Esta semana miles de jóvenes conocerán sus puntajes en las pruebas de selección y van a realizar sus postulaciones a las universidades. La semana pasada se publicaron dos ránkings de evaluación de la calidad de las universidades de nuestro país. Ambos son esfuerzos serios para sistematizar las diferentes áreas de la labor universitaria, con indicadores específicos para medir la calidad de los estudiantes, académicos, el proceso formativo, la gestión institucional, la investigación, la formación doctoral y la productividad en la generación de nuevo conocimiento, entre otros.
Sin duda los rankings tienen un gran valor en la información a los postulantes, sus familias y a la sociedad, son instrumentos que comparan la labor y calidad universitaria, que se realizan a nivel nacional e internacional. La evaluación de estos se centra en la actividad docente, en la creación de nuevo conocimiento y en la solidez institucional. Sus resultados destacan la labor y dedicación de las comunidades de cada universidad, es decir, profesores, estudiantes, profesionales y administrativos, sus logros representan un esfuerzo común.
Las universidades son instituciones que deben actualizarse de manera constante, y en este cambio, sus estudiantes juegan un rol primordial. Así, en los próximos años, estos instrumentos debieran enriquecerse con nuevos indicadores, como son la evaluación de la innovación docente; la implementación de políticas de inclusión para estudiantes con menores oportunidades de acceso y para aquellos con necesidades educativas especiales; la transferencia de la investigación a la sociedad a través de patentes y licenciamiento; el apoyo a la internacionalización a través de un mayor intercambio académico de estudiantes y profesores; el desarrollo de la educación continua y la colaboración entre universidades para un crecimiento armónico del sistema.
Otro de los aspectos a evaluar, debiera ser el vínculo de las instituciones con la sociedad a través del aporte a la resolución de problemas acuciantes de nuestro país, así como la vinculación de las universidades con sus egresados y con el territorio en las que están ubicadas. Las universidades tienen una gran responsabilidad en aportar al desarrollo de la sociedad, mediante la evaluación permanente de las necesidades del entorno y las vías de aportar a su crecimiento cultural y material, a través del trabajo conjunto con quienes han sido parte de sus aulas. De esta manera, debemos formar parte activa de la reflexión, aporte al acervo cultural, científico y artístico de nuestro país a través de nuestras comunidades y por la extensión de nuestros egresados. Los actuales postulantes están invitados a participar de este desafío futuro.
El apoyo del Estado y de los privados -a través de la filantropía-, es clave para lograr un aumento sostenido en la calidad de las universidades de nuestro país que nos permita tener instituciones de clase mundial. Los estudiantes que hoy postulan serán protagonistas de este cambio. Esta meta debiera estar en la agenda de la educación superior en los próximos años, ya que es vital para un desarrollo integral de nuestro país.