Tras un año de recolectar fondos en su natal Vancouver, Severn Cullis-Suzuki, de apenas 12 años, viajó a Río de Janeiro para la Cumbre de la Tierra de 1992 junto a sus cuatro compañeros de la Organización Ecológica Infantil (ECO). Durante dos semanas participaron de actividades extraoficiales, hasta que, en el último día de la conferencia, Naciones Unidas los consideró para dirigirse al plenario. Cullis-Suzuki preparó el texto un par de horas antes, en el asiento trasero de un taxi, con ayuda de sus amigos y su padre, el reconocido activista medioambiental David Suzuki. “Si no saben cómo arreglar el planeta, dejen de romperlo”, dijo la joven, en un discurso que, unos 27 años antes de la llegada de Greta Thunberg a Nueva York, conmovió a los líderes del mundo. [video url="https://www.youtube.com/watch?v=eT_V2zol5sM"]

¿Qué tan importante es esta COP25 en Santiago?

Creo que la

es absolutamente crucial. No tenemos muchas otras instancias. Hemos invertido mucho en las Naciones Unidas, y aunque sabemos que es imperfecta, sigue siendo mucho peor restarse de la discusión. Esta COP será clave, porque será la primera cita después de la cumbre de esta semana y porque tendrá un nivel de interés global increíble en el cambio climático. Estoy segura de que se harán muchas promesas esta semana y será interesante ver qué medidas se proponen, pero lo más increíble es ver cómo los jóvenes están siendo escuchados.

¿Cuál es el acuerdo más urgente en este momento?

El desafío, desde los tiempos de la Cumbre de la Tierra, ha sido la relación entre el norte y el sur. Por eso es tan importante esta reunión en Chile, que puede servir de puente entre esos dos mundos. Espero que en esta COP podamos abordar los problemas de una manera distinta, no reducirla a una transacción entre el norte y el sur, porque es un asunto de toda la humanidad. Lo urgente es enfrentar la curva de emisiones con un enfoque práctico. Si seguimos dejando que arda el Amazonas, difícilmente vamos a ser capaces de mantener el alza de temperatura de la Tierra bajo 1,5°. Una de las soluciones más sencillas es buscar una solución viable para Brasil, a pesar de su gobierno. Tenemos que lograr ese tipo de cosas. Firmar un acuerdo ya no es suficiente. Ahora tenemos que actuar.

¿Qué tanto puede hacer una persona para reducir la curva si países como Estados Unidos no se comprometen?

Por supuesto tenemos que estar conscientes de nuestra propia huella de carbono, pero necesitamos un cambio sistémico, otro modelo de desarrollo. La desobediencia civil es importante. Debemos protestar hasta que nos escuchen (...). Cuando consideras a la persona que encabeza el gobierno, es indignante la poca seriedad que le da al tema, pero si miras lo que está pasando a nivel municipal, me da la impresión de que no está todo perdido, porque ahí están los verdaderos líderes. Gente aterrizada que está intentando dilucidar cómo descarbonizar la economía. Creo que es ahí donde hay que trabajar, donde los efectos son tangibles y las autoridades pueden rendir cuentas.

El movimiento “Fridays for Future” ha alcanzado resonancia global. ¿Podrá forzar a los gobiernos a tomar acciones más significativas en la COP o más adelante?

Aún está por verse, pero creo que ya han elevado la conversación de una manera increíble a ojos del público. Desde que

y otros jóvenes activistas alzaron la voz tenemos una conversación distinta. En parte es porque la gente ahora entiende que el cambio climático no es algo que puede ocurrir, sino algo que está pasando ahora. Es real. Tiene un costo económico y humano: la gente se está muriendo. Esos factores les han dado mayor peso a sus voces ante los medios. Es tiempo de actuar. No creo que lleguemos a un punto mágico donde tengamos una economía sin emisiones. Será difícil, pero hay un diálogo más favorable gracias a “Fridays for Future”. [caption id="attachment_838813" align="aligncenter" width="2560"]

En la actualidad, Severn Cullis-Suzuki participa de manifestaciones locales en contra del cambio climático con jóvenes de Haida Gwaii.[/caption]

Hace un tiempo, le enviaste una carta a Greta Thunberg. ¿Has podido conversar con ella? ¿Te conocía?

No la conozco. Soy una fanática más. Creo que lo que está haciendo es increíble. Y me conocía. Una amiga le entregó la carta y ella dijo que sabía perfectamente de quién era.

Han pasado 27 años desde tu discurso. ¿Cómo dialogan tus palabras con las de Greta Thunberg?

Su discurso de este lunes fue algo muy emotivo. Realmente me identifiqué con el sentimiento y la pasión que le imprimió. Ver a una joven tan decidida, 27 años después, es una lección de humildad. Hay una mayor carga de desesperanza, pero es porque estamos en otro momento. Ahora hablamos de daños irreversibles, son otros los plazos. En 1992 teníamos a los científicos alertándonos de que estábamos entrando en una era peligrosa y yo estaba muy enojada con esa aparente inacción. Ahora sé que entonces teníamos la misma información y no hicimos nada para cambiar el rumbo. Eso está muy presente cuando Greta dice “nunca los perdonaremos”. Hay un dolor real ahí que yo no tenía cuando niña y me parece devastador.

¿Enfrentaste las mismas reacciones con tu discurso?

Por supuesto que sí, pero era otro mundo. No solo no existían las redes sociales, sino que tampoco había internet. Nos hicieron muchas entrevistas, pero los mensajes no se esparcían de la misma forma. Otra gran diferencia es que el discurso público no estaba tan degradado como ahora. El lenguaje que se les tolera a los líderes no es el mismo. El nivel de insultos en redes sociales es aterrador. A pesar de todo, creo que Greta lo ha manejado muy bien. La gente está asustada de ella. La táctica es menospreciar a cualquiera que no piense como ellos. Eso apaga voces valiosas y limita nuestras chances de sobrevivencia.

¿Eso responde a una brecha generacional o política?

Ambas. A los adultos no les gusta que los niños les digan que están desnudos como el emperador, así que los desacreditan diciendo que no saben nada o que son marionetas. Si hablas con cualquier adolescente informado verás que es tan inteligente como tú. Sabe de lo que está hablando. Recuerdo que en foros como el de Río 1992 era la persona más joven por décadas y asumía que todos pensaban que no sabía nada. Veía lo sorprendidos que quedaban todos cuando decía algo inteligente. Al principio me sentía algo intimidada, pero después era como un superpoder. Cuando todos piensan que eres estúpido y no tienes nada que decir, los sorprendes. Eso es lo que estos jóvenes nos están enseñando ahora.

Vives en Haida Gwaii, un archipiélago cercano al Ártico. ¿Qué tan visibles son los efectos del calentamiento global?

Esta primavera tuve que explicarles a mis hijos por qué tres ballenas habían varado en la orilla cerca de casa. El salmón está en declive, que es la base de nuestra alimentación, y los osos llegan hasta los pueblos porque tienen hambre. Ya no dejamos que los niños caminen a la escuela por este peligro, así que estamos en plena crisis. Cualquiera que vive de la tierra lo sabe. También hemos tenido incendios terribles en nuestro estado (Columbia Británica). Los humanos nos adaptamos fácil, pero no podemos permitirnos que este sea el estándar.

¿Todavía mantienes la esperanza?

Hay una gran conversación sobre la esperanza por estos días. Nadie sabe lo que nos depara el futuro. Hace dos años, no sabíamos que una niña como Greta Thunberg podía encabezar un movimiento que sacudiría al mundo. Nadie esperaba un cambio en el diálogo sobre el cambio climático. ¡Y de pronto aparece! No sabemos si este tipo de cosas pueden seguir pasando. También creo en nuestro ingenio. Lo veo en mi comunidad, que lleva 14 mil años viviendo en esta zona y que sobrevivió un genocidio. Los humanos tenemos una tenacidad increíble. Creo que es alimentada por el amor a nuestros hijos, por algo instintivo que nos lleva a protegerlos. Es lo que debemos demostrarle a Greta.