El reciente debate respecto del rol e importancia de la catolicidad al interior de la comunidad de la universidad católica, permite reflexionar sobre los principios que la distinguen frente a otros proyectos educativos. La universidad como institución se consagra a la investigación y a la formación de los estudiantes, libremente reunidos con sus maestros, animados todos por el mismo amor del saber. Aquellas de naturaleza católica, se distinguen además por su libre búsqueda de toda la verdad acerca de la naturaleza, del hombre y de Dios. En cuanto universidad, es una comunidad que de modo riguroso y crítico, contribuye al desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural mediante la investigación, la enseñanza y el aporte a la comunidad.

El esfuerzo permanente de la UC se debe orientar a promover la excelencia en la generación de nuevo conocimiento y en la formación de personas, junto con fortalecer nuestra identidad católica. Lo anterior permite potenciar a nuestro cuerpo académico, aumentar el ingreso de los mejores alumnos de distintos sectores de la sociedad, -con crecientes criterios de inclusión-, realizar investigación e innovación de frontera, acrecentar la internacionalización y el vínculo con la sociedad como un aporte al desarrollo del país.

La inspiración cristiana de nuestra universidad nos plantea el desafío de valorar las conquistas de la ciencia, del arte, las humanidades y de la tecnología en la perspectiva global del ser humano. Así, las universidades católicas debemos tener una continua renovación, tanto por el hecho de ser universidad como por el hecho de ser católica, trabajando con el anhelo de que la universidad sea un lugar inclusivo para aprender a razonar con rigor con el fin de obrar con rectitud y servir mejor a la sociedad. De esta manera, la universidad debe comprometerse en el diálogo entre fe y razón, de modo que se encuentren en la verdad al servicio de los hombres.

El desafío actual es potenciar una formación integral, con sólidas bases en lo disciplinar y con una concepción amplia de la cultura, el bien y la belleza. El Papa Francisco, nos solicita cuatro aspectos que deben identificar a una universidad católica: un lugar de "discernimiento" para comprender y alimentar lo conocido; ser un proyecto lleno de "sabiduría", para alimentar la esperanza. Nuestras universidades deben ser un espacio de desarrollo de "la cultura de la proximidad y de la cercanía", para valorar las riquezas del otro, y finalmente, debe ser un lugar de formación de la "solidaridad", que genere vida abundante.    

Debemos contribuir  a que nuestros jóvenes descubran el sentido de la vida y propiciar en ellos el nacimiento de nuevas esperanzas. Esperamos ser un lugar para todos, que estén invitados a tener una experiencia en la verdad, orientada a la dignidad de las personas y al bien común. Ser fieles a esta respuesta se basa en un camino de conversión personal. Así, nuestro proyecto universitario se debe distinguir por su calidad, su identidad, generosidad e inclusión, al servicio de la sociedad, por el bien de todo el país y especial, de cada uno de sus habitantes.