El deporte frente al cambio climático: Otro tipo de derrota

MountainWEB

Varios deportes deberán adaptarse al cambio climático; hay nuevos peligros en la nieve, el mar es distinto y la escasez de agua golpea.


Un viaje en el tiempo, al futuro más bien: el montañismo de altura se suspende, por seguridad; el esquí se realiza en contados centros en el mundo, ninguno cerca de Santiago; el golf se juega solo en canchas áridas; del surf queda poco, y otras disciplinas similares se disputan únicamente en campos sintéticos. Eso sí, también se ven carreras de autos que no contaminan. Nada de todo eso es una creación, sino una proyección. Los efectos del cambio climático están tocando ya al deporte, un futuro al que algunas disciplinas ya se están preparando. Puede pensarse que solo los deportes de invierno se verán afectados, con menos nieve en el mundo, pero el problema es mucho más amplio. En el caso del esquí, el tema fue especialmente grave esta temporada. El centro Lagunillas, el más cercano a Santiago -y, por tanto, a menos altura-, casi no tuvo temporada. Más arriba, el panorama también preocupa. Thomas Grob (42), exseleccionado nacional de esquí y hoy gerente de La Parva, confirma los temores, aunque en su caso se prevén a largo plazo, pues hasta ahora el clima inestable, pero igual que en otras épocas. “El año 1998 fue tan seco que La Parva no abrió y en 2017 tuvimos un muy buen año y abrimos 120 días. Esta temporada pudimos abrir 70, aunque para eso fueron fundamentales las máquinas para hacer nieve. Antes, sin esta tecnología, había más incertidumbre”, explica Grob. La inversión para implementar esa tecnología es de cuatro millones de dólares, pero hay otro problema más allá del dinero: para fabricar esa nieve se necesita agua, antes de que baje a los valles.

Grob detalla que la altura a la que están los centros cercanos a Santiago los salva un poco de la situación, por ahora. “Lo que vivimos, a toda la sociedad nos tiene que preocupar, y bien que así sea. El factor que nos influye es a qué altura llueve agua en vez de nevar. En Chile, los centros están a 2.600 y hasta 3.600 metros de altura; en Europa están más preocupados, porque esos están a 1.000 o 1.500 metros, es una incertidumbre grande”. El presidente de la Federación de Esquí y Snowboard de Chile, Stefano Pirola (56), detalla que debió modificar el calendario de competencias por falta de nieve o trasladarlas a Antillanca, cerca de Osorno, o a Corralco, al norte de Temuco, tal como las concentraciones y entrenamientos de las selecciones nacionales. “Si se cumplen los pronósticos, nuestra actividad deberá adaptarse y realizarse en aquellos centros más al sur, que van a tener más posibilidades de tener nieve”, adelanta. En la Federación Internacional de Esquí el cambio climático es una preocupación hace tiempo y en noviembre hará un seminario. La orgánica ya proyecta temporadas más cortas y con menos competencias. Pirola, también exseleccionado de esquí, lo cuenta: “Por mi experiencia, que competí desde muy chico, puedo decir que antes, hace 20 años, en dos décadas había dos o tres años malos, mientras que de los últimos 10 años ha habido ocho malos”. De acuerdo al dirigente, las especialidades más afectadas serían “el esquí alpino, que necesita mayores superficies al aire libre, el freestyle en algunos eventos y el cross country”. Primo del esquí es el montañismo, donde además de dificultades aparece un verdadero peligro con el calentamiento global. Para subir grandes alturas, como las del Himalaya, por ejemplo, se necesitan varios días de buen tiempo, lo que llaman ventanas, que les permita subir y bajar sin tormentas o, lo más peligroso, lluvia, pues líquida, el agua penetra la nieve y genera avalanchas. “El montañismo sin glaciares queda cojo. Y con un clima inestable y extremo se hace más peligroso”, resume el montañista Mauricio Purto (57).

El presidente de la Federación de Andinismo de Chile, Willy Montenegro (55), explica que “no es que se acorten esas ventanas, sino que se hacen más inestables. Antes se sabía que en una fecha definida había buen tiempo, sin (tormentas) monzones, con menos viento. Hay inestabilidad y eso es lo más peligroso”. En el andinismo también se han visto obligados a cambiar los calendarios. Allí también hay peligro, pues no siempre a los ascensos se va preparado para condiciones distintas a las de primavera. “El verano se ha alargado tremendamente y eso merma nuestras posibilidades, pues cuando se va a la montaña cercana, se necesita nieve para subir. En 2018 hubo una gran nevada en noviembre en el cerro El Plomo, que está a 5.454 metros sobre el nivel del mar, con dos metros de nieve, y en otros lugares ha habido tormentas eléctricas en fechas que no eran las normales. Aunque el tema no es crítico, sí ha demostrado tener influencia”. Pese a la preocupación, otro montañista, Claudio Lucero (86), es escéptico: “Es ridículo preocuparse, hay años más secos que otros, son ciclos. El hombre no puede hacer nada”. Otro cambio se está dando en un deporte muy distinto, el surf. El chileno Cristián Merello (36) practica una de sus especialidades, las olas grandes, un escenario que es cada vez más escaso, pues se han hecho esporádicas las tormentas que las generan. “No solo en Chile, también me pasó este año en México. Por ejemplo, en Punta de Lobos, antes, si había de ocho a 12 marejadas, ahora hay tres. Además, no son constantes, se están acabando las olas grandes”.

El asunto no es grave aún, pero sí implica un cambio en la rutina del deportista. “No sé si el surf de olas grandes esté en peligro, pero sí me lleva a ser más cuidadoso y precavido para, cuando hay, aprovechar las olas al máximo”, cierra Merello, quien ahora elige con pinzas las fechas a las que asiste. Distinto asunto es el alza de la temperatura. En el fútbol se han instaurado tiempos muertos para hidratación, en tenis se han hecho recurrentes las imágenes de desmayos de Australia a Nueva York; el maratón del Mundial de Doha se corría hoy de madrugada para evitar el calor y en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ya se piensa en enfriar las calles con agua. La UEFA, órgano que rige el fútbol europeo, decidió plantar árboles las 12 sedes de la Eurocopa 2020 y ya se le ha planteado la necesidad de reducir los torneos. La Liga de Campeones, por ejemplo, tenía 58 partidos hace 30 años y, ahora, más de 200. Es decir, más de 200 aviones contaminando con jugadores e hinchas solo por ese torneo. El derretimiento de los hielos es un problema y la falta de agua, el otro principal. Varias zonas de Chile sufren por falta de agua, lo que afecta a cualquier deporte que necesite regadío. Las canchas más grandes son las de golf y allí se adelanta que se verá menos verde. Ya ha habido reuniones al respecto. La Royal & Ancient, uno de los organismos que regulan este deporte en el mundo, hizo hace poco una conferencia en Panamá sobre el tema. Hay clubes que han ido reemplazando áreas verdes por zonas con maicillo o arbustos. En Angostura Golf, en San Francisco de Mostazal, comuna golpeada por la sequía, usan agua de un canal de regadío, que entrega 15 metros cúbicos por segundo y hace unos años daba 45. La cancha es una de las más grandes del país, unas 60 hectáreas de pasto. “Empezamos a aplicar una política de reducción por costos y también para ser amigables con el entorno, al frente hay una viña que no tiene agua, no queremos una protesta en la puerta. Hay urgencia de reducir la cancha, al menos en 15 hectáreas. Ya hemos arrendado camiones aljibe para salvar los greens”, dice Paulo Quiroz (48), gerente de Angostura Golf. ¿Se podría cerrar el club? Quiroz responde que “no es algo tan loco”. La reducción de cancha es una solución, aunque no la única. Alejandro Peric (61), organizador local del Chile Classic, el torneo de golf que regulaba el PGA Tour, cuenta: “La primera cosa que les llamó la atención a los estadounidenses fue el exceso de agua que usaba (el Country Club). Ellos traían instrumentos que no existían acá, recomendaron que bajaran la cantidad de agua y fue perfecto”. En Las Brisas de Santo Domingo también tomaron medidas. Gabriel Morgan (51), miembro del directorio, las detalla: “Hace años, visualizamos esta situación y llegamos a un acuerdo con la empresa sanitaria, a la que le cedimos nuestros pozos, el agua potable se va a consumo humano y, a cambio, ellos nos entregan agua tratada”. También necesitan agua para riego todos los deportes con canchas de pasto, como el rugby, polo o béisbol. En el fútbol, por ejemplo, aparecen como solución los campos sintéticos, un camino que tomó hace tiempo el hockey césped.

En 2009, la Municipalidad de Quillota decidió que el nuevo estadio tuviera un campo sintético, para que pudiera utilizarse con más regularidad y no solo para los partidos de San Luis. Hoy se felicitan, pues la zona es de las más afectadas por la sequía. “Prácticamente no usamos agua, a lo más, una vez a la semana para lavar la cancha o mojarla para un partido. Serán 15 minutos cada 15 días, lo que no genera impacto. Al lado del estadio está uno de los principales pozos de la comuna y ya presenta bajos niveles. El tema de la sequía acá es grave y nosotros ayudamos a cuidar el agua”, dice el gerente del Lucio Fariña, Víctor Vargas. Si de soluciones se trata, el deporte motor está en búsqueda. Hace siete años existe la Fórmula E, la serie de autos eléctricos con cero emisión, que tienen una fecha en Santiago; desde 2019, el Moto E y en 2021 se iniciará la Extreme-E, del mismo tipo, pero autos de cross country en zonas críticas, como Groenlandia o el Amazonas. La Fórmula Uno, en tanto, está desarrollando un combustible sintético sin emisiones de CO2 en su elaboración, aunque sí en la combustión, pero un 80% menor. Por obligación; porque será peligroso; porque la sociedad lo impone; por último, por imagen: el deporte está en camino a hacer un cambio obligado para que ese imaginario viaje en el tiempo muestre deporte responsable y sustentable.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.