Corre el año 1996 y el Ejército de Chile vende por 60 mil millones un paño de tierras ubicado en pleno centro de la comuna de Las Condes. El terreno, que contiene más de mil viviendas sociales, es lo que se conoce hoy como la Villa San Luis. Entre los compradores al ejército se encuentra Alberto Kassis, uno de los financistas de la Fundación Pinochet. Los inmuebles son prontamente demolidos, a excepción de un pequeño paño de viviendas que sobrevive hoy, año 2017. Ese paño, el Lote 18, y lo que representa para miles de familias, es el motivo de esta columna en la semana del Patrimonio Cultural.
El proyecto social
La Villa San Luis fue un proyecto de Salvador Allende. Ubicado en el corazón del municipio de Las Condes (una de las comunas más ricas de Chile), quiso dar hogar a muchos trabajadores y trabajadoras que vivían en campamentos de la comuna o que trabajaban en el sector.
La Villa era además una idea revolucionaria: si vivimos juntos, sin discriminación por nuestro origen social, viviremos mejor. Suena simple, suena bien, pero la historia de Chile nos muestra que, en general, los ricos quieren vivir con los ricos, los pobres son marginados con los pobres y así. En cambio, estos departamentos de entre 50 y 80 metros cuadrados, con valor arquitectónico, con amplias áreas de uso común entre vecinos y con vinculación territorial-laboral iban en la otra dirección: apuntaba a la inclusión social y al mejoramiento de la calidad de vida de quienes ahí vivían.
Este proyecto, que comenzó en 1972 con de 27 edificios para más de mil familias, terminó abruptamente en 1978, año en el cual los militares decidieron desalojar a las familias que ahí vivían.
Una agresión sin reparación
Los pobladores y pobladoras nos cuentan que el desalojo de sus hogares ocurrió durante la noche. Era el año 1978 y los militares querían sacar rápidamente a 5.000 personas que vivían en la Villa San Luis. ¡Cinco mil personas! Llegaron con armas, camiones de basura (para trasladarles) y el tono de "morir o vencer". La amenaza era: o el peladero fuera de Santiago o las poblaciones en las periferias. No podían vivir en Las Condes. No podían vivir en la propiedad que ellos mismos habían adquirido con dividendos. Con hijas, familias, amigos, y contra su voluntad, los obligaron a vivir en otro lugar, en otra propiedad, en otra vida.
En pocos días el ejército había realizado lo que el arquitecto Miguel Lawner llamó "la agresión social urbana más grande de nuestra historia reciente". Situados hoy en las comunas de Pedro Aguirre Cerda, Conchalí, Independencia, esta agresión humana y urbana a miles de familias aún no ha sido reparada, y el silencio del Estado pareciera esconder algún tipo de complicidad.
El robo del Ejército
El año 1991 Pinochet logra que estos terrenos sean traspasados desde la propiedad fiscal hacia propiedad del ejército (Decreto 38 de Bienes Nacionales). Pero este regalo traía una condición: el ejército sólo podía ocuparlos para fines habitacionales, por lo que no tenían permiso para vender o cambiar su uso habitacional. Como muchos casos recientes que se han conocido en Chile, al ejército eso no le importó. Con la complicidad del Estado, y violando explícitamente la normativa del Decreto 38, el año 1996 el ejército vende estos terrenos y se hace de 98 millones de dólares. Vende todo, menos el Lote 18.
Villa San Luis: Monumento Histórico
En la semana del patrimonio (y también en el día del patrimonio que se celebra este último domingo de mayo) solemos recordar el valor histórico y cultural de nuestro paso por el mundo. Nuestra historia, sin embargo, está hecha de aciertos y errores, de cultura conservada y cultura olvidada. Y la Villa San Luis, tanto en su valor social inclusivo como en el dolor que representa a miles de familias, es un patrimonio que no podemos olvidar.
Ante este dolor y pensando en el futuro de Chile ex-habitantes de la Villa San Luis en conjunto con profesionales, organizaciones sociales, fundaciones y artistas hemos decidido movilizarnos. Hoy, año 2017, hemos queremos lograr que lo que queda de la Villa San Luis, el Lote 18, sea declarado Monumento Histórico y evitar su demolición. Para no olvidar. Para reparar. Para recordar este valioso proyecto que alguna vez albergó a familias que hoy ya quisieran volver al que aún sigue siendo su hogar.