"Yo no pertenezco a ningún movimiento religioso. No tengo más ejercicio ritual que ir a misa los domingos y fiestas de guardar. Pero en mi calidad de católico me siento en la obligación moral de defender lo que creo correcto".

Así se presenta el abogado Sergio García Valdés (71), egresado del Saint George's College y la Universidad Católica, actual miembro del estudio jurídico García, Montes, Olivos y Eyzaguirre, y ex integrante de la mesa nacional del Colegio de Abogados.

Y subraya: "Vamos a agotar todas las instancias que permite el derecho canónico".

¿Para qué? "Lograr una sanción justa contra el sacerdote Fernando Montes (jesuita), sus superiores y subordinados que lo apoyaron, y contra la U. Alberto Hurtado", dice, con absoluta convicción.

Tres años y ocho meses

El tema partió hace tres años y ocho meses. El 23 de julio de 2014, García y otros seis profesionales presentaron una denuncia ante el Arzobispado de Santiago, por considerar que, en aquel tiempo, un premio de excelencia periodística que la U. Alberto Hurtado entregó a un reportaje de The Clinic constituiría una "soterrada apología a la eutanasia". En ese momento, el rector de la casa de estudios era Montes.

La denuncia se apoyó en 22 disposiciones del Código Canónico y del Catecismo Católico, y adjuntaba 22 documentos y recortes de prensa.

Hoy, García continúa siendo vocero de los denunciantes. Son seis, porque una de las integrantes falleció. Su periplo ha sido largo. Ha acudido ya a siete instancias católicas. Cuestiona varios galardones, así como otras publicaciones del medio. Y asegura que sigue en espera de un fallo.

"Se ha ofendido a la Virgen, a Jesús, al Papa y al Arcángel San Miguel. Pero la más grave es la ofensa que se ha hecho al Espíritu Santo. En el evangelio de San Mateo se dice que la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada", explica, exhibiendo algunas portadas alusivas a imágenes religiosas.

Usted plantea que se los ha tratado con violencia.

Nosotros hemos recurrido a instancias producto de la violencia de algunas publicaciones. Y ante eso adoptamos el camino más pacífico, cual es el ejercicio del Derecho.

El único, además....

El más civilizado. No es la violencia contra la violencia.

En el Vaticano

García Valdés se mueve por aguas limítrofes. Rigurosas, en lo religioso, llenas de convicción, pero también expuestas a la crítica del mundo desacralizado. El, sin embargo, se mantiene incólume.

"Es un imperativo moral defender a la Iglesia Católica, pero en lo que a mí respecta, sinceramente me duele que los principales pastores y la divinidad sean ofendidos de esta forma", indica.

Explica que ha acudido al propio denunciado, al Arzobispado de Santiago, al provincial jesuita en Chile (Cristián del Campo), al padre general jesuita en Roma (dos veces), al Tribunal de la Signatura Apostólica (Roma) y, hace dos meses, a la Congregación para la Educación Católica del Vaticano, en la curia romana.

Usted también ha criticado la exposición de algunos murales en el Museo Salvador Allende, el año pasado, del colectivo Mujeres Creando, con analogías religiosas.

Ese es un ente estatal. Y acogió una pintura groserísima contra la Virgen y otra con el general Bernardo O'Higgins. Y no he visto ni una sola palabra por parte de la jerarquía eclesiástica ni del Ejército. Me gustaría recordar lo siguiente. En 2004, el sacerdote Renato Poblete escribió una carta a El Mercurio denunciando que al mundo católico le había dolido mucho que en los quioscos se exhibiera una portada que ridiculizaba al cardenal Francisco Javier Errázuriz. Qué pensaría hoy ese sacerdote si la U. Alberto Hurtado ha premiado algo que se ríe hasta del Espíritu Santo.

¿Cuál es su sensación, a casi cuatro años de la denuncia original?

Bueno, lo primero es que claramente han tratado de cansarnos. Pero también tengo la convicción de que lo que se está haciendo es algo muy grave. Porque se está declarando inimputable a la U. Alberto Hurtado y al padre Montes. En Chile todos somos sujetos de ser denunciados, todos, pero al parecer ellos no.

¿No le ha cansado este proceso?

A nosotros, los abogados litigantes, no nos cansan los procesos. Estamos acostumbrados a agotar todas las instancias legales.

¿Qué le pareció la reciente visita del Papa Francisco?

En términos comparativos con la de Juan Pablo II, me pareció muy disminuida. Aquella vez (1987), en Chile hubo mucha mística y euforia. Pero creo que la venida de un Papa es siempre una buena experiencia. Siento, eso sí, que el Papa está muy ausente de muchas cosas, algunas de ellas ocurren en su propia congregación y en algunos tribunales eclesiásticos.

Mediante encuestas se ha debatido que Chile es menos católico. ¿Podría eso explicar la falta de respuesta que usted aduce para su denuncia?

Nos hemos planteado este tema e hipótesis. Lo que está ocurriendo en Chile creo que es lo siguiente. La gente no participa. Pero si yo hablo nuestro tema con alguien, sí me da la razón. Me dicen: "cómo pueden estar dando premios a los que ofenden a los católicos". Pero la gente no se compromete. Estamos en una situación de indiferencia y la jerarquía de la Iglesia da una pauta, porque tampoco reacciona. Y llama la atención esa indiferencia y pasividad. La Iglesia se ve como atemorizada de plantear estos temas, que parecen poco modernos. Pero hay algo que es central.

¿Qué?

Que las crisis a través de la historia han sido por motivos doctrinarios, no de otro tipo. Y aquí lo doctrinario no ha sido defendido. Pese a que hay sacerdotes que abiertamente desafían y van en una dirección opuesta a la Iglesia. Pero nosotros seguiremos haciendo valer nuestros derechos.