Poco a poco se clarifican las opciones sobre las cuales los chilenos debemos decidirnos en la elección. El equipo de Piñera se resiste a aceptar que nuestra economía enfrenta problemas estructurales que han generado el deterioro de la capacidad de crecimiento. En su insistencia por culpar de la desaceleración económica a las reformas de la presente administración no incursiona siquiera en el análisis. Es el caso de Pablo Correa, coordinador del programa económico, que en carta al director, aunque anuncia una crítica a mis críticas, se limita a enjuiciar negativamente el presunto alto endeudamiento público, pese a que a junio del presente año el endeudamiento externo alcanza un 16% del PIB (cifra que se compara positivamente con las de Japón y de EE.UU., que alcanzan más de 200% y 100% del PIB respectivamente), y a la baja tasa de crecimiento del PIB entre 2014 y 2017. Así, propone simplemente recuperar la confianza de las familias y empresas para que vuelvan a invertir e iniciar "una segunda transición" que no se explica más allá de convocar a un mejor diálogo.

El equipo económico de Guillier constata importantes dificultades estructurales: alta desigualdad, educación de baja calidad, baja inversión en ciencia y tecnología, ausencia de un Estado emprendedor (clave para ayudar a generar nuevas actividades productivas), estancamiento congénito de la productividad promedio de la economía y alta dependencia del cobre. En Chile 21, Jorge Marshall sistematizaba esta perspectiva señalando que el menor crecimiento del país deriva del agotamiento de lo que Dani Rodrik llama "convergencia condicional", la pérdida de fuerza de los sectores exportadores líderes y los escasos avances de la transformación productiva; esto es la movilización de recursos productivos desde actividades de baja productividad a otros de alta productividad. Se requieren políticas enfocadas al territorio, mejorar la colaboración pública privada y la cooperación entre el sector productivo y las universidades. Se releva la importancia de la institucionalidad que promueve la colaboración. Probablemente, un problema de esta perspectiva es que si bien se valora la construcción de una visión compartida acerca del desarrollo, lo cierto es que en la práctica los sectores mayoritarios de la población no terminan de ser incorporados a la reflexión.

El Frente Amplio ha publicado su programa, lo cual es digno de importancia. Constata los problemas que derivan de la excesiva concentración económica pero aparece atrapado en la visión de que nuestra economía es básicamente extractiva y rentista, sin tomar suficientemente en cuenta que esos sectores tienen presencia internacional relevante porque sus niveles de productividad son competitivos a nivel internacional. Relevan la importancia de la pyme y las cooperativas, pero no toman en cuenta que si bien sufren discriminación en el mercado de créditos, hay otras causas que explican la persistencia de sus dificultades, pese a los esfuerzos realizados en las últimas décadas. Desde sus posiciones ideológicas no logran formular proposiciones para lidiar con las grandes empresas que son decisivas para el crecimiento económico.