2020. El mundo se paraliza. La pandemia obliga las personas a confinarse en sus casas. Las tiendas que no venden artículos de primera necesidad deben cerrar sus puertas. Sin ganancias, muchos emprendimientos se quedan también sin liquidez para pagar los arriendos de sus locales y deben comenzar a vender por Instagram y la web. Y si no tenían redes sociales ni una página con servicio de e-commerce, tienen que ponerse al día aceleradamente para poder subsistir.
Nain, la zapatería creada por las hermanas Cindy (34) y Judith (33) Cañupán, es parte de esta historia. Con una exitosa tienda de zapatería en la calle Monjitas, en el centro de Santiago; una marca con clientela fiel e incluso reconocimiento internacional gracias a su participación en encuentros de moda, un día -pandemia mediante- debieron cambiar su modelo de negocios: cerrar el local que habían abierto en 2013, transformar una parte de su casa en bodega y volcarse a las ventas por internet.
En el caso de Nain, la transición no fue tan difícil: ya tenían una cuenta de Instagram con miles de seguidores (hoy cuentan con más de 20.000) y una página web. Sin embargo, sus herramientas digitales estaban más bien dedicadas a la publicidad y posicionamiento de la marca.
Orgullosas de su origen mapuche, las hermanas Cañupán han representado a Chile en diferentes ferias y foros internacionales: han participado en tres ocasiones en el Foro Mundial de Negocios Indígenas (WIBF, por sus siglas en inglés) y en 2017 fueron parte de la pasarela y feria más importante de calzado a nivel mundial, The Micam, en Milán, Italia. También han estado en distintas ferias internacionales, en lugares como Las Vegas, Colombia, Argentina y Perú.
Sin embargo, el cierre de la tienda física no dejó de trastocar sus planes. De tener un salón de ventas, estar en contacto directo con sus clientes y trabajar presencialmente, pasaron a tener todo su centro de operaciones en la bodega y taller que instalaron en su casa, en Cerro Navia. Desde allí hacen todo el proceso por el que pasa un producto que se vende por internet: el empaquetado, la indicación de los datos del comprador y la entrega al delivery, que finalmente despachará los zapatos.
Hoy, ambas reconocen que, después de todo, la migración desde lo físico a lo digital terminó beneficiándolas: “Ha sido todo bastante fácil”, dicen ambas. Y la digitalización ha significado el crecimiento de su marca.
Las emprendedoras se asociaron con una empresa particular de delivery que se encarga de realizar las entregas dentro de Santiago. Para las entregas a las regiones usan servicios de courier y venden mediante uno de los gigantes del retail, Paris, con quien lograron un acuerdo en 2020, cuando se digitalizaron completamente.
“Digitalizarnos ha permitido enfocarnos en mejorar nuestra producción, ahora tenemos más stock disponible de calzado y hemos acelerado los procesos de confección”, cuentan.
Es cierto, dicen Cindy y Judith Cañupán: el aroma al cuero es una experiencia compleja y profunda, que puede influir mucho en el momento de compra de unos zapatos, y eso es lo que ambas echan de menos de la tienda física. Uno de sus desafíos es volver a abrir un local, pero sin dejar de lado la transformación digital que ya desarrollaron. “Cuando tengamos uno de nuevo, sí o sí vamos a mantener las ventas por internet y seguiremos potenciando nuestras redes sociales, la página web y las ventas en Paris”, dice Judith Cañupán.
Kuyen, Inara y Kürruf
La luna (Kuyen), el agua (Inara) y el viento (Kürruf) son algunos de los simbolismos propios de la cultura mapuche. Cindy y Judith Cañupán quisieron integrarlos en su emprendimiento, nombrando a cada una de sus colecciones con términos del mapudungun.
El mismo nombre de la zapatería también es mapuche: Nain, que significa ser bello y que, además, era uno de los apellidos de su abuelo, uno de los principales responsables de trasmitirles la cultura mapuche.
Las hermanas Cañupán están orgullosas ser mujeres mapuches, por eso en el logo de su negocio también decidieron incluir la estrella Wangülen, que representa al espíritu femenino.
Para confeccionar cada calzado -que también tiene un nombre en mapudungun- usan cuero, bandana natural para el forro y madera forrada en suela para los tacos. Cindy Cañupán dice que esta elección de materiales “es una muestra de nuestra descendencia mapuche, al utilizar materias primas naturales”.
En contraste con la tradición que han preservado fielmente, a la hora de confeccionar los diseños las hermanas no temen ir de lo convencional a lo más vanguardista. “Tenemos una propuesta clásica en la que destacamos el modelo Oxford; también una línea de botines inspirados en esa misma tendencia. Tratamos de llevar una línea que se diferencie tanto en color, diseños, textura y terminaciones, así como también en la calidad y comodidad del producto”, manifestaba hace algún tiempo Cindy Cañupán al el sitio de moda de autor latina Quinta Trends.
“Queríamos tener zapatos de diseños diferentes y un día dijimos: ¿Y si hacemos los zapatos tal como a nosotras nos gustarían?”, complementa Judith Cañupán.
Como buenas emprendedoras, ambas siempre se han mantenido al pendiente de todos los apoyos a los que pueden acceder con su negocio. Sobre sus propios inicios, la menor de las hermanas comenta: “Inicialmente nos financiamos con ahorros propios. Luego, nos ganamos un Capital Semilla, que nos ayudó a comprar las primeras maquinarias de nuestro taller y después, con un proyecto de Conadi, pudimos adquirir la materia prima para hacer los zapatos”.
Sin duda, Cindy y Judith Cañupán han vivido grandes experiencias en sus ocho años de negocio y no piensan parar: ahora que ya manejan muy bien las técnicas de venta e-commerce, pretenden ampliar su rango y vender de la manera tradicional y de la actual, además de seguir haciendo negocios con otros países. En diciembre del año pasado asistieron a una pasarela de modas en Sidney, Australia, donde lograron cerrar un negocio muy importante: su primera exportación de zapatos a dicho país.