En 1992 sucedió algo inédito en Estados Unidos. Nunca antes cuatro mujeres habían sido elegidas para el Senado en un mismo año electoral. La prensa lo caratuló como "Year of the Woman". No le hizo pizca de gracia a la senadora Bárbara Mikulski. Afirmó que las mujeres "no somos una moda, una fantasía o un año". Más enojada todavía, dijo que llamarlo así lo hacía sonar como el "año del caribú" o el "año del espárrago".  

Ha pasado un cuarto de siglo y, si tal denominación sonó exagerada entonces, parece pertinente ahora. La revista Time acaba de dedicar su portada de 2017 a las mujeres que denunciaron ser víctimas de acoso o abuso sexual a partir del caso Weinstein, desencadenando un movimiento mundial: #Metoo (Yo también). Desde ahora, veremos coexistir  la esperanza con los ajustes de cuentas, mientras se alzan voces que reclaman un debate público sobre algo que ha sido tabú: la naturaleza de la líbido masculina.

En paralelo, desde el mundo de las estadísticas, nos cae un vaso de agua fría: los últimos datos del Índice de Potenciamiento de Género (IPG), elaborados por el World Economic Forum (WEF), muestran que la brecha de género se habría ampliado, por primera vez, desde  2006, año en que se inició la medición.

¿Cómo impactan estos sucesos en Chile? Si los recientes debates electorales sirven como test, la respuesta es decepcionante. En principio, el gobierno que termina pareciera haber hecho bien las tareas. Ahí están el aumento de la participación política femenina gracias a una ley de cuotas, la aprobación de las leyes de unión civil y de despenalización del aborto en tres causales, así como el reforzamiento de la maquinaria estatal de género a través de un ministerio. Desde la perspectiva de las deudas pendientes, grandes avances pero, desde los estándares internacionales, nada del otro mundo. ¿Será por eso que, en la última Encuesta Humanas, 87% de las chilenas se siente discriminada y considera que Chile es todavía un país machista?

En plena cuenta regresiva de la segunda vuelta presidencial, resulta inevitable no apelar a Amélia Valcárcel. Ya la filósofa feminista señaló alguna vez que, cuando se analiza históricamente el voto femenino, se constata que las mujeres suelen padecer un problema de memoria política: "...dan el voto a quienes se lo negaron, dejan que administre su libertad quien la impidió a toda costa y entregan su recién adquirida educación a las opciones que quisieron mantenerlas analfabetas".

Por ello, imposible no recordar el 17 de diciembre a Nicole Saavedra Bahamondes, 23 años, lesbiana, que fue secuestrada, torturada durante siete días y asesinada el 25 de junio de 2016. Mi voto será con un Chile en mente: uno donde su muerte no quede impune y donde, cualquiera sea la vida que una mujer elija para sí, ello no le suponga ser perseguida.