El pasado viernes, 16 personas fueron arrestadas en las afueras del Capitolio en Washington, en medio de las protestas por el cambio climático. Todas ellas, grandes personalidades vinculadas al tema: Keya Chatterjee, directora ejecutiva de la organización Climate Action Network; el joven activista Jerome Foster; Annie Leonard, directora ejecutiva de Greenpeace EE.UU.; la escritora y bióloga Sandra Steingraber, y Kerene N. Tayloe, abogada y directora de asuntos legislativos en el proyecto WE ACT.
Sin embargo, a pesar del nivel de los involucrados, fue otro nombre el que se convirtió en eje de la noticia: Jane Fonda, a sus 81 años, e inspirada como ella misma lo afirmó por Greta Thunberg, dejó su casa en California y se mudó a la capital estadounidense para emprender un activismo centrado en el clima.
"Esta es una crisis colectiva, requiere acción colectiva, así que decidí usar mi celebridad para tratar de aumentar la sensación de urgencia", Jane Fonda.
Y a pesar de estar unas horas encarcelada, bajo los cargos de "hacinamiento, obstrucción o incomodidad", Fonda no mostró ninguna señal de arrepentimiento. Es más, con vehemencia afirmó: “Esta es una crisis colectiva, requiere acción colectiva, así que decidí usar mi celebridad para tratar de aumentar la sensación de urgencia. Y, como me mudé a Washington, me arrestarán todos los viernes”.
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Jane Fonda fue arrestada durante las protestas por el cambio climático el 11 de octubre pasado, en Washington. Foto: Arlo Hemphill / Reuters.[/caption]
El ejemplo más reciente de una personalidad y un activismo que en muchas ocasiones ha tenido a la protagonista de Grace and Frankie haciendo noticia lejos del mundo del espectáculo, y varias veces tras las rejas. Es parte de su historia y su genética como celebridad.
El germen de la rabia
Como el 3 de noviembre de 1970, cuando con el puño en alto y una sonrisa posó para los policías de Ohio, luego de ser arrestada por contrabando al llegar a EE.UU. desde Canadá, tras un evento contra la guerra de Vietnam.
“Me confiscaron (mis vitaminas) así como mi libreta de direcciones (que fue fotocopiada) y me arrestaron por contrabando de drogas. Les dije lo que eran, pero me respondieron que estaban recibiendo órdenes de la Casa Blanca, que entonces sería la Casa Blanca de Nixon", fue como ella recordó en 2009 esa detención.
La génesis de ese activismo pleno estuvo a fines de los 60, cuando la hija de Henry Fonda estaba casada con el realizador galo Roger Vadim y vivía en Francia. Fue allí que empezaron a llamar su atención los crecientes movimientos sociales y políticos, hecho que se vería reforzado por su contacto con intelectuales franceses de izquierda que se oponían a la guerra.
Las noticias sobre el conflicto en Vietnam y las manifestaciones de los derechos civiles en Norteamérica inspiraron a Jane Fonda a sumergirse en el activismo.
Poco después, la afluencia de noticias sobre el conflicto en Vietnam y las manifestaciones de los derechos civiles en Norteamérica la inspiraron a regresar a casa y sumergirse en el activismo. Durante ese primer período, Fonda fue a Seattle para apoyar al grupo de nativos americanos liderados por Bernie Whitebear que pedía la restitución de sus tierras.
Pero lo que llevó a que el gobierno comenzara a vigilarla fue su apoyo a la organización afroamericana Panteras Negras, a través de recaudaciones monetarias que hizo en su propio hogar, y la campaña que impulsó en nombre de revolucionarios como Angela Davis, a quien visitó en prisión en 1971.
"La revolución es un acto de amor, somos los hijos de la revolución, nacidos para ser rebeldes. Corre en nuestra sangre", afirmó durante esos días, llamando a los Panteras Negras "nuestra vanguardia revolucionaria, por eso debemos apoyarlos con amor, dinero, propaganda y riesgo".
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Fotografía de la ficha policial de Fonda durante los años 70. Foto: Archivo.[/caption]
Todo empeoró en 1972, cuando recorrió Vietnam del Norte hablando en contra de la política militar estadounidense en el país asiático. Allí, por medio de una serie de transmisiones radiales, apeló directamente a las tropas estadounidenses y les pidió que consideraran sus roles en la guerra. Pero lo que la ligó a la infamia fue una imagen que la persigue incluso ahora: su foto sentada en un cañón antiaéreo en Hanoi, con el que supuestamente apuntaba a aviones de su propio país.
Desde ese día fue apodada “Hanoi Jane” y muchos legisladores comenzaron a discutir sobre si sus acciones podrían ser signo de traición y merecer un juicio. A lo largo de las décadas, la artista se ha disculpado muchas veces por esa foto. Como en su libro biográfico de 2005, My life so far, donde se responsabiliza por lo que sucedió, diciendo que no pensó en dónde estaba sentada y cómo se vería hasta después que fue tomada. "Fue mi error y he pagado y sigo pagando un alto precio por ello", escribe.
El feminismo: su otra batalla
Pero no solo los derechos civiles han sido el eje de su activismo, ya que desde los 70 el feminismo también ha sido una de sus banderas de lucha. Una preocupación que se hizo evidente en su trabajo cinematográfico, donde decidió centrarse en películas sobre tópicos que eran importantes para ella, como las causas sociales, la guerra y los derechos de las mujeres.
El establecimiento de su propia compañía de producción, IPC Films, le permitió una mayor libertad para concretar proyectos que dieran cuenta de ello.
Decidió centrarse en películas sobre tópicos que eran importantes para ella, como las causas sociales, la guerra y los derechos de las mujeres.
En 1978, por ejemplo, fue elogiada por la crítica y recibió el Oscar a Mejor Actriz por su papel en Regreso sin Gloria, una película centrada en una mujer casada que se enamora de un veterano de guerra. También estuvo en Síndrome de China, donde interpretó a una periodista que descubre cómo una planta de energía nuclear está ocultando sus riesgos en seguridad; y tras Como eliminar a su jefe, que afirma hizo pensando en las todas las mujeres trabajadoras del mundo.
El activismo y la campaña política de Fonda continuaron firmes en el siglo XXI, comenzando en los primeros años de los 2000 con su apoyo a la causa palestina y un poco después, en 2005, con su oposición a la Guerra de Irak.
Fue en 2015 que inició su firme camino por la causa ambiental, al expresar su desaprobación a que el presidente Obama permitiera la perforación del Ártico en busca de petróleo, y participar, en julio de ese mismo año, en la Marcha por el Empleo, la Justicia y el Clima de Toronto, que tenía como objetivo llamar la atención de empresas y políticos sobre el cambio climático.
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La actriz durante una ceremonia organizada a fines de 2018 para honrar a su colega, el actor Michael Douglas. Foto: Valerie Macon / AFP.[/caption]
Y en 2016, cuando miles de personas se habían reunido por meses para protestar contra la construcción de un oleoducto en la reserva estadounidense de Standing Rock, la actriz decidió pasar el Día de Acción de Gracias junto a los manifestantes. Un ejemplo más de cómo su deseo de lograr un cambio se ha mantenido incombustible a través de los años.
Como su hijo Troy Garity dice en el final del documental Jane Fonda en Five Acts: "Ella no se detendrá. Ella está en una misión. Y esta intención de hacerlo bien mantiene a raya a sus demonios”.