A principios de enero se registró una ola de incendios sin precedentes en Australia lo que obligó a las autoridades a evacuar a miles de personas. El fuego ha destruido más de 1.500 hogares, cerca de 10 millones de hectáreas y a la fecha 28 personas y mil millones de animales han fallecido. La imagen de familias esperando en la orilla del mar para ser rescatados, mientras los incendios avanzaban hacia ellos, dio la vuelta al mundo. Sin duda es el reflejo de la crisis climática actual: sequía por años e intensificación de fenómenos meteorológicos como el “Niño Indio”. Estos hechos, que han comenzado a afectar, con mayor frecuencia, la vida y el bienestar de los asentamientos humanos, están impulsando a un nuevo fenómeno: las migraciones climáticas. Y éstas están afectando principalmente a las comunidades más vulnerables que viven en zonas de riesgo a desastres causados directa o indirectamente por el cambio climático, como sequías, inundaciones, aluviones, incendios, elevaciones en el nivel del mar o huracanes, los que son obligados a desplazarse y a migrar a otros territorios para encontrar formas de vida más seguras. El estadounidense y ambientalista Lester Brown en 1976 y unos años después el profesor egipcio Essam El- Hinnawi en 1985, fueron los primeros investigadores en advertir que la problemática ambiental podía influir en la vida de las personas, de tal manera que tuvieran que abandonar sus hogares. El-Hinnawi fue el primero en acuñar el término “refugiado ambiental”. “Hemos visto que este aumento de las sequías ha generado, por ejemplo, que la gente se tenga que desplazar hacia el sur. Pero esto tiene que ver con impactos humanos en los hábitats que no están reconocidos como tales, con un modelo de producción territorial, por ejemplo, el caso de las mineras, el mundo agrícola con las paltas, o el caso de cierta producción de carbón que genera impactos negativos en los territorios y hace que la gente tenga que moverse y migrar”, señala Paola Jirón, Directora Núcleo Milenio Movilidades y Territorios (MOVYT). La experta enfatiza en que esto se debe también a los modos de producción que existen, que desarrollan las empresas multinacionales y los permisos que se les otorgan para generar servicios en ciertas áreas que no contemplan el impacto socio ambiental que van a tener estos emprendimientos.
"Hemos visto que este aumento de las sequías ha generado, por ejemplo, que la gente se tenga que desplazar hacia el sur".
“Entonces, no es solo entender qué impactos ocurren en un espacio, sino que qué consecuencias van a generar estas migraciones en otras partes. Además, como las empresas no tributan en los lugares a los que llegan, no generan mejoras en esos espacios, de calidad de vida, de infraestructura, de servicios en las áreas de extracción, lo que hace que la gente no quiera quedarse, no se arraigan en esos lugares porque no hay una mejora sustancial de las condiciones de vida ahí. Un ejemplo de ello es Calaama”, agrega. Por su parte, según el Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés) de Suiza, en el año 2016 en el mundo hubo 24,2 millones nuevos desplazamientos internos debidos a desastres, mientras que en 2017 el total fue de 18.8 millones. Estas cifras no cuentan las migraciones internacionales que se producen de un país a otro.
Proyecciones mundiales
En 2018 el Banco Mundial publicó el informe “Groundswell: Prepararse para las migraciones internas provocadas por impactos climáticos” donde concluye que “a menos que se tomen medidas urgentes de acción climática a nivel nacional y mundial, para el año 2050, en África al sur del Sahara, Asia meridional y América Latina, más de 140 millones de personas podrían verse obligadas a migrar dentro de sus países”. Sin embargo, señala el informe, mediante una acción concertada que incluya iniciativas de alcance mundial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y una sólida planificación del desarrollo a nivel de los países, este escenario podría reducirse notablemente, hasta en un 80%. Entre las recomendaciones que entrega el Banco Mundial están: reducir con urgencia los gases de efecto invernadero, incluir la migración climática en la planificación de desarrollo de los países, e invertir en mejorar la comprensión de la migración interna causada por el clima. [caption id="attachment_839493" align="alignnone" width="640"]
Crianza de cabras en Monte Patria, uno de los lugares más impactados por la sequía en la Región de Coquimbo. Foto: Archivo La Tercera.[/caption] “Estas proyecciones del Banco Mundial tienen que ver principalmente con sequías intensas y con inhabitabilidad en zonas costeras de baja altura. En el caso de Chile, se espera más migraciones desde el campo a la ciudad o de zonas costeras a otras más interiores. Esto a pesar de que aquí no hay proyecciones de que vayan a haber alzas en el nivel del mar en la costa”, explica Rodolfo Sapiains, investigador del Centro de Cambio Climático y Resiliencia (CR)2 de la Universidad de Chile. Los expertos coinciden que en nuestro país, las migraciones climáticas se producirán por la mega sequía que nos ha azotado por más de diez años. Esta, dicen, es una situación acentuada por el sistema de gobernanza del agua, por el cual se ha sobreexplotado una gran cantidad de cuencas hídricas en norte, centro y centro sur del país, a través del sobre otorgamiento de derechos de agua, según lo ha reconocido la propia Dirección General de Aguas. “Se debe cambiar la manera en que se regula el uso del agua en Chile, a través de una reforma al Código de Aguas, ya que hoy beneficia al sector privado, algo que no puede seguir funcionando en el contexto en el que estamos, porque no garantiza un uso sustentable y adecuado del recurso”, dice el académico. Y agrega: “lo más importante de esto es tomar medidas de adaptación para enfrentar las condiciones de sequía de manera tal que la agricultura sea más sustentable, plantando especies que consuman menos agua en zonas donde hay escasez del recurso”.
"El cambio climático por sí solo no genera movimientos de población, sino que son un conjunto de causas las que hacen que las personas abandonen sus hogares, sobre las que influye el cambio climático".
Por su parte, el análisis del Banco Mundial destacó tres casos en distintos continentes. El primero es Etiopía, en África, país que enfrenta un alto crecimiento demográfico del 85% y un aumento de la migración debido a las malas cosechas, donde la solución apunta a diversificar la economía, haciéndola resiliente al cambio climático. El segundo es Bangladesh, en Asia, donde se proyecta un gran número de migrantes climáticos al 2050, por lo que se recomienda incluir esta problemática en las políticas nacionales. En tercer lugar está México, en América del Norte, donde las migraciones serían desde zonas vulnerables hacia espacios urbanos, por lo que la estrategia debería centrarse en las comunidades con mayor pobreza para generar planes de adaptación. En Chile no hay casos aún muy claros de migraciones por el cambio climático. “En general, la gente siempre migra, sobre todo del campo a la ciudad desde hace mucho tiempo. Pero evidentemente cuando tienes condiciones adversas para la agricultura se pueden observar procesos migratorios intensificados. Se ha planteado que en la cuarta región ya ha ocurrido eso, son datos que hay que seguir estudiando, lo mismo en la quinta y sexta regiones. Son factores que se suman a factores generales de desigualdad y principalmente son personas jóvenes las que migran”, dice Sapiains del (CR)2. Una de las investigadoras que más ha estudiado las migraciones climáticas es la española Beatriz Felipe Pérez, ambientalista e investigadora del Centro de Estudios de Derecho Ambiental de Tarragona. En una de sus publicaciones afirma que “resulta importante tener en cuenta que el cambio climático por sí solo no genera movimientos de población, sino que son un conjunto de causas las que hacen que las personas abandonen sus hogares sobre las que influye el cambio climático. Así, los factores políticos, culturales, socioeconómicos y ambientales interactúan e influyen en las migraciones asociadas al cambio climático. Asimismo, las características personales (edad, género, nivel de educación, religión o etnicidad), junto con los factores que obstaculizan o facilitan el proceso migratorio (marco jurídico y político, coste económico de la migración o redes de contactos) también influyen”. Algunos ejemplos que cita sobre migraciones climáticas en el mundo son Tuvalu, una pequeña isla en el Océano Pacífico, donde la elevación del nivel del mar está haciendo que se reduzcan sus costas. O en Alaska, donde los residentes de pueblos como Shishmaref y Kivalina están viéndose afectados por el derretimiento del hielo permanente cerca de sus casas. Y en Kenia, donde ha aumentado la migración de personas que viven de la agricultura debido a la erosión del suelo. Esto recién comienza a intensificarse y los países deberán estar preparados.