Cuando uno escucha la frase “almacén de barrio” es casi seguro que se venga a la cabeza un modelo de negocio muy tradicional, y también una pregunta: ¿para qué necesitaría digitalizarse un lugar al que los clientes llegan por cercanía y costumbre? ¿Qué más gancho podría necesitar que eso?
Cuán equivocado puede estar ese pensamiento: los almacenes, aun los más pequeños, también necesitan ordenar, sistematizar y, sobre todo, agilizar procesos, como sus inventarios o su flujo de caja. Requieren dar a conocer sus nuevos productos, anunciar promociones y, quizá lo más importante: tener un sistema -que ocupe, por qué no, herramientas básicas de inteligencia artificial- que les permita identificar con certeza cuáles son sus best sellers y aquellos que, por más que los incluyan en la canasta de ofertas, siempre se quedan ahí, relegados en el último rincón de la vitrina.
Después de todo, en un mundo que bombardea a sus habitantes día a día con nuevas opciones, las personas, aunque sean de lo más tradicionales, puede que cambien de gustos y de marcas, y lo que hoy funcionó mañana a lo mejor es un total fracaso en ventas.
Una de las facilidades más significativas para los negocios de barrio en materia digital han sido las máquinas que permiten pagar con tarjeta. Este método de pago se instaló hace ya varios años en los grandes supermercados y en el retail, pero hasta hace poco tiempo no era tan común encontrarlas en los almacenes de barrio. Sin embargo, hoy en día en muchos de ellos se puede pagar de esta manera.
Otra herramienta útil para los almaceneros ha sido la posibilidad de comunicarse de manera digital con sus proveedores. Esto lo permiten aplicaciones móviles como Almacén Gurú, una app chilena que se comenzó a desarrollar en el año 2019 y que ha logrado conectar a muchos almacenes de barrio con grandes proveedores del mercado.
Además, para que el negocio esté totalmente digitalizado y se agilicen todos los procesos, existen distintos softwares. Por ejemplo, está RedAlmacén, que posibilita llevar un inventario de los productos y precios de manera digital, vender más rápido al tener los precios enlazados a los códigos de barras de los productos e imprimir automáticamente las boletas electrónicas, que actualmente se les exigen a todos los negocios, sin importar el rubro o el tamaño de estos.
Hoy en día, parte fundamental de la digitalización son también las redes sociales, que sirven incluso como vitrina publicitaria. Así como muchos tipos de emprendimientos se han integrado a estas, los almacenes de barrio también pueden sacarles mucho provecho y usarlas para darse a conocer.
Digitalizando la placita
Patricia Cotter es un buen ejemplo de una almacenera de barrio que le ha sacado el mayor partido posible a la digitalización. Desde 2018 administra el almacén La Placita, en Maipú, y hace poco más de un año comenzó su proceso de digitalización.
Según explica, lo primero que adquirió fue una máquina de SumUp, para poder cobrar con tarjeta, ya que sus clientes los requerían. Más adelante, en búsqueda de agilizar los procesos de inventario y stock de productos, se encontró con RedAlmacén, que le permite “trabajar al estilo supermercado digitalizando todos los productos, el stock, los productos que más vendo, la cantidad de personas que entran, la cantidad de boletas que se generan al día y, al final, ir viendo los ingresos del mes y las ventas, el inventario, ver qué mercaderías se venden más, para no sobrestockear el local”, destaca Cotter sobre los beneficios que el software le entrega al negocio.
Además de esas herramientas, la almacenera enfatiza en lo provechoso que ha sido el uso de las redes sociales, especialmente de WhatsApp para su local, ya que de esa manera puede conectarse mucho más rápido con sus clientes.
“Tengo Instagram, pero me cuesta un poco usarlo. WhatsApp sí lo uso muy seguido, me ha facilitado mucho para conectarme con mis clientes y, por ejemplo, cuando tengo alguna novedad, lo subo al estado de WhatsApp y así mis clientes lo ven de inmediato”.
El Renacer de Viviana
Viviana Leiva, dueña del almacén Renacer, es otra de las almaceneras que se han atrevido a digitalizar su negocio.
Antes de partir, hace más de cinco años, Viviana vendía ropa de la manera tradicional. Lo único digital que tenía, comenta, era sistema de RedCompra para recibir pagos en tarjetas. Pero el inventario, los precios y los proveedores los llevaba con cuaderno y lápiz, además de tener que ir personalmente a comprar la mercadería necesaria.
En 2016 decidió cambiar de rubro y abrir su propio almacén de barrio. Estuvo un año trabajando de la misma forma en que trabajaba con la ropa y eso la aburrió. “En ese tiempo en mi mente todo era malo. Tenía mucha angustia, porque mi vida era estar 24/7 en el negocio, sacando cuentas, anotando productos...”, cuenta.
Al año siguiente tomó la determinación de dar el paso de digitalizar su negocio. “Me ha permitido vivir. He disfrutado con mis hijos, he disfrutado también yo sola, como ser humano, como mujer”, cuenta.
El 2017 instaló el sistema RedAlmacén en su negocio. Además de permitirle más flexibilidad y momentos de distensión fuera del almacén, el cambio ha sido altamente provechoso, ya que le ha dado la posibilidad de ordenarlo en todo sentido, permitir que más personas lo atiendan –debido a que los precios y productos están establecidos en el sistema– y un alza considerable en sus ganancias. “Nosotros antes de digitalizarnos vendíamos, por ejemplo, 5 millones por mes. Hoy en día vendemos entre 17 o 19 millones”, puntualiza la dueña de Renacer.