Esta columna fue escrita junto a José Ignacio Llodrá, Investigador Clapes UC.
EN LA última década, la tendencia en los países desarrollados ha sido a disminuir la tasa de impuesto corporativo. Chile, en cambio, ha ido contra la corriente y en los últimos 10 años ha aumentado la tasa de impuestos en 10 puntos, es decir, 1 punto por año, ¡el récord por lejos! En cambio, 18 de los 34 países de la OCDE, han disminuido las tasas, siendo estas disminuciones de 4,2 puntos en promedio. Este año, Hungría disminuyó su tasa de impuesto a 9% (desde 19%), Estados Unidos espera bajar la tasa del impuesto corporativo federal desde 35 a 15% y el recientemente electo presidente Macron espera bajar los impuestos de 33% a 25% en Francia. Los países nórdicos, famosos por su estado de bienestar, tienen una competitiva tasa corporativa promedio de 21,6% para atraer inversiones.
Numerosos estudios muestran que la inversión extranjera directa, la inversión agregada y el emprendimiento están negativamente afectados por los impuestos corporativos.
Hay quienes señalan que los impuestos corporativos de nuestro país no podrían compararse a los de otros países, dado que nuestro sistema es integrado y permite el diferimiento indefinido de los impuestos personales. Dicho argumento está equivocado. La mayoría de los países de la OCDE tributa según el llamado "sistema clásico", que consiste en un impuesto a las utilidades de las empresas (tasa promedio de 24%) y un impuesto al dividendo (no integrado) que pagan los accionistas al momento de recibir el pago (tasa promedio también de 24%). En este sistema -igual que en el nuestro- mientras la empresa no reparta dividendos o los socios no hagan retiros, el único pago que recibe el fisco corresponde al impuesto corporativo, ya que el pago del segundo impuesto puede diferirse hasta que la empresa reparta la utilidad. Este sistema es prácticamente igual al nuestro, donde hay un impuesto al momento de generar la utilidad -que en nuestro caso es de 27%- mientras el accionista paga una diferencia al momento de recibir el dividendo que en Chile es aproximadamente 24% si se calcula sobre la cantidad percibida (similar al resto de la OCDE) o 17,45% si se calcula de forma integrada. Todo esto suma 44,45% de impuesto sobre la utilidad total de la empresa que es retirada.
Pese a que Chile es el 13vo país con la mayor tasa de impuestos a las empresas en la OCDE, en los últimos años se encontró dentro de los cinco países de esa organización que más recauda por esta vía como porcentaje del PIB, siendo incluso el primero de la lista en los últimos datos publicados, con una recaudación en torno al 4,9% del producto (el promedio en la OCDE es 2,8%).
Los sistemas tributarios son comparables, y en esa comparación nuestro sistema tributario tiene una tasa de impuestos corporativos alta. En jerga de economistas, esto aumenta el costo del capital y disminuye la tasa de inversión de la economía, con todos los efectos que esto conlleva. Esto es un punto técnico que sorprende que sea discutido.