Fotografía tomada el 4 de marzo

Sigo tratando de entender lo que significó ese momento. Sin duda fue un antes y un después a nivel personal y profesional, pero sobre todo una alegría de un logro colectivo, una conquista hecha por una pandilla.

En la premiación estaba sentado solo en un balcón, esperando. Ya estaba entregado al momento, pero sentía una tensa calma dentro de mí. Sabía que Una mujer fantástica tenía muchas posibilidades de ganar, pero los premios son escurridizos, no siempre tienen lógica y siempre son injustos, salvo cuando los gana uno. Las otras películas de la categoría -Oscar a mejor película extranjera- eran muy buenas y estaba preparado para cualquier cosa, pero a la vez consciente de que la visibilidad de nuestra película había crecido exponencialmente. Me imaginaba que gran parte del país estaba atento a lo que estaba pasando y sentía la presión de un premio que tiene tanta visibilidad.

Cuando partimos grabando pensé que me iban a crucificar por el tema. Esperaba mucha división. La película encontró resistencia, pero, sobre todo, aceptación. No me lo esperaba con la fuerza que ocurrió. Cuando comenzamos a escribir el guión, la visibilización de la gente trans aún no explotaba. Siempre me río a mandíbula batiente cuando se acusa a la película de oportunista, porque cuando partimos el 2014 no había manera de saber que iba a ser tan al dedillo.

En el día en la premiación, apenas apareció Rita Moreno para presentar el premio, de inmediato pensé: "Ok, creo que ganamos". El gesto era demasiado coqueto como para no leerlo: Rita es un ícono de lo latino en Hollywood y la nuestra era la única película nominada de habla hispana.

Al escucharla decir Una mujer fantástica, sentí una alegría muy grande. Al mismo tiempo sentí una especie de tranquilidad, porque la película tenía derecho a ganar, jugó sus cartas y lo logró. Fueron tres años de trabajo, uno de promoción y de explicar la película recorriendo el mundo y todo culminó en el Oscar.

El momento de la premiación es una unidad, me cuesta diseccionarlo en fragmentos. Sí recuerdo que me nació espontáneamente dar un solo y firme aplauso al pararme. Me salió de adentro. El gesto habla de que no quería que el asunto me arrollara; ese aplauso habla de la inmensa alegría y control. Después fue todo muy rápido. Subí al escenario y recuerdo haber abrazado a Pablo (Larraín). Tenía 45 segundos y estaba muy claro a qué gente tenía que agradecer, que era el núcleo central que trabajó en la película. Estaba muy contento y quería saborear lo que estaba pasando. No tuve ningún pudor con sentir esa satisfacción en su justa medida. Para todos los que estuvimos ahí fue un momento que nos marcó a fuego. Hay toda una generación que aprendió y creció junta en esto y me sentía representándolos a todos.

Esa noche estuvo cargada de mensajes y la película ya era uno. Era Una mujer fantástica la que estaba ganando, una película sobre un personaje transgénero, y yo no quería edulcorar la cosa. También tenía claro que no quería decir "Viva Chile" ni nada de eso, tenemos que entender que podemos volver a estar ahí. Si ganábamos quería que fuera con la frente en alto, serenamente y entendiendo que es un honor y un reconocimiento, pero que hay que seguir trabajando, haciendo cine y contando historias que tengan fuerza.

*Director de Una mujer fantástica