La sequía y la consiguiente crisis hídrica que ha afectado a la zona central de Chile en los últimos años ha generado una serie de complicaciones en términos sociales, principalmente por su impacto en la agricultura y, por ende, en la economía de diversos sectores afincados en esta parte del país. Sin embargo, en materia de biodiversidad, una de las consecuencias más graves tiene que ver con el impacto directo en los ecosistemas que conviven alrededor de la Región Metropolitana, y de manera especial, en el bosque esclerófilo que se encuentra adosado a las cordilleras de los Andes y de la Costa. Así lo ha comprobado el estudio realizado investigadores de la Universidad Católica y la Universidad Mayor, que a partir de imágenes satelitales tomadas desde Google Earth han comprobado cómo el bosque esclerófilo de la Región Metropolitana, compuesto principalmente por árboles como el quillay, el litre y el peumo, se ha ido secando. Y esto está ocurriendo a pasos acelerados. “Estos cambios se están produciendo de forma muy rápida, por lo cual se deben tomar acciones urgentes para su mitigación. El cambio que está ocurriendo en la vegetación tiene consecuencias directas sobre la sociedad, ya que se verán afectados todos los beneficios ecosistémicos que recibimos de ella”. [caption id="attachment_988594" align="alignnone" width="1088"]
Así se han ido secando las copas de los árboles del Parque Natural Cantalao, en la precordillera de Peñalolén. Foto: Proyecto Sequía del Bosque Esclerófilo.[/caption] Las palabras son de Marcelo Miranda, profesor del Departamento de Ecosistemas y Medio Ambiente de la Facultad de Ingeniería Forestal UC, y uno de los encargados del estudio "Sequía y olas de calor extemas: registro de su efecto en comunidades y especies esclerófilas del Mediterráneo Central de Chile", que en marzo tendrá nuevos resultados que permitirán hacer un comparativo cuantitativo para dimensionar el conflictivo escenario que afecta al bosque nativo de la zona central.
Resultados preliminares
En los datos preliminares del estudio -período enero 2018-marzo 2019- se señaló que cerca del 70% del bosque escelerófilo de la Región Metropolitana se estaba secando. Y el panorama desde marzo del año pasado no ha mejorado. Marcelo Miranda habla de estos efectos de la prolongada sequía que afecta a la zona: “hemos observado directamente un gran aumento de zonas donde la vegetación presenta arbóreos de gran tamaño secos en pie. Por ejemplo, en la cuesta El Melón, sectores entre los valles de Curacaví y Casa Blanca, y en el sector sur de Altos de Cantillana y Quebrada de Ramón. Estas observaciones en terreno han sido corroboradas al ver los cambios de la vegetación utilizando imágenes de satélite donde, por ejemplo, se comparan escenas de abril de 2018 con abril de 2019”. Miranda complementa además esta información con imágenes satelitales comparativas, en un plazo aproximado de 10 años, obtenidas en sectores como el Parque Natural Cantalao en Peñalolén, El Bosque Panul y el sector de Santa Sofía en La Florida, y el Parque Nacional Río Clarillo en Pirque y donde los efectos de la sequía son evidentes, mostrando un impresionante cambio de coloración de un bosque que debería ser siempreverde, convirtiéndose en una gran mancha roja. Esto se ha producido en sólo 12 meses. [caption id="attachment_988607" align="alignnone" width="1088"]
Imágenes de cómo la sequía que ha afectado el Parque Río Clarillo. Foto: Proyecto Sequía del Bosque Esclerófilo.[/caption] Cynnamon Dobbs, profesora asociada del Centro de Modelación y Monitoreo de Ecosistemas de la Universidad Mayor, quien es parte del equipo de investigadores -junto a Pilar Olave y Magdalena Olave- comenta que “desde el último informe, de marzo de 2019, la situación se ve similar y no se nota mayor mejoría. Y en otros sitios nuevos que hemos analizado, se ven tendencias similares. Este es un tema transversal a toda la Región Metropolitana” Asimismo, la experta explica que todos los bosques que están en exposición norte de la región son más estresados de forma natural, mientras que los bosques que están en áreas más degradadas o más expuestas, tienden a verse en peores condiciones que los que están en quebradas ya que también les llega menos radiación solar. Dobbs agrega que “la sequía sigue la misma tendencia del año pasado, y eso acelera probablemente la muerte natural de árboles. Los árboles se tornan senescentes o con aspecto de que ya van a morir, ya sea por estrés o por la edad”.
Quillay, el más afectado
Aunque todas las especies del bosque se ven afectadas por la falta de precipitaciones, de acuerdo a los investigadores las más afectadas son el quillay y el litre. Marcelo Miranda dice que “de acuerdo a nuestras mediciones de los años anteriores, la más afectada es el quillay, donde estimamos que más de un 40% de los individuos medidos presenta una intensidad de daño en su copa alta a muy alta, es decir, expresado en pérdida del follaje principalmente”. Un análisis similar tiene Cynnamon Dobbs: “Si bien las más afectadas son el quillay y el litre, en algunos terrenos también hemos visto espinos con problemas. Pero no todo es malo. Por ejemplo, hemos visto algunos rebrotes de litre, no así de quillay. En general, en todo el bosque se ha apreciado una menor cantidad de hojas en los árboles”. Los expertos advierten que de no haber cambios en el nivel de precipitaciones o intervención de alguna manera para recuperar las zonas, el tema de puede agudizar.
El valor del bosque esclerófilo
La relevancia del bosque esclerófilo de la zona central del país es vital como ecosistema para todos los habitantes de la zona. Según Marcelo Miranda, el investigador de la U. Católica, “es muy importante destacar que estas especies en problemas son un componente fundamental de nuestro bosque esclerófilo, debido a la gran cantidad de beneficios ecosistémicos que entregan a la comunidad aledaña. Por ejemplo, captura de material particulado, fuente de polinización, captura de carbono, hábitat para la fauna silvestre, biodiversidad y control de procesos hidrológicos, entre otros”.
Perder la cobertura arbórea deja más expuesta a la ciudad ante eventos extremos con lluvias intensas en la precordillera.
La investigadora de la U. Mayor, Cynnamon Dobbs, enfatiza estas consecuencias: “El perder individuos (árboles) tiene consecuencias, ya que se pierde cobertura arbórea y eso deja más expuesta a la ciudad y a las localidades a eventos extremos climáticos como lluvias más intensas. Asimismo, al eliminarse la cobertura arbórea también impacta en el efecto regulador de la temperatura y eso lo sentimos en el verano. Con todo ello, el impacto en el bosque hace que nos volvamos más vulnerables como urbe”. Según los investigadores, para hacer frente a esta situación ante un escenario en que, como efecto del cambio climático, la sequía podría prolongarse, hay ciertas acciones concretas que se pueden implementar para ayudar a disminuir el efecto que hoy observamos en el bosque nativo. [caption id="attachment_988620" align="alignnone" width="1088"]
Imágenes de Google Earth que muestran cómo el bosque esclerófilo en el sector de El Panul, en La Florida, se ha ido secando en la última década. Foto: Proyecto Sequía del Bosque Esclerófilo.[/caption] Entre ellas, evitar la corta de vegetación natural para hacer carbón o leña; evitar la extracción de tierra de hoja del bosque; realizar una exclusión total de ganado en zonas de vegetación natural; el control efectivo de los incendios forestales; la realización de acciones silvícolas como preparación de suelos, podas y raleos orientados a favorecer el vigor del bosque, y la restauración
Lo que viene
Los resultados de marzo próximo serán relevantes porque además de lo que se ha observado, ahora habrá un comparativo cuantitativo que esclarecerá más el grado del problema. Cynnamon Dobbs indica que “debemos comparar resultados con lo del año pasado, sacar conclusiones y profundizar los análisis, aunque para ello siempre se requiere del factor financiamiento. Hoy estamos en terreno, pero sería ideal unir a otras disciplinas que pudieran ampliar el análisis, por ejemplo, desde el punto de vista genético de las especies y ver cómo algunas logran regenerarse mejor que otras”. Marcelo Miranda comenta que, además, “queremos generar una red de voluntarios de observadores del bosque, donde por medio de una capacitación previa las personas interesadas nos ayuden a tomar datos y a realizar acciones en favor de este. Juntos podremos trabajar para salvar a los bosques”.