El Pacto Chileno por los Plástico se conformó como una iniciativa público y privada en abril del año pasado, por el cual una serie de empresas, instituciones públicas y otras entidades, se comprometieron a fomentar un nuevo diseño para que sus envases y embalajes dejen de ser desechables, integren materiales reciclables y puedan ser reutilizados. De esta forma, el consorcio comienza a buscar soluciones para enfrentar el grave problema de contaminación por plástico en Chile y el mundo, y a adelantar opciones para dar cumplimiento a la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP), que obliga a productores e importadores de productos a hacerse cargo de sus residuos de distintas clases. Durante este año, precisamente, debería comenzar a regir la Ley REP en torno a plásticos. En este contexto, el jueves pasado se lanzó La Hoja de Ruta del Pacto por los Plásticos, una estrategia que identificó 18 desafíos, 35 soluciones y 81 iniciativas que permitirían establecer una economía circular en torno a este material; es decir, que deje de ser cosiderado un desecho y se le añada valor. La iniciativa es liderada en el mundo por la Fundación Ellen MacArthur, desde 2010 un referente en implementación de la economía circular a nivel internacional, y que ha impulsado pactos similares en otros dos países, Reino Unido y Francia. Al lanzamiento de la iniciativa asisitió la directora Ejecutiva para América Latina de esta Fundación, la brasileña Luisa Santiago, quien conversó con Tiempo de Actuar acerca de lo objetivos del Pacto, el potencial de economía circular para América Latina y el papel de los consumidores en la implementación de esta Hoja de Ruta. [caption id="attachment_978355" align="alignnone" width="640"]

Luisa Santiago, directora Ejecutiva de la Fundación Ellen MacArthur. Foto. Fundación Chile.[/caption]

Chile es el segundo país que lanza esta hoja de ruta. ¿cuáles son los objetivos y de qué forma se va llevando el proceso?

Con la Hoja de Ruta todos los países de la Red de Pactos por el Plástico tienen cuatro metas muy claras y definidas. Dos de ellas son comunes a todos: una es eliminar los plásticos problemáticos e innecesarios de la economía del país y la otra, que todo plástico que sirva a la economía sea cien por ciento reciclable, reutilizable o compostable. Las otras dos metas son adaptadas al contexto local y se relacionan con cuánto se recicla o composta efectivamente y cuánto de contenido reciclado hay en éste. Entonces, la hoja de ruta es una manera de crear un camino para lograr estas cuatro metas al 2025.

¿Qué papel tiene el consumidor dentro de este plástico?

Hoy el consumidor funciona bajo un sistema económico lineal que se creó con la lógica de producir, utilizar y desechar. Ese sistema se debe rediseñar con otras lógicas, donde el plástico no se convierta en basura y se mantengan en la economía. Para esto, los actores claves del sistema son, por una parte los gobiernos, porque ellos crean las reglas del juego y los incentivos, los mecanismos e infraestuctura; y por otra parte, las empresas, que crean los modelos, el diseño, la investigación y el desarrollo de los materiales. Por ejemplo, actualmente hay mil millones de toneladas de materiales que simplemente no se pueden reciclar. En este primer paso el consumidor no tiene responsabilidad, ya que el primer problema es eliminar estos plásticos.

Pero una vez implementado este nuevo sistema, el consumidor debiera entrar a jugar un papel importante en torno a las acciones de reciclaje, ¿no?

Sí, en algún momento el consumidor pasa a ser importante. No obstante, el diseño de estos plásticos y los modelos de entrega son claves para garantizar que éstos no lleguen al vertedero. Por ejemplo, si se cambia el modelo de negocio del envase plástico de uso desechable por un modelo de rehúso, la empresa se mantiene como dueña del material, por lo tanto su interés es que este plástico vuelva. Entonces, podría crear miles de mecanismos que garanticen que así sea: incluir en el precio del producto una tasa para el regreso, crear nueva infraestructura, nuevos modelos de entrega o diseñar un nuevo tipo de envase. Después, si en un mercado en que todo el plástico es reciclable, reutilizable o compostable, el rol del gobierno es crear los mecanismos de incentivo y la infraestructura para que el consumidor o usuario participe. Pero cuanto más podamos considerar al consumidor como un usuario el sistema cambiará, ya que como consumidores, utilizan el contenido y el envase va a parar al vertedero porque no tiene nada que hacer con él. Si se rediseña el sistema para convertir a esos consumidores en usuarios evitamos que los envases lleguen al vertedero.

¿Qué lecciones han aprendido de la iniciativa que se está implementando en Reino Unido que ya lleva un año?

Estamos aprendiendo con la red, con los tres pioneros: Francia y Reino Unido son similares en términos de la madurez del mercado. Chile es muy distinto, entonces estamos aprendiendo el proceso en todos. Aprendemos que el rol de la organización líder (Fundación Chile en el caso nacional) es clave para el progreso, porque tiene la capacidad de atraer a actores de la cadena de valor local y conocimiento del mercado, y la capacidad de articular con el gobierno. Entonces, de un año y medio desde que lanzamos el primer pacto en el Reino Unido para nosotros ha sido muy alentador. Wrap, que es la organización líder de Reino Unido, nos cuenta que cometió un montón de errores y que de ello ha aprendido un montón. Y similar está aconteciendo en Chile, con un proceso colectivo de conocer el mercado y crear un conocimiento base que sea el punto de partida para lograr las metas a 2025.

¿Qué otros pactos se suman este año a la Red global?

En los próximos meses vamos a ver firmar cerca de 10 pactos en Europa y Latinoamérica. Deberían implementarse durante este año, ya que las metas y la visión es hacia 2025.

Más allá del plástico, ¿Cuál es el potencial de Chile para seguir aplicando economía circular en otros sectores?

Más que para Chile en específico, tengo una visión del continente. La economía circular se basa en tres principios: uno de ellos es eliminar la producción de residuos desde el diseño, luego, mantener los materiales y productos en uso en su más alto valor; y el otro es regenerar sistemas vivos. Lo que veo hoy es que Europa ha avanzado mucho en la práctica de economía circular. América Latina viene quizás, cinco años de después. Pero ya vemos algunos puntos clave como aquellos sectores que se basan en los recursos naturales, como la agricultura. En la producción de alimentos tenemos una gran oportunidad de pasar de un sistema de economía lineal a una economía circular. También en el sector forestal o extracción de minerales. Mientras regeneramos el capital, podemos crear un ciclo infinito de progreso y de prosperidad.

¿Qué incentivos se necesitan para acelerar la transición de un sistema de economía lineal a uno circular?

Todo el sistema se construyó basado en una mentalidad lineal. Entonces, lo que necesitamos actualmente es empezar a crear una mentalidad orientada hacia la economía circular. Se puede crear desde la academia, desde desde las empresas, desde los incentivos a la innovación, y esto involucra gobiernos de empresas y a toda la ciudadanía. Es un cambio sistémico.