Si algo se le criticó duramente a Juan Antonio Pizzi en la anterior fecha doble fue la permisividad que tuvo en los días de concentración de la Selección. Las visitas en el lobby se multiplicaban al tiempo que los jugadores parecían más enfocados en recibir galardones que en preparar los partidos de las Eliminatorias. Pues bien, de aquello ni rastros en Sao Paulo, donde los futbolistas chilenos prácticamente no han asomado la nariz por el lobby del hotel, salvo casos muy excepcionales.
De autógrafos y selfies con los hinchas, ni hablar. Todo aquello mezclado con la indiferencia de buena parte del público local que no está enterado que hoy a las 20.30 se juega un partido de Eliminatorias. Y menos que la Roja se juega el todo o nada.
Más allá de que se anticipa una fiesta en el Allianz Parque, con música en vivo en la previa para amenizar lo que entienden la despedida de la selección antes del Mundial, los torcedores brasileños se toman todo con mucho relajo. Ni siquiera se ven demasiados hinchas afuera del hotel de Brasil, lo que marca evidentemente la indiferencia.
Todo lo contrario a lo que se vive al interior del plantel chileno. La concentración en el hotel ha sido máxima. Como pocas veces sucedió durante el proceso de Pizzi. Apenas interrumpida el domingo por la visita del Cóndor Rojas, quien únicamente fue saludado por Claudio Bravo. El resto prefirió mantenerse en sus habitaciones. Marcelo Salas, quien se hospeda en el lugar junto a sus dos hijas, tampoco ha querido interrumpir los descansos de los seleccionados. Sólo cuando se cruza en el gimnasio con algún jugador, se permite una fotografía como sucedió con Alexis Sánchez la mañana del domingo. El Matador entiende que no es momento de distracciones.
Los familiares de los jugadores, algunos hospedados en el hotel, tampoco han tenido mayor contacto con ellos. Algo que por ejemplo no sucedió en Calama, donde las charlas entre los seleccionados y sus circunstanciales visitas, eran a toda hora en el lobby. De aquello tomó nota Pizzi. Quizás demasiado tarde, pero entiende que debía hacerlo en una circunstancia tan particular, con la clasificación al Mundial en juego.
De charlas individuales y grupales en el hotel, tampoco. Pizzi no ha querido interrumpir los descansos. Ni menos meterle más presión en la cabeza al plantel. Eso sí, han hecho hincapié en la figura de Felipe Gutiérrez en los entrenamientos y también en las sesiones de gimnasio. Ha sido quien más instrucciones y cargas físicas ha recibido. Su condición de reemplazante de Vidal lo obliga a estar a la altura.
La última vez que Chile visitó la sede del partido de hoy fue en el Mundial de 2014. Aquella vez cayó ante Holanda por 2-0, lo que obligó a la Roja a jugar en los octavos de final ante Brasil. Ahora, la ciudad vive horas diferentes. Lejos de la fiebre futbolística de aquellos años.
Bajo la tranquilidad de saber que su selección ya está clasificada al Mundial. Mientras, en un hotel en pleno corazón financiero, un grupo de futbolistas aguarda para intentar romper la historia. Esa que dice que el Scratch nunca perdió un partido por Eliminatorias como local. Y al mismo tiempo, ser capaz de escribir un nuevo capítulo de su laureado currículo. Aunque aquello no le importe en lo más mínimo al torcedor paulista. Sao Paulo, en la víspera, no tiene carnaval.