A fines de 2015, el mundo entero celebraba el Acuerdo de París, por el cual los países se comprometían a realizar una serie de acciones de lucha contra el cambio climático, reduciendo sus emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero producidos por los combustibles fósiles. De esta forma, asumían la urgencia de la crisis climática y se comprometían a limitar el aumento de la temperatura promedio del planeta en 2°C y, a realizar todos los esfuerzos para que ésta no sobrepase los 1,5°C, respecto a los parámetros preindustriales del 1900. Según uno de los últimos reportes del IPCC, el comité científico asesor de la ONU, existen grandes diferencias entre la cantidad y la intensidad de impactos que sufriría el planeta si el calentamiento global se limita a 1,5° o a 2°. Estos tienen que ver con extinción de especies, cambios en los ecosistemas, derretimiento de los polos, aumento del nivel del mar, retroceso de los glaciares, ciclones, extensos períodos de sequía y eventos de temperaturas extremas, entre varios más. Este escenario, presentado por los científicos más importantes del mundo, ha sido catalogado al menos como “preocupante”. Por esto, distintas organizaciones que participan de la lucha contra la crisis climática, incluida la misma ONU, han puesto una alerta en los datos expuestos en un nuevo estudio que revela la extensa brecha que existe entre un uso de los combustibles fósiles compatible con el objetivo de 1,5° ó 2°C, y los proyectos de extracción de petróleo, gas y carbón, que tienen los grandes países industrializados (y más contaminantes) de aquí a una década.
La producción de combustibles fósiles en 2030 será un 50% más alta de lo que se requiere para limitar el calentamiento global a los 2° comprometidos y 120% mayor a lo consecuente con los 1,5°C.
De hecho, según el Production Gap Report (Informe de Brecha de Producción), elaborado por una serie de organizaciones de investigación de primer nivel, en conjunto con el Programa de Medioambiente de la Unión Europea (UNEP), la producción de combustibles fósiles en 2030 será un 50% más alta de lo que se requiere para limitar el calentamiento global a los 2° comprometidos y 120% mayor a lo consecuente con los 1,5°C. [caption id="attachment_907733" align="alignnone" width="400"]
Gráfico que muestra la brecha entre las emisiones de CO2 que se producirían a 2040 y las necesarias para limitar el calentamiento global en 2°C y 1,5°C.[/caption] Con ese aumento, en 2030 los países emitirían 39 billones de toneladas (gigatones) de dióxido de carbono (GtCO2), mientras que, para lograr un el escenario de 2°C, se requiere un rango de emisiones 11 a 15 GtCO2 por año, y para alcanzar la meta de 1,5°C las emisiones debieran ser del orden de entre 18 y 23 GtCO2 anuales. Al 2015, los países emitían un total de 30 GtCO2
(ver gráfico superior)
. “En la última década, la conversación climática ha cambiado. Hay un gran reconocimiento del rol que juega la expansión sin restricciones de la producción de combustibles fósiles para sabotear los progresos climático”, dice Michael Lazarus, director del Centro estadounidense del Instituto de Medioambiente Stockholm (SEI) y líder de la investigación. “Este reporte muestra, por primera vez, qué tan grande es la desconexión entre las metas climáticas de París y los planes y política de los países para la producción de carbón, petróleo y gas”, agrega.
Las NDCs
Asimismo, el informe revela que los países han configurado planes de inversión, que requieren una mayor explotación de los combustibles fósiles a 2030, por sobre a lo que proponen en sus propios NDCs: un 17% más de carbón, un 10% más de petróleo y un 5% más de gas. Las NDCs, sigla en inglés para denominar las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, es un documento entregado a la ONU, por el que cada país se compromete a reducir su nivel de emisiones de CO2, en una cantidad definida voluntariamente, y expresando las acciones que implementará para lograrlo.
Existe una amplia brecha entre un uso de los combustibles fósiles compatible con el objetivo de 1,5° y 2°C y los proyectos de extracción de petróleo, gas y carbón, que tienen los países industrializados de aquí a una década.
No obstante, distintos estudios afirman que las actuales NDCs de los países son “altamente insuficientes” para lograr limitar el calentamiento global en los términos del Acuerdo de París. De hecho, varios científicos han afirmado que la temperatura promedio del planeta ya ha aumentado en más de 1°C y, según la UNEP, los países necesitan reducir tres veces más sus emisiones respecto a lo comprometido en sus actuales NDCs para limitar el calentamiento global en 2°, y quintuplicar esta disminución para alcanzar el objetivo de 1,5°. [caption id="attachment_907719" align="alignnone" width="400"]
Gráfico que muestra la evolución proyectada de la producción de combustibles fósiles, según cada país.[/caption] El coordinador de Cambio Climático de UNEP, Niklas Hagelberg, pone de realce que “los países pueden usar esa oportunidad para integrar estrategias para gestionar la producción de combustibles fósiles en sus NDC’s, que puedan realmente ayudar a alcanzar las metas de reducción de las emisiones”.
Propuesta de soluciones
Para organizaciones de la sociedad civil este informe es preocupante. Nicole Oliveira, directora de la organización
en América Latina, entidad que busca desincentivar las inversiones en combustibles fósiles, pone el foco en los impactos que actualmente tiene la explotación y el uso los carburantes en la región. "Además de agravar la crisis climática mundial, los combustibles fósiles causan daños a nivel local. En Brasil, un derrame de petróleo, que ha durado casi tres meses, está contaminando gran parte de la costa y perjudicando a más de 60.000 familias que dependen de la pesca. En Chile, las centrales térmicas de carbón contaminan el medioambiente de tal manera que las áreas donde se ubican se denominan 'zonas de sacrificio'. En Argentina, la extracción de gas por fractura amenaza con contaminar los alimentos y afecta a las familias que dependen del cultivo de frutas", dice. "Eliminar los combustibles fósiles es también una cuestión de justicia social y climática, ya que las personas más vulnerables son las más afectadas por este sector", agregó. [caption id="attachment_159663" align="alignnone" width="300"]
Imagen referencial de una plataforma petrolera en el mar. Foto: Archivo.[/caption] En este contexto, el informe Production Gap Report también delinea algunas acciones que los gobiernos pueden implementar para revertir estos escenarios. Entre ellas, trabajar con gobiernos regionales y actores no estatales que pueden facilitar la transición de los carburantes, invirtiendo en opciones menos contaminantes. De hecho, según indica el reporte, distintas entidades han realizado acciones de desincentivo de estos combustibles por sobre los $11 trillones de dólares. Asimismo, dice el informe, los gobiernos tienen un rango de opciones de políticas para regular el suministro de combustibles fósiles, incluyendo limitar las nuevas exploraciones y extracciones y quitando los subsidios para su producción. Los gobiernos también deben planificar una “transición justa” que busque minimizar la disrupción que puede afectar a trabajadores y comunidades. “Este reporte muestra que el continuo apoyo de los gobiernos a la extracción de carbón, petróleo y gas es gran parte del problema. Estamos en un hoyo profundo y necesitamos dejar de cavarlo”, puntualiza Måns Nilsson, director ejecutivo del SEI.