En promedio se estima que los occidentales apenas nos ponemos entre siete o diez veces una prenda antes de desecharla o abandonarla al fondo del closet, y que más de la mitad de la ropa que las personas compran se desecha antes de un año. Así lo expone un informe denominado “Una nueva economía textil: rediseñando el futuro de la moda”, elaborado en 2017 por la Fundación Ellen MacArthur –una de las principales organizaciones globales que se dedican a incentivar proyectos de economía circular-. Utilizando como base datos del Banco Mundial, el reporte da a conocer, además, que el tiempo de uso que le damos a cada prenda se ha reducido hasta un 36% entre el 2000 y el 2015, mientras que en esos mismos 15 años la producción mundial de ropa se ha duplicado generando un gran impacto ambiental. Todo indica que el responsable de este fenómeno es el cambio en los hábitos de consumo, impulsados por un sistema económico donde el “fast fashion” o “moda rápida” vive su época de esplendor. Según la Fundación estas cifras se vuelven aún más alarmantes si se considera que en todo el mundo alrededor del 87% de los residuos textiles acaban en los vertederos o incinerados, y sólo 15% es reciclado o reutilizado. Y dónde mejor se puede comprobar este fenómeno es precisamente en la ropa se recién nacidos y niños. El rápido crecimiento de un lactante obliga a que, en promedio, un vestido, pilucho o pantalón no alcance a sobrepasar los dos meses de uso. En su gran mayoría, cuando dejan de usarse estos artículos no han perdido las características para los que fueron fabricados y terminan acumulándose en cajas y bodegas o, derechamente en vertederos. Ante esta problemática la solución parece ser la reutilización y eso es lo que plantean una serie de proyectos a nivel global que, buscan darle a estos artículos un segundo y hasta un tercer o cuarto uso.
El tiempo de uso de cada prenda se ha reducido hasta un 36% entre el 2000 y el 2015, mientras que la producción mundial de ropa se ha duplicado.
Un ejemplo es Travieso, que en poco más de un año y medio se ha transformado en un referente en este tipo de negocio en Chile. Su creadora es Rosario Hevia, quien explica que “cuando nació mi segundo hijo quise buscar una fuente sustentable de ropa y que fuera más económica, pero no encontré nada que cumpliera con buenos estándares de calidad. Por eso se me ocurrió intentar hacer trueque de ropa de niño y donde lo que te diera a cambio fuera un valor menor al original pero que se entendiera como un incentivo para la reutilización”. La ingeniera civil afirma que este modelo les permite a muchas personas comprar ropa para guagua con un 30% ó 70% de descuento sobre los valores de mercado. De hecho, en la actualidad este negocio ofrece las modalidades de comprar, donar o hacer truque de ropa, siendo esta última una de las más exitosas, pues se basa en recibir ropa de bebé en desuso la que es valorizada y luego transformada en un crédito para comprar en la misma tienda. “Es súper circular este modelo porque además recibimos la ropa y la filtramos según el estado en que se encuentre. De ahí que los valores de venta fluctúen entre los $5.990 hacia abajo. Incluso generamos muchas promociones para incentivar al cliente a reutilizar y evitar que estas prendas terminen en vertederos. Además, tenemos el compromiso social de donar un tercio de la ropa que recibimos a instituciones que trabajen con niños en situación vulnerable”, asegura la creadora de Travieso. E incluso, la ropa que no se puede vender, pero cuya tela aún sirve, es transformada en accesorios infantiles como pelotas montessori o mantas sensoriales, y recientemente implementaron un proceso de creación de lana a partir del desecho textil. [caption id="attachment_874610" align="alignnone" width="300"]
Ropa de bebé. Foto: Baby Natur / Unsplash[/caption] “Las prendas de guagua tiene una rotación increíble. En el primer año de vida tu hijo puede pasar por 6 tallas por lo que terminan en perfecto estado. No se justifica comprarle ropa nueva a un niño que no le interesa cómo se ve ni la marca. Esos son prejuicios de los papás que los quieren vestir de cierta forma. Lo único que necesitan nuestros hijos es estar vestidos y abrigados. Por eso mi idea es aportar a un cambio de conciencia y a que cambiemos la idea de que la ropa usada es mal vista. Eso no puede pesar más que la huella de carbono que dejamos en este planeta”, señala.
Reutilizar con sentido social
Iniciativas como las de Travieso buscan dar una solución a la problemática de los residuos de la industria textil, la misma que durante la Cumbre Climática de Paris o COP21 celebrada en 2015, fue señalada como la segunda más contaminante del planeta, después del petróleo, y la responsable de la emisión del 10% de los gases de efecto invernadero a nivel mundial. Ese mismo año la Agencia Internacional de la Energía, informó que la producción textil emitió a la atmósfera el equivalente a 1,2 billones de toneladas de CO2, más que las que expulsaron a la atmósfera el transporte marítimo y la aviación internacional juntas. Esto sin contar que para la fabricación de poliéster (la fibra más utilizada en el mundo y la que más tarda en degradarse) se utilizan millones de barriles de petróleo. Le sigue la viscosa (cuya materia prima es la celulosa) y que para su fabricación se talan millones de árboles y luego el algodón, que en su producción requiere de insecticidas que contaminan el agua y los suelos. Con la motivación de crear conciencia sobre los residuos textiles también nace Coaniquem Store, un grupo de tiendas solidarias que creadas en 2017 por la Corporación de Ayuda al Niño Quemado, buscan generar recursos por medio de la venta de productos donados.
"Promoviendo la reutilización podíamos generar enormes externalidades positivas a nivel social y medioambiental".
Uno de ellos es la ropa, zapatos, accesorios y juguetes de niños, aunque también reciben artículos de adultos además de enseres para el hogar, muebles, libros y electrónica. “Con esta iniciativa de economía circular no sólo buscamos rehabilitar a mas de 8 mil niños de manera gratuita, si no además, quisimos ayudar a dar respuesta a un dilema que tienen muchos chilenos: ¿Qué hago con las cosas que están en mi casa y que no uso? Y nos dimos cuenta que promoviendo la reutilización podíamos generar además enormes externalidades positivas a nivel social y medioambiental”, explica Jorge Rojas, Gerente de Fundación Coaniquem. Agrega que la recepción del proyecto ha sido muy buena por parte de la comunidad lo que les ha permitido ampliarse a 12 tiendas distribuidas entre la Región Metropolitana y de Valparaíso. Aunque aclara que para que este modelo funcione, es necesario que los artículos que son donados estén en perfectas condiciones para que puedan ser vendidas. “Queremos incentivar una compra responsable con sentido social y ambiental. De hecho estimamos que en un año estamos evitando que mil 60 toneladas de ropa y enseres terminen en vertederos y por otra parte, estamos evitando que más de mil 400 millones de litros de agua tengan que ser utilizados para la creación de nuevas prendas de vestir. Tenemos que instalar en Chile una cultura de reutilización y donación responsable “, asegura.