de la Nochebuena, porque se juntan en familia y celebran comiendo carne con ensaladas. Otro factor importante es la fuerte presencia de la magia durante la época. Aún tiene el recuerdo patente de la Navidad pasada, cuando vio en vivo y en directo al Viejo Pascuero.
Catalina cuenta que salió con su tío a pasear por el patio la noche del 24 de diciembre de 2018. De repente, los perros comenzaron a ladrar y al mirar hacia arriba se encontró con un trineo que volaba sobre su cabeza. Dice que había una luz roja por delante y renos que tiraban el carruaje donde iba sentado el anciano de barba blanca. Al volver a la casa, el jugo y las galletas que le había dejado al Viejo Pascuero ya no estaban. No podía creerlo.
Este año espera comer igual de rico que el pasado y ojalá encontrarse de nuevo con el Viejo Pascuero. Eso sí, esta vez hay una diferencia que ella misma destaca. Catalina entra a su pieza y se pone en punta de pies para tomar de una repisa un rollo usado de papel higiénico. "Lo reciclé porque lo íbamos a botar y yo inventé una manualidad que es un adorno para el arbolito", cuenta, y muestra el cartón pintado de color café. La idea es transformarlo en Rodolfo el reno. Falta pintarle con rojo la nariz y con negro los ojos antes de colgarlo. "Todo eso se puede hacer con lo que uno tiene en la casa", cuenta mientras levanta los hombros. "Así ayudamos contra el cambio climático", agrega con una sonrisa.
-¿Qué es el cambio climático?
-Eso es que varias especies de animales se están extinguiendo. Por ejemplo, el oso polar debería estar donde está frío, pero con el cambio climático ahora hace calor, entonces les da fiebre y por eso se están muriendo.
-¿Cómo crees que estamos en Chile con esto?
-Más o menos nomás. Empeorando en realidad. En Santiago, por ejemplo, hay muchas empresas, y esas empresas contaminan el aire con el humo de lo que ellos trabajan. Entonces se contamina el aire y la gente se está enfermando más por esa razón.
-¿Qué razón?
-Por el aire sucio.
-¿Y de quién es la culpa?
-Del ser humano, porque no les importa lo que pase con los otros seres vivos.
A Catalina el tema la aflige. En el colegio reciclan la basura y en su casa ella hace el intento de rescatar objetos para hacer manualidades. Dice que cerca de donde vive hay lugares con mucha basura en la calle. No se acuerda dónde, pero una vez fue a una laguna con su familia y estaba llena de plástico. Incluso, asegura haber visto peces muertos.
-¿Por qué te preocupa tanto el tema?
-Porque a lo mejor en unos años más no va a haber mundo.
-¿Qué va a pasar si seguimos contaminando?
-Vamos a perder el mundo que tenemos y van a ir muriendo varias personas, porque la tía nos contó que los árboles y las plantas son las que nos dan oxígeno. Entonces el humano corta el árbol y contamina las plantas y eso hace que vayamos perdiendo oxígeno. Entonces, si llegáramos a perder el oxígeno en todo el mundo, según un amigo que se llama Alexis, vamos a tener que evacuar a Marte. Por eso se están realizando investigaciones para ver si el humano puede habitar en Marte.
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A un costado de la casa amarilla, hay cuatro perros amarrados. Jack, Perico, la Gorda y la Yoya, o Yoyi como le dice Catalina de cariño. La niña pide permiso para ir a buscar a la última y trae en sus brazos a un caniche blanco. La sube a su asiento y la acaricia mientras se revuelca encima de ella. Se ríe y la interrumpe a lo lejos un ladrido. "Ahí está Perico ladrando", dice identificando al autor. Le gusta correr por el pasto con sus perros, juega a tirarles la pelota o a pasearlos alrededor. Su hermano y su tío la acompañan, porque aunque a todos les gustan los perros, ella es la que tiene más tiempo para divertirse.
-¿Qué crees que es mejor, ser adulto o ser niña?
-Me gusta ser niña porque puedo jugar todo el día.
-¿Qué es lo que más te gusta de tener 10 años?
-Jugar con mis muñecas y con mis perros más tiempo, porque cuando uno ya es grande tiene que estar preocupado de sus responsabilidades. Igual ahora cuando uno es niño tiene responsabilidades, pero no es tanto como cuando uno es grande.
-¿Ahora qué responsabilidades tienes?
-Ir al colegio... De repente leer un libro para clases, aunque me gustan las dos.
A Catalina la entretiene leer. Aunque usa su celular más horas de las que lee, no deja de tomar los libros que tiene en su pieza. Actualmente está leyendo Estrella, de Roberto Fuentes y, con orgullo, dice que va en la página 88. Aunque le gusta mucho esa historia, su libro favorito es La porota, de Hernán del Solar. Lo ha leído tres veces, se sabe la historia de memoria y considera que el autor es una inspiración.
-¿Por qué te inspira Hernán del Solar?
-Porque es bueno.
-¿Alguien más te inspira?
-Me inspira sobre todo mi mejor amigo que es el Víctor, un niño que me enseñó a dibujar. También me gusta la Frida Kahlo.
-¿Frida Kahlo?
-Una vez hice una presentación de ella y me gustaron sus diseños y coloridos. Además, una amiga me contó que ella no ganaba plata por mostrar sus obras, ella lo hacía por la gente nomás y ahora está en museos.
-A Frida Kahlo se le considera un ícono feminista, ¿sabes lo que es el feminismo?
-No.
Catalina no reconoce el concepto y pregunta con curiosidad de qué se trata. Se mueve en su asiento, cruza los brazos y gira la cabeza hacia un lado para escuchar la explicación.
-¿Has escuchado hablar de la desigualdad entre los hombres y las mujeres?
-¡Ah, sí! He oído de eso. Hace un tiempo vi en las noticias que el hombre recibía como un 20% más de lo que recibe una mujer en el trabajo.
-¿Qué opinas de eso?
-Que está mal, porque ambos tenemos los mismos derechos y no tienen que tratarnos como cualquier cosa porque también son humanos.
-¿Cómo definirías a las mujeres chilenas?
-Que son bacanes, porque ellas se esfuerzan para conseguir lo que les gustaría tener.
-¿Y tú, cómo vas a ser?
-Bacán también po'.
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