Laura Acuña ya tiene un peso encima. El futuro del fondismo nacional, la esperanza del atletismo. La mejor carta de cara a los Juegos... Ella, tranquila y humilde, se dedica a entrenar como nadie más, a cosechar medallas para el país en cuanta competencia se presenta. Así, joven y con esperanzas.
Este año ganó el Sudamericano de cross country, y dando ventaja, pues a sus 14 años, aún era Cadete, no Menor. Y ese día, no quedó contenta, según declaraba, porque quería más.
Es hace cuatro años campeona del Nacional de cross. Antes era mediofondista, es dueña de una buena cantidad de récords y varias mejores marcas, no reconocidas oficialmente. Fue tres años consecutivos oro en los Sudamericanos Escolares, la primera chilena que lo logra. En 2014, en Aracajú, ganó los 2.000m; en Asunción 2015 y Medellín 2016, los 2.000 y los 800 metros.
Para estos logros entrena bastante y bajo una modalidad que ha llamado la atención. "Entreno en mi casa, en Villarrica, en el campo, en el cerro; a veces con nieve, es muy raro que entrene en pista", comenta. ¿Cómo logra los resultados en pista? Dice que no sabe: "Entreno no más de seis veces al año en pista, lo demás, cerro".
Aunque pertenece a un club de Valdivia, sus técnicos sólo envían la minuta de trabajos y su madre es la encargada de aplicarla a ella y a sus hermanas, también atletas.
Todo esa pasión comenzó mirando a su padre, Rolando Acuña, un maratonista que nunca imaginó que su hija sería el rostro nacional hace unos días en Praga, cuando se oficializó a Santiago como sede de los Juegos Panamericanos de 2023.