La laguna de Aculeo es uno de los pocos cuerpos de agua superficiales de la zona central de Chile. Como toda laguna natural, este cuerpo de agua, formado hace miles de años, no solo es nicho de centenares de especies de aves que anidan en la zona, y otras que la utilizan como punto de descanso en sus rutas migratorias, sino que también posee suelos muy fértiles (como todo valle lacustre), lo cual hace posible una intensa actividad agrícola. Además, debido a su cercanía a la capital, la laguna es un importante centro turístico en la Región Metropolitana. Gracias a la presencia de este hermoso lugar, miles de familias se benefician de las aguas de su acuífero.

Pese a lo anterior, durante la última década se ha observado una disminución en las precipitaciones, esto debido a una combinación entre ciclos oceánicos que generan mega-sequías, cambio climático y un cada vez menor "efecto lago" (o generación de un microclima más húmedo que sus alrededores). Paralelamente, durante la última década la mega-agricultura y la urbanización, principales demandantes de agua en la cuenca, se han salido de control y, lo que es peor, no se ha tomado en cuenta el agua en la planeación territorial, lo que se traduce en un indiscriminado bombeo del acuífero. El acuífero de la cuenca de Aculeo se caracteriza por sus pequeñas dimensiones y su conexión directa con la laguna, es decir que ambos forman una sola unidad hidrológica, y por ende, bombear desde una noria es lo mismo que bombear desde las aguas de la laguna; norias y las aguas de la laguna se encuentran siempre al mismo nivel estático.

Actualmente, la situación es tan crítica que la laguna cuenta con una profundidad máxima de alrededor de un metro, lo cual ha disminuido tremendamente el área de su espejo de agua. Este descenso de más de 7 metros permite que la luz alcance el fangoso fondo, fértil y rico en nutrientes, pero también el origen de la reciente "eutroficación" (presencia de microorganismos y algas que consumen y disminuyen el oxígeno en el agua, matando repentinamente los peces de mayor tamaño). Las pocas aves que se observan, se refugian en la única isla que queda, la cual desaparecerá este verano (es muy probable que en marzo ya no exista laguna).

Sin embargo, el daño provocado por la escasez hídrica no es sólo ecológico; la disminución del acuífero también ha perjudicado a miles de familias y al comercio en todos los rubros dentro de la cuenca, pues la actividad turística es casi nula y el valor de la propiedad sigue disminuyendo. El nivel del acuífero (y de la laguna) ha bajado a tal punto que la mayoría de las norias que utilizaban campesinos de escasos recursos se secaron hace ya muchos años, y sólo los grandes agricultores y condominios han podido costear la construcción de pozos profundos, lo cual se traduce en el bombeo de agua fósil, que en principio no debería tocarse; en otras palabras, este bombeo no pretende cesar hasta que extinga todo vestigio de agua subterránea en la cuenca. Similarmente, los afluentes se han desviado y en su mayoría no llegan a la laguna, como lo hacían históricamente. Así, hace unos años se creó el servicio de agua potable en el valle (que también se abastece del acuífero), y ahora los locales deben pagar por su agua, mientras los grandes consumidores la obtienen gratuitamente desde acuíferos profundos.

El error de planeación en Aculeo se cometió sin malas intenciones. De hecho, esto ha estado ocurriendo en todo Chile, y también en muchas partes del mundo. Es así como en el exterior se han tomado medidas y tenemos, por ejemplo, el caso de Arizona e Israel, líderes mundiales en la gestión del agua. La experiencia internacional nos enseña que el problema de Aculeo tiene solución, y para lograr dicho objetivo es necesario estudiar la hidrología de la cuenca, caracterizar el consumo de agua y considerar proyecciones de cambio climático, para así determinar cuánta agua se necesita importar anualmente y, posteriormente, evaluar fuentes de abastecimiento. Por otro lado, una buena gestión del agua implica la creación de mesas de trabajo, en donde todos los actores o grupos de usuarios se sientan a proponer acciones voluntarias, con el fin de que todos se beneficien. Por último, es urgente cambiar la cultura del agua de la cuenca, con el fin de disminuir el consumo mediante prácticas como almacenar las aguas lluvia, desviar las aguas grises hacia el jardín, eficiencia en el riego (uso de geles, riego tecnificado, etc.), darse duchas cortas, etc. Un importante cambio cultural debe reflejarse además en una transformación del paisaje residencial, el cual se basa en la eliminación del césped (uno de los grandes enemigos de la cuenca, junto con la mega-agricultura), y el uso de especies de bajo consumo.

La cuenca de Aculeo es sólo un caso más de conflictos por el agua en Chile. Sin embargo, también representa la oportunidad de demostrar que si se puede revertir el problema, si se actúa apropiadamente.