Gandhi dijo "aquellos que dicen que la religión no tiene nada que ver con la política no saben qué significa política". Sin ser un monje yo digo "aquellos que dicen que la religión no tiene nada que ver con el fútbol no entienden nada de fútbol".

Hoy los gestos místicos en el fútbol abundan tanto como las falsedades, imitaciones y fetichismo. ¿Es cosa de fe? ¿Hipocresía? Parece que es abuso de la creencia religiosa. Se ha creado un clima multicultural de tolerancia religiosa, una cosmovisión de implorar a los dioses y no al esfuerzo personal. Importa más el rezo, el milagro divino y no la voluntad individual.

En nuestras canchas vemos rivales implorando con brazos abiertos y la vista fija hacia las alturas. Se persignan antes de entrar, cuando fallan frente al arco rival y ante la derrota. Todo vale ante el triunfo o la culpabilidad del fracaso. Nadie cree en sus potencialidades.

En camarines, mientras se vendan los pies leen la biblia, rezan a imágenes protegidas en sus manos y besan con unción amuletos ecuménicos. Se han globalizado e imitado todos los gestos y modas en el mundo entero. El fútbol tienen muchos componentes tribales y los futbolistas los han adquirido desde los peinados, tatuajes, celebraciones con las manos, dedos en ristre, ruegos en camisetas y lienzos solidarios.

Nadie sabe que cuerpo y mente son uno. Que el miedo y la ansiedad se adueñan de tu cuerpo y de tu mente. Nadie respira con el vientre, nadie atina en la reflexión profunda.

Recuerdo que antes de los partidos tenía una especie de mantra: "Yo soy el más fuerte, saldré triunfador ante todos los obstáculos, he trabajado duro para esto, haré lo que mejor domino". En general salí airoso en casi todos los desafíos. No recurrí a ninguna divinidad para iluminarme en 90 minutos y convertirme en crack.

Este domingo se juega el no clásico UC y Colo Colo. Católicos y evangélicos de pantalón corto elevarán rezos y plegarias por doquier.  Vaya qué lío para dioses y vírgenes de turno. ¿A quién ayudar?