La historia de la emprendedora que decidió rifar su negocio

Rossana Michelson, tienda Emporio del bebé
Rossana Michelson (derecha) ha trabajado por 18 años codo a codo con Mirta Polanco en Emporio del bebé. Fotos: Sergio López Isla.

Después de 18 años a cargo de la tienda online Emporio del bebé, Rossana Michelson decidió cambiar de rubro y rifar, a partir de 2.500 números -a 10.000 pesos cada uno- el derecho de llaves de su negocio. ¿Por qué eligió esta singular forma de traspasar su emprendimiento? Aquí, sus razones.


Rossana Michelson (62), dueña de la tienda online de ropa infantil Emporio del bebé, dice que quiere tener una vida “más tranquila”. Ingeniera química de profesión y jubilada hace dos años, ha decidido que, luego de casi dos décadas preocupada de su negocio —al que vio nacer, expandirse, caerse y volver a crecer— debe “dejarlo volar”.

Liquidar todo y cerrar nunca fue opción. “Hay un tema emocional, de no querer soltar”, reconoce. Sí pensó en venderla; tuvo varias ofertas, pero los interesados ya tenían otros negocios en el rubro: “Más que hacer que una persona se agrandara más, quería buscar a alguien que realmente necesite emprender. Quiero dejar mi tienda en manos de alguien que la valore y que necesite surgir”.

Por eso, en menos de dos meses más, Rossana Michelson sorteará Emporio del bebé en una rifa.

“Quienes compran un número no son personas que tengan una tremenda ambición”, dice sobre la razón para optar por esta particular forma de traspasar su negocio. Hace un tiempo leyó en las noticias sobre una casa en Pucón que se ofrecía como premio principal en una rifa, y ahora cree que quizá entre todos los participantes exista alguien que decida seguir el negocio y comparta su mística: “Puede que no resulte como espero, pero si parto pensando negativo, no hago nada poh’. ¿Cómo voy a tener tan mala suerte?”.

La meta inicial es vender 2.500 números a $10 mil cada uno. Quien gane obtendrá el derecho de llaves de la tienda: el uso exclusivo de la marca registrada, página web en funcionamiento, stock de productos listos para la venta —avaluados en $5 millones—, número de celular asociado a la tienda hace más de 10 años, cartera de proveedores, cartera de clientes, insumos para la confección de regalos, NIC del sitio y asesoría comercial que prestará ella misma durante tres meses. En la página web de la tienda se pueden comprar los números y ver las bases legales para poder participar.

Si no se llegan a vender 2.500 números, Rossana piensa rifar Emporio del bebé de todas maneras entre quienes hayan participado. “No me interesa hacerme millonaria. O sea, no me sobra la plata, la he pasado mal. Pero quiero traspasarlo, que la cosa siga funcionando bien, recuperar lo que pueda recuperar y, si puedo ganar, formidable”, asegura.

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No más llanto

Al titularse como ingeniera, en los años 80, el gran objetivo de Rossana Michelson era trabajar en el norte de Chile, en el área minera. “En ese tiempo eran muy mal vistas las mujeres ahí, porque supuestamente daban mala suerte a la mina. Me costó mucho encontrar trabajo. De hecho, no encontré”, recuerda.

Obligada a volver a Santiago, acá consiguió diversos empleos, primero en un banco y después en clínicas. Al poco tiempo de empezar trabajar en este último rubro se dio cuenta de que no había visitante que no llegara con un ramo de flores para el o la paciente a la que iba a ver. Su primer emprendimiento, entonces, fue una florería, pero no una convencional: Rossana decidió que su negocio sería completamente online. Era 2001, y después de renunciar a su trabajo, partió haciendo los arreglos florales en el baño de su casa mientras se dedicaba a criar a sus tres hijos y se encargaba de la casa.

Pero, a diferencia de ahora, hace 20 años sus potenciales clientes no se atrevían a dar el paso a lo digital y había mucha desconfianza en la idea de comprar a través de internet, por lo que terminó poniendo una tienda física en el Omnium, en Las Condes.

A medida que transcurrieron los años, sin cansarse de observar y replantearse ideas, se dio cuenta de que las personas ya no querían llegar a la habitación de un hospital con un regalo que en unos días se iba a marchitar. Buscando algo más funcional, y con el valor que tiene para ella la familia y la llegada de una guagua a un hogar, decidió crear Emporio del bebé.

Al principio viajaba a Buenos Aires a comprar las últimas tendencias en ropa infantil y traía las prendas a Chile para venderlas. Luego comenzó a traer otras desde Inglaterra. Aunque los diseños eran novedosos y exclusivos, sus precios dejaron de ser competitivos: era demasiado caro traer un producto internacional. Lo que en un principio fue la reventa de ropa extranjera, con los años se convirtió en una cadena de trabajo y manufactura nacional que evolucionó hasta lo que es hoy.

Productos Emporio del bebé
Dentro del traspaso que Rossana Michelson hará a la o el ganador de la rifa, hay un stock de productos listos para la venta avaluados en 5 millones de pesos.

Las ventas crecieron y crecieron. La mayor parte de las compras de la página eran por parte de empresas que hacían regalos corporativos, pero con la llegada del estallido social, en 2019, este movimiento se detuvo drásticamente. Mientras Rossana intentaba levantar su negocio, cortaba ella misma las telas para recortar presupuesto y hacía malabares para hacer frente a la crisis, la pandemia llegó para quedarse. La confección de ropa no era esencial y la producción se estancó hasta quedarse prácticamente sin stock y sin ventas.

“Un día dije: ‘No más llanto’. Me fui a la Municipalidad y pedí ayuda. Me pusieron un asesor, me hicieron un sitio web más amigable y me ayudaron en todo”, recuerda. Comenzó a hacer todos los cursos que pusieron a su disposición y, en ese momento, el confinamiento pasó a ser un espacio de creatividad y reinvención que dio como resultado el resurgimiento de Emporio del bebé. “A veces, pasaba días enteros encerrada cortando y cortando género. Pero, ¿sabes qué? Fue entretenido. No cambio nada, porque soy lo que soy por todo lo que me ha tocado”.

El fin de un ciclo

Mirta Polanco, de 76 años, quien cose —prenda por prenda— más del 90% de lo que se puede encontrar en el catálogo del Emporio del bebé, tiene su taller en la parte trasera de su casa en la comuna de Cerro Navia. Hasta allí llega Rossana Michelson para comenzar a decirle adiós al lugar donde, por 18 años, se han unido las partes que dieron origen a Emporio del bebé.

El espacio, de unos 20 metros cuadrados, tiene grandes mesones con huinchas de medir, antiguas máquinas de coser industriales y pesadas tijeras de acero para cortar género. Hasta ahora, Rossana y Mirta funcionaban de la siguiente forma: Una cotizaba y compraba las telas, las cortaba y se las llevaba a la otra al taller para que las prendas tomaran forma. Una vez unidas las partes, Rossana llevaba los diminutos enteritos, gorros, chaquetas y mantas a otro lugar a bordar y estampar para tener el producto final. Luego, en unas cajas que mandaba a diseñar, arreglaba los conjuntos de ropa para recién nacidos.

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En el taller, mientras recuerdan los buenos momentos —y los malos también—, ambas conversan sobre la incertidumbre de no saber en qué manos quedará el trabajo que ambas han compartido y disfrutado por años. Para Rossana hay cosas que importan más que otras: “Para mí, y lo digo de corazón, es súper importante que la señora Mirta esté bien. Ella ha sido un pilar fundamental en todo ámbito, como persona ha sido impagable y profesionalmente es un siete. Mucho de lo que logré se lo debo a ella”, afirma.

Mirta, por su parte, asegura que tomará la decisión de seguir, o no, cuando conozca al ganador.

En dos semanas, Rossana Michelson más terminará su vínculo con Emporio del bebé, pero está lejos de retirarse de las pistas. Hace algunos años hizo dos magíster relacionados con la mediación familiar y ahora quiere incursionar en esa, una nueva pasión que comenzará a cultivar a los 62 años: contribuir desde lo profesional al diálogo entre los miembros de la familia.

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