Hace pocos días, se publicó un importante estudio longitudinal en 13.691 adolescentes de Finlandia (Eur J Public Health) que concibieron un embarazo entre 1987-1989, distinguiendo a las que tuvieron un aborto (n = 6.652), las que continuaron su embarazo (n = 7.039) y una población control (n = 40.012). El seguimiento de las causas de muerte abarcó 25 años.
Finlandia es líder de lo que se conoce como Evidence Based Public Health, un modelo europeo que se traduce en el diseño de políticas públicas basadas en la evidencia científica disponible. Por ejemplo, estudios epidemiológicos mostraron tres veces mayor riesgo de suicidio en mujeres finlandesas que abortan respecto a las que continúan con su embarazo. Se implementaron guías de salud mental para reducir la tasas de suicidio postaborto (Scand J Public Health 2015;43:99-101). Aunque se logró reducir 43% en mujeres de 25 a 45 años, la tasa aumentó 30% en las adolescentes que abortaron.
El nuevo estudio confirmó que las mujeres que conciben un embarazo adolescente, comparadas con las que no lo hacen, exhiben mayor riesgo de muerte prematura por enfermedades circulatorias, causas asociadas al alcohol, accidentes, suicidio, heridas y envenenamiento. El riesgo de muerte fue mayor en los primeros 5 años y en el grupo de 15 a 19 años de edad.
Un hallazgo central fue que el abandono del sistema educativo sería uno de los mayores determinantes de muerte prematura por cualquier causa, excepto la causada por suicidio. En este caso, el estudio mostró que continuar el embarazo sería un factor protector, reduciendo 50% el riesgo de suicidio y 40% el riesgo de morir por heridas y envenenamiento. Las adolescentes finlandesas que abortaron, tuvieron mayor riesgo de morir por estas causas, aún cuando alcanzan un mayor nivel educacional.
No está claro si el aborto actúa como una causa de suicidio en adolescentes, o si la asociación se debe a factores comunes para ambos desenlaces. Las adolescentes poseen un perfil de vulnerabilidad psicológica y socioeconómica ya determinado antes del embarazo. Además, aquellas que continúan la gestación, acceden a programas de apoyo, mientras las que abortan no.
Las principales conclusiones del estudio son tres. Primero, para disminuir muertes prematuras, se deben hacer todos los esfuerzos posibles para que las adolescentes permanezcan en el sistema educativo. Segundo, para disminuir las muertes por suicidios posteriores al aborto, es necesario brindar apoyo psicológico y social a las adolescentes que abortan. Tercero, la maternidad misma puede tener un efecto protector en adolescentes, reduciendo la conducta de riesgo.
Finalmente, en Chile la ley de aborto sigue su trámite. Las adolescentes que declaren un embarazo por violación podrán exigir se les practique un aborto si es su voluntad. Si son menores de 14 años sin consentimiento de los padres, deberá autorizarlo un juez. En el actual escenario, parece prudente considerar seriamente la evidencia científica del estudio finlandés.