Mucho se ha dicho acerca del miedo que provoca en la derecha un eventual triunfo de Guillier en la elección presidencial. Que Chile se convertirá en otra Venezuela, que algunos preparan sus maletas para abandonar el país, que las empresas dejarán de invertir. En fin, que entraremos en una espiral de caos.
Bueno, si bien hay gente que piensa así, aquello no es más que una caricatura. Es cierto que luego de la primera vuelta se alojó un desánimo en el sector, pero con el paso de los días, la cosa se ha calmado, en parte porque ven que las posibilidades de ganar todavía son reales. Claro, no será un paseo, como se pensó, porque la elección será estrecha, pero nadie la da por perdida.
Igual, la perspectiva que pueda ganar Guillier provoca un cierto temor. No necesariamente por él, sino por algo más fundamental: con quién gobernará. Y como los resultados de las parlamentarias ya los conocemos, la respuesta es bastante obvia: con el Frente Amplio. O sea, el candidato no solo necesita sus votos para ganar la elección; también para gobernar.
Esto es bastante evidente si se piensa en cómo quedó la Cámara de Diputados. La antigua Nueva Mayoría solo tiene el 37% de los elegidos, incluyendo la DC. O sea, no le alcanza para legislar nada. Por ende, cualquier iniciativa de Guillier, debe pasar por conseguir los votos de Frente Amplio, que tiene 20 diputados. Y es obvio que, lograr aquello, pasa por tener una agenda que a ese grupo le haga sentido.
En suma, el miedo de la derecha se basa en que un eventual gobierno de Guillier termine capturado por la extrema izquierda, un sector que, pese a sus resultados, sigue siendo minoritario, porque el Frente Amplio solo logró el 16% de los votos en las parlamentarias. O sea, sus ideas representan a muy pocos, salvo que Guillier, si llega a La Moneda, las avale.
Algunos dicen que esto no sucederá. Que una vez elegido, podría girar hacia al centro, formar coaliciones más representativas del país. Bueno, puede ser, pero esa sería la voltereta política más emblemática de la historia. Una que no será gratis, porque el Frente Amplio le haría la vida imposible.
Además, hasta ahora, sucede lo contrario. El candidato ha llevado sus ideas hacia la extrema izquierda con facilidad. En sus discursos, por ejemplo, no dudó en usar la icónica frase del Che Guevara, "hasta la victoria siempre", y luego de la Maduro, "hay que meterle la mano al bolsillo a los poderosos".
Claro, todo esto puede ser táctico. El hombre necesita ganar. Y para eso todo vale. Pero ese Guillier, más moderado que imaginan algunos, hoy no existe. Y como nadie sabe lo que realmente piensa, ni siquiera sus partidarios, solo queda lo que se ve. Lo demás solo cae en el plano de las apuestas o deseos. Y, entonces, no es raro que exista nerviosismo o miedo. Porque, convengamos, lo que está en juego no es algo menor.